Ante la ofensiva del gobierno y la jerarquía de la Iglesia contra los trabajadores

Trabajo para todos o subsidio de 350 pesos para todos los desocupados

Sobre un libreto previamente acordado con la jerarquía de la Iglesia, el gobierno ha co­menzado un ataque a fondo contra los planes de empleo que asisten aproximadamente a un millón novecientas mil familias mediante 150 pesos por mes, entre planes na­cionales y provinciales.


¿Qué pasó?, ¿sobrevino el empleo masivo? ¿Se acabaron los fondos para paliar los efectos de la deso­cupación? Ni una cosa ni la otra.


La desocupación persiste en un 19%, más una subocupación tam­bién masiva que arrojan más de cuatro millones de desocupados. Y en lo que hace a los fondos, el su­perávit fiscal “alcanzará este año, entre el 5 y 6% del PBI, muy lejos del 3% prometido por el Presiden­te” (Clarín, 25/10).


El gobierno se alinea con el Ban­co Mundial, el FMI y el conjunto de la banca, quienes reclaman más y más dinero para el pago de la nue­va deuda externa que abarca la friolera de 125.000 millones de dó­lares y en cuyo altar se congelaron los planes en 150 pesos y se despi­dió a 400.000 compañeros de sus fi­las mientras se ha mantenido una brutal devaluación de los salarios de docentes, estatales y de los gas­tos de salud y educación. Del mis­mo modo que confiscaron a los ahorristas en beneficio de la banca me­diante la pesificación resuelta por la Corte Suprema de Kirchner.


El gobierno y la jerarquía de la Iglesia atienden también los recla­mos de la Cámara Argentina de la Construcción, la Sociedad Rural y el conjunto de la clase capitalista que quiere manos libres en el mer­cado laboral para explotar por ci­fras ridículas, de sol a sol, a millo­nes de argentinos, cuando el 47% de la economía está en negro. Los exiguos 150 pesos se transforman en un obstáculo para pagar emple­os temporarios, a menudo en ne­gro, por 200 ó 300 pesos.


El plan Familias que se lanza pa­ra reemplazar los planes, elimina la responsabilidad del Estado fren­te a los desocupados. El planteo de los obispos es “él que trabaja gana, el que no, no”, olvidándose de los millones de desocupados. La mis­ma posición de los estancieros con los gauchos hace un siglo y medio, con el agravante de que ahora no se trata de ir a una estancia sino al abismo de la desocupación que ellos mismos crearon con las pri­vatizaciones, con la flexibilidad la­boral, con la miseria salarial, des­cargando la deuda externa y la crisis que los capitalistas crearon so­bre las espaldas de los trabajado­res.


El plan Familias, también im­pulsado por Elisa Carrió, López Murphy y la UCR, se refiere a ma­dres solas, que se declaren indi­gentes con un tope de 200 pesos.


Será sobre un universo sensible­mente inferior a los actuales bene­ficiarios de los planes nacionales y provinciales. Y además buscan des­viar el eje de una reivindicación de los trabajadores al de la caridad.


No tienen autoridad para hablar contra el clientelismo precisamen­te la Iglesia, Duhalde y ahora Kirchner, quienes repartieron las planillas de los planes Jefas y Je­fes desde los consejos consultivos, cuyas prácticas punteriles enfren­tamos precisamente las organiza­ciones piqueteras de esta Asam­blea Nacional. La organización de los desocupados en asambleas ba­rriales, mediante cuerpos de dele­gados que luchan por el puesto ge­nuino, constituyó bolsas de trabajo y defendió con sus proyectos comu­nitarios y productivos a los traba­jadoras de la explotación mediante el empleo de desocupados en lugar de obreros municipales o estatales, o incluso en empresas privadas me­diante el plan de la ex ministra y hoy diputada Camaño de Barrio- nuevo. Contra ese clientelismo, pa­ra extender los planes a todos los desocupados corrió la sangre de Kosteki y Santillán y de tantos! otros compañeros.


Al clientelismo se lo combate con la universalización de un subsidio para todos los desocupados que no puede estar por debajo de 350 pe­sos, hoy el 80% del importe del sa­lario mínimo, equivalente a la lí­nea de indigencia. Continuaremos la lucha por estos objetivos, mien­tras no haya trabajo para todos los compañeros.


Pero no vimos ni escuchamos a los obispos de la Iglesia argentina! cuando, apoyados en nuestra for­midable movilización, la ANT llegó al Congreso de la Nación con un proyecto alternativo de ley laboral [ para reducir la jomada laboral a 6 horas, repartir las horas de traba­jo, derogar todas las leyes flexibles, terminar con el trabajo en negro y] elevar a 800 pesos el salario míni­mo. El poder político, con el silen­cio de la Iglesia y el apoyo de las dos centrales sindicales, prefirió una segunda ley Banelco.


Aquellas propuestas de la ANT son el camino para acabar con la desocupación, y así se defiende la cultura del trabajo. No le enseña­rán la “cultura del trabajo” a las madres y padres de la clase obrera argentina que se ha jugado en Ca­leta Olivia cortando rutas y ocu­pando las empresas petroleras que se roban la riqueza y el futuro de nuestra juventud. Con esa lucha nuestros compañeros consiguieron más de 2.000 puestos de trabajo en la industria petrolera y de la construcción que le niegan el gobierno y los pulpos capitalistas en todo el país. Así lo vienen haciendo desde Tartagal, Mosconi y Cutral-Co y así lo seguiremos haciendo en unidad con toda la clase trabajadora por trabajo y por salario.


Esta lucha cuesta ya 40 presos políticos, represión y más de 4.000 procesados en este gobierno de Kirchner y el FMI. Su libertad, jun­to a todas las reivindicaciones, se­rán las consignas de esta navidad; nos tendrán en la calle cada día en cada rincón del país y por ella mar­charemos hacia la Plaza de Mayo este 20 diciembre. Fuera el FMI, vivan los trabajadores.