Frente a la masividad de la Marcha Federal piquetera, que culminó con una concentración de 250 mil personas en las puertas del Ministerio de Desarrollo Social, la estigmatización a los manifestantes como recurso para desacreditar sus reclamos estuvo a la orden del día y provino de ambos lados de la supuesta “grieta”.

Por parte del Frente de Todos, tuvimos las desvergonzadas declaraciones de Victoria Tolosa Paz, que, en lugar de atender las demandas urgentes de quienes se movilizaron, cuestionó que las y los compañeros del movimiento piquetero llevaron a sus hijos a la jornada de lucha, como si a la ministra le importaran las infancias siendo parte del gobierno responsable de que seis de cada diez niñxs y adolescentes vivan en la pobreza.

Asimismo, Patricia Bullrich, precandidata a presidenta por Juntos por el Cambio, salió a tuitear que “Conmigo, esto se acaba”, mostrándose como garante de la mano dura contra la protesta social. Por un momento, dejó de lado sus discrepancias con el gobierno para cerrar filas con el oficialismo en contra de los que luchan. Como vemos, no hay grieta entre los partidos patronales a la hora de atacar la movilización popular.

Ahora bien, su afirmación parece confirmar el refrán que dice “dime de qué te jactas y te diré de qué adoleces”. Es indudable que el carácter multitudinario de la Marcha Federal inquieta a la clase capitalista y en particular a la oposición de derecha, que aparece como la principal variante de recambio político. Que hayan habido 250 mil personas en la calle es una advertencia a quienes buscan aplicar en un próximo gobierno el plan de guerra contra los trabajadores que reclama la burguesía (reforma laboral, megadevaluación, etc.).

La arenga represiva de Bullrich no puede ocultar que el ocaso del gobierno de Macri inició con la pueblada del 14 y 18 de diciembre de 2017, y con ella se frustraron los planes de Cambiemos de hacer votar la reforma laboral en el Congreso. De hecho, el movimiento piquetero se multiplicó bajo su mandato por la pérdida masiva de puestos de trabajo. Nada asegura entonces que si llega a ganar las elecciones logre doblegar a la clase trabajadora e imponer su agenda reaccionaria.

Por eso, el conjunto de los políticos capitalistas y sus medios de comunicación se esfuerzan tanto en demonizar a las organizaciones piqueteras ante la opinión pública, como se pudo ver en los reportajes repletos de preguntas insidiosas que se hicieron durante la Marcha Federal. Saben que el ajuste fondomonetarista que respaldan genera un polvorín social y quieren evitar a toda costa que el resto de los sectores oprimidos se rebelen contra tantos agravios.

En sentido opuesto, el Partido Obrero en el Frente de Izquierda dedica todos sus esfuerzos en promover la unidad estratégica entre trabajadores ocupados y desocupados, completamente decisiva en momentos donde se dirime qué clase social va a pagar la factura de la crisis.

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