El Triunvirato Cayetano se integra al Estado

Colocan funcionarios en el gobierno de Fernández, que busca consolidar un régimen de trabajo precario.

Con la designación de Emilio Pérsico (Movimiento Evita) a cargo de la Secretaría de Economía Social y de Daniel Menéndez (Barrios de Pie-Somos) como subsecretario de Promoción de la Economía Social y Desarrollo Local, dos pesos pesados del Triunvirato Cayetano acaban de consumar un salto de calidad en su cooptación al Estado, en línea con su apoyo incondicional al Frente de Todos y a la candidatura de Alberto Fernández.


Por su parte, Juan Carlos Alderete (CCC) acaba de asumir en la Cámara de Diputados como parte del bloque de diputados del nuevo oficialismo, sin escatimar en elogios para el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, con quien se comprometió a trabajar en común. Y Rafael Klejzer (Movimiento Popular La Dignidad – CTEP) se incorporó a la cartera de Arroyo bajo el cargo menor de director.


Para quienes vienen siguiendo la involución de los movimientos sociales vinculados a las variantes patronales esto no es una sorpresa. El triunvirato ha sido una de las patas fundamentales en el operativo de contención que buscó evitar a toda costa la irrupción de los trabajadores y desocupados en estos años, en el cuadro de un agravamiento sin precedentes de las condiciones de vida. Ya desde el inicio del gobierno de Macri, selló su política de acompañamiento del ajuste gubernamental con asistencialismo, mediante un pacto de paz social firmado en 2016 con la ministra Carolina Stanley, que le garantizaba al gobierno “no realizar acciones de lucha por 3 años” (!!!). Bajo el slogan de “Hay 2019” y de que hay que “evitar las calles“, se buscó imponer un recambio electoral y una transición ordenada mientras se destruían cientos de miles de puestos de trabajo, se liquidaba el poder adquisitivo de los sectores populares y los índices de pobreza escalaban arriba del 40%.


Los socios políticos del triunvirato -el PJ en todas sus variantes dentro del Frente de Todos- actuaron en complicidad, acompañando los paquetes de leyes antiobreras y allanando el camino a las medidas de ajuste, al desalentar la lucha contra el hambre y la miseria.


El carácter reaccionario de la contención del Triunvirato Cayetano y los sindicatos burocráticos, bloqueando la profundización de una lucha popular que había mostrado su potencial en las jornadas del 14 y 18 de diciembre del 2017 contra la reforma previsional, se hace aún más claro cuando se ve la rebelión en la vecina Chile contra el derechista Sebastián Piñera. La burocracia sindical y la de las organizaciones sociales se jactaron de su rol en pacificar a las masas populares frente al ajuste; de lo que no se pueden jactar es de haber combatido el crecimiento de la pobreza, la indigencia y la desocupación.


Contrastando este camino de cooptación y de disolución política, el Polo Obrero conformó, junto a otras organizaciones, el Frente de Lucha Piquetero, que desarrolló las principales luchas contra el gobierno ajustador de Macri y sus socios políticos, protagonizando importantes movilizaciones, cortes, jornadas de lucha, plenarios e incluso contundentes acampes que llegaron a extenderse durante días.


La lucha por organizar un movimiento de trabajadores desocupados independiente del gobierno, que establezca un programa de reivindicaciones y un método de acción,  nunca estuvo tan al orden del día como en la actualidad, cuando la pobreza y la desocupación se extienden por todo el país.


¿Economía popular o trabajo precario?


No es un dato menor que los referentes de las organizaciones que nuclean a más compañeros inscriptos dentro de los programas sociales –Hacemos Futuro (HF) y Salario Social Complementario (SSC)- terminen amontonados en la Secretaría de Economía Social.


El macrismo transformó las cooperativas del Argentina Trabaja, que realizaban diversas tareas de mantenimiento y acondicionamiento de espacios públicos, en los programas HF, cuya obligación es estudiar bajo un régimen de formación precario. Y mantuvo los SSC, donde los compañeros deben contraprestar tareas en proyectos comunitarios y cooperativas sin insumos por parte del Estado, ni derecho de ningún orden. Contra esta orientación, el gobierno de Fernández procura una vuelta al esquema kirchnerista, recargado, con la idea de transformar estos programas en “Cooperativas de trabajo y producción” en cinco áreas: construcción, textil, producción de alimentos, reciclado y cuidado; para lo cual Desarrollo Social destinará un refuerzo de 30 mil millones de pesos (Pagina12, 16/12).


La “recomposición” económica del gobierno de Fernández vendría de la mano de un aumento sin precedentes de la precarización laboral, rubro en el que el kirchnerismo ya cortó mucha tela en sus 12 años de gobierno. Lo que está esbozado no implicaría la creación de puestos de trabajo genuino, bajo relación de dependencia y encuadrados en la actividad de su correspondiente convenio colectivo de trabajo, sino la reedición, a gran escala, de la experiencia de las cooperativas, pero con un adicional para los lugartenientes de este proyecto: el reconocimiento de un sindicato y obra social propios.


El sindicato


El sábado próximo tendrá lugar un encuentro en Ferro donde se realizará el lanzamiento de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) conformado por la CTEP, la CCC, Barrios de Pie-Somos y una fracción del Frente Popular Darío Santillán (FPDS) ya integrada al kirchnerismo. También se encuentran las tratativas para fundar una obra social propia que gestione los recursos destinados para estos sectores.


Para las organizaciones del Triunvirato Cayetano esto no entra en contradicción con sus planteos de fondo. Este sector se ha dedicado durante años a hacer un elogio de los esquemas precarizados de trabajo bajo el eufemismo de la “economía popular”; una reivindicación del trabajo “independiente y emancipador” sin demandar al Estado el reconocimiento de la relación laboral inmanente detrás del formato de cooperativas de trabajo. La incorporación del “sindicato de los precarizados” divide reivindicativamente a los obreros de una misma actividad, con convenios a la baja para los de la “economía popular”. 


Por otro lado: ¿al sindicato de los desocupados o de la “economía popular” se pueden afiliar todos los desocupados con planes? ¿El voto para elegir a la directiva del sindicato es por voto directo? ¿Hay reconocimiento de minoría en la conducción? Todo indica que no, sino que sería solo un acuerdo de las cúpulas: “La CTEP, Barrios de Pie, CCC y el Frente Darío Santillán se preparan para conformar un Sindicato de Trabajadores de la Economía Popular. El paso significa, en lo formal, la unificación de sus personerías. En lo político, la mirada apunta a un cambio de etapa. Muchas condiciones para dar un salto de crecimiento están dadas: las cuatro organizaciones hicieron campaña por el Frente de Todos y serán parte del gobierno, con acceso a la gestión. Se disponen a entrar a este ciclo con un gremio que posiblemente se integrará a la CGT” (Página12, 9/12).


El viejo anhelo de los sucesivos gobiernos de achicar el plantel de programas sociales vendría de la mano de una depresión de las condiciones de trabajo del movimiento obrero por medio de la institucionalización del trabajo precarizado e informal. A cambio, el gobierno ofrece el reconocimiento de una estructura análoga a la sindical, que quedará en manos de sus colaboradores y que tendrá por propósito regimentar al movimiento de desocupados por medio de nuevos mecanismos.


Por la organización independiente


La integración al Estado es el intento de esterilizar la fuerza de lucha y potencialmente revolucionaria de los desocupados y precarizados como parte de la clase obrera, convirtiendo al poderoso Movimiento Piquetero en dóciles organizaciones sociales -transformación que CFK  se enorgulleció en reivindicar.


Todo trabajador desocupado sabe que a la hora de organizarse y luchar tendrá que hacerle frente al responsable de sus penurias y su situación de miseria: el Estado. Cuando el gobierno de Fernández se apresta a negociar con el FMI, y ofrece un pacto social sin perspectivas de progreso para los desocupados y los trabajadores, es cuando los desocupados más debemos organizarnos, con nuestra independencia de clase y nuestros métodos de acción, con la consigna estratégica de la unidad de ocupados y desocupados -no con la burocracia entreguista de la CGT  y las CTAs- sobre la base de un pliego de reivindicaciones común para enfrentar un régimen antiobrero e irrumpir con nuestras propias demandas. Este es el camino que ha convalidado el Polo Obrero en su reciente Congreso Nacional y que auspicia el desarrollo de un movimiento de lucha independiente del Estado y sus gobiernos.