Treinta años después, la primera condena a un militar por la masacre de La Tablada

El tribunal 4 de San Martín condenó esta mañana al ex general Alfredo Arrillaga a la pena de prisión perpetua por el homicidio de José Alejandro Díaz durante la represión al intento de copamiento del cuartel de La Tablada por el Movimiento Todos por la Patria, ocurrida en enero de 1989. Fueron masacradas 27 personas y se reportaron cuatro desaparecidos, entre ellos, Díaz.


La realización del juicio, a treinta años de los hechos, tuvo lugar tras una decisión de la Corte Suprema, en 2015, que ordenó cumplir un dictamen de 1997 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que consideró al Estado responsable y "recomendó" investigar los hechos. La sala I de Cámara de Casación Penal había declarado prescripto el caso y sobreseído a Arrillaga y a Jorge Varando, otro de los responsables de la masacre contra el grupo del MTP. Actualmente, Arrillaga cumple prisión perpetua por haber participado de la "Noche de las Corbatas" y otros crímenes de la dictadura militar.


En los reportes oficiales, José Díaz figuraba como “desaparecido” junto a otros tres militantes del MTP, Iván Ruiz, Francisco Provenzano y Carlos Samojedny. Sin embargo, el fotógrafo Eduardo Longoni lo había retratado en clara actitud de rendición. Durante el juicio se reveló que en los informes de la ex SIDE era mencionado 18 veces como “abatido”. Otros testimonios ratificaron que Díaz había sido capturado con vida. Incluso algunos militares, convocados por la defensa de Arrillaga, confesaron que habían sido instruidos por sus superiores para dar una versión diferente de los hechos.


La masacre de La Tablada constituyó uno de los crímenes más aberrantes cometidos por el régimen en democracia. El gobierno de Alfonsín dio rienda suelta al asesinato en masa de los militantes del MTP cuando en el ocaso de su gobierno buscaba un punto de apoyo en los militares frente a una situación que se desmadraba. Con el copamiento del cuartel, el MTP buscaba protagonizar una acción de propaganda para promover un programa democratizante (“democracia con justicia social”), pero se estrelló contra el militarismo alfonsinista. El tratamiento que recibieron fue bien diferente al que Alfonsín dispensó frente a los levantamientos encabezados por Aldo Rico y Mohamed Seineldín, ante los cuales concedió, sin disparar un solo tiro, las leyes de impunidad de Punto Final y Obediencia Debida. En este caso, en cambio, los militares atacaron con todas las armas a su alcance durante 36 horas. Los sobrevivientes fueron sometidos a fusilamientos sumarios y torturas.


Todos los partidos del régimen a apoyaron a los masacradores, desde la UCR hasta Menem y la CGT. Pero también Izquierda Unida, cuyos referentes, Luis Zamora y Néstor Vicente, enviaron condolencias a los militares caídos y condenaron la acción del MTP en nombre de la “democracia”. Varios de estos impostores simulan ahora horrorizarse ante aberraciones que fueron conocidas inmediatamente, 30 años atrás. Solamente el Partido Obrero y Madres de Plaza de Mayo denunciaron en ese momento el crimen que se acababa de cometer.


La condena de Arrillaga es un logro de la valiente y persistente lucha de familiares y sobrevivientes de la masacre, al cabo de estas tres décadas. Abre las puertas a nuevos procesos, pero será un camino escarpado. El tribunal rechazó encuadrar esos delitos en el marco de crímenes de Estado como había solicitado la querella. Cabe recordar que fue la Corte Suprema la que sentó doctrina de que no se pueden concebir crímenes de lesa humanidad en democracia. Asimismo, ante el pedido de cárcel común para Arrillaga, los jueces difirieron esa decisión al momento que la sentencia quede firme. Arrillaga cuenta actualmente 85 años de edad.


La continuidad represiva del Estado se revela en un hecho simbólico: el secretario de Derechos Humanos del macrismo, Claudio Avruj, participó de un acto en homenaje a los “caídos” de las Fuerzas Armadas durante el frustrado intento de copamiento.


La “democracia” argentina tiene las manos manchadas de sangre. La Tablada es una lección que jamás debe olvidarse.


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