Este jueves tiene lugar una marcha multitudinaria que parte desde la rotonda de San Justo, donde se cruzan dos rutas nacionales (R3 y R4), para marchar hacia la UFI N° 12 a cargo del fiscal Carlos Arribas.

La masacre, que ha tenido repercusión nacional, fue perpetrada por un grupo mafioso vinculado con el narcotráfico y en connivencia con la policía.

Allí fueron ferozmente acribillados cinco vecinos, mientras se desarrollaba una asamblea barrial. Los asesinados pertenecen a distintas nacionalidades: argentina, boliviana y peruana.

Entre ellos, fue asesinado de cuatro impactos de bala, nuestro compañero Tomás Chávez, joven argentino de 27 años, padre de tres menores y jefe de familia. Él se organizaba en una asamblea de Villa Celina, y estaba en el barrio 8 de Diciembre de González Catán defendiendo un pedacito de tierra para poder vivir. Tomás era albañil y sus compañeros, familiares y amigos, lo recuerdan como una persona solidaria, alegre y siempre dispuesta a estar para los demás.

Más jóvenes fueron asesinados: Luis Vascopé, de 17 años, quien fue recientemente papá; Eduardo Rivera, 24 años; Leonel Tapia, de 29 años, y Gregorio Mamani Choque, de 40 años, todos ellos familiares directos de compañeros de lucha del MTR Votamos Luchar por el Cambio Social.

Notablemente, todos estos compañeros, que muchos no se conocían entre sí, eran vecinos de la localidad de Villa Celina. Y no es casualidad. La localidad aledaña a la Capital Federal tiene condiciones de hacinamiento y sobrevaloración de los alquileres. Una pieza con baño compartido puede llegar a costar entre 150 y 200 mil pesos por mes. Valor que ningún trabajador precarizado (como lo eran estos jóvenes) podría sostener.

En el marco de una crisis económica, social y habitacional, miles de familias son empujadas a la marginalidad, por un sistema criminal, que condena a las familias obreras a vivir en condiciones espantosas. Y fue esa la suerte que corrieron nuestros compañeros.

Mientras tanto, los gobiernos de todos los niveles han salido a criminalizar esta masacre. Lejos de pronunciarse contra los sicarios y narcos que asesinaron a sangre fría, emitieron un comunicado ¡culpabilizando a las víctimas!

En la misma línea, la ministra Bullrich esgrimió en medios televisivos que “usurpadores de tierras y extranjeros deberían ser deportados”, lo que le faltó aclarar que esa medida solo correría para personas pobres, y no para los propietarios de Lago Escondido, por ejemplo. Un nivel de racismo repudiable.

El gobierno de la provincia de Buenos Aires, desalojador de Guernica, tampoco ha emitido opinión.

El reclamo por urbanización y una tierra para vivir está al rojo vivo en la provincia y en La Matanza.

Este jueves 18 de enero, miles de personas se convocan en la rotonda de San Justo, intersecciones de ruta nacional 3 y 4, para marchar a la fiscalía y exigir justicia.

Connivencia policial

Por supuesto, nada de esto podría ocurrir sin el visto bueno de la policía. Los vecinos aseguran que estos delincuentes recorrían cada tanto el barrio con los propios patrulleros de las comisarías aledañas a la zona. Concuerda con la demora policial, el domingo 14, cuando se desató la masacre. La policía demoró varias horas, que fueron clave para la huida de todos los autores materiales e intelectuales del hecho, y sumado a eso, al día siguiente, medios de comunicación recorrieron las escenas del crimen y no hubo peritajes que preserven las pruebas de elementos y proyectiles dispersados por la zona.

Claramente, el negocio jugoso del narco, la descomposición social y la trama mafiosa entre drogas y poder, están presentes en este caso, que se cobró la vida de compañeros luchadores que solo querían un pedazo de tierra para poder vivir.

Nuestro reclamo de justicia va de la mano del reclamo por tierra, vivienda y urbanización para los vecinos del barrio 8 de Diciembre, ahora conocido como “14 de Enero” en homenaje a los caídos.

Basta de mafias. Juicio y castigo a los culpables. Tierra para vivir.

https://prensaobrera.com/politicas/una-familia-necesito-495-000-en-diciembre-para-no-ser-pobre