La ruptura del acto del 26 por el grupo de Altamira y el MTR Martino

Foto: Daniel Peluffo, Ojo Obrero Fotografía

El 26 de junio es un acto de enorme importancia para el movimiento piquetero. El acto del 26, en el Puente, ha tenido históricamente un carácter de frente único sobre la base de consignas irrenunciables, como son la denuncia de los responsables políticos: Duhalde, Solá, Juan José Álvarez, Anibal Fernández y el resto de los funcionarios políticos que intervinieron en la planificación de la masacre de Avellaneda.


Luego, cada año el 26 es una fecha que refleja las luchas y reclamos del movimiento piquetero contra los diferentes gobiernos. Así, por ejemplo, el 26 de junio del 2019 el macrismo impidió el acceso al Puente Pueyrredón, mediante un enorme operativo represivo frente a una movilización masiva. Los 26 han sido siempre grandes jornadas de lucha.


La particularidad de este 26 de junio es que la vuelta del peronismo al poder, acompañado de gran parte de las organizaciones del triunvirato piquetero, coloca en forma muy clara como un eje la lucha contra la integración al estado de un sector del movimiento piquetero. El acto del puente fue muy claro en este sentido, denunciando a quienes reivindican a Darío y Maxi pero han abandonado, por ejemplo, la denuncia del rol de Felipe Solá en la masacre de Avellaneda. Las organizaciones integradas al gobierno se guardaron este 26, mientras el gobierno de Alberto Fernández cobija a los Solá o Anibal Fernandez.


Frente a este panorama y, más aún, teniendo en cuenta la situación de pandemia, estaba planteado mas que nunca la defensa de un frente único de las organizaciones independientes. La elaboración de un documento consensuado entre las organizaciones históricamente convocantes fue un paso en este sentido. El documento toma toda la agenda de reclamos del movimiento popular y desarrollar una delimitación del gobierno en todos los terrenos, desde el pago de la deuda hasta la denuncia del hambre que crece en los barrios.


A contrapelo de la necesidad de una movilización común, el grupo de Altamira y el MTR Martino, además del MIJD de Castells, parieron un documento propio que queda muy por detrás del documento de consenso en términos de una denuncia a la política del gobierno y realizaron un acto propio, adelantándose a ocupar el puente antes de que la cabecera de las organizaciones avanzara.


Este documento, que entre otros “olvidos” no menciona a Mariano Ferreyra, fue hecho público mientras las organizaciones que históricamente convocan a la jornada discutían la modalidad del acto, debido a la necesidad de tomar recaudos en el marco de la pandemia. Nunca intentaron llegar a un consenso en torno a un documento único y concurrieron al puente con la decisión tomada de dividir el acto. El MIJD y el MTL rebelde, por otro lado, firmaron el documento y no fueron ni con una bandera a la actividad.


Por su lado, el grupo de Altamira desprecia al movimiento piquetero. Dicen en una nota reciente “Antes de la pandemia (el Plenario Sindical Combativo) convocaba al movimiento social del Polo Obrero a las manifestaciones, para disimular las esmirriadas filas de militantes y activistas que lograba reunir”. O sea que los del Polo no serían militantes ni activistas ni habría que convocarlos a movilizar con los obreros.


Pero para ocupados o desocupados, la línea es romper: la ruptura del acto del puente es una continuidad de la ruptura con el Plenario Sindical Combativo de cuyas acciones han dejado de participar. Lo mismo vale para las movilizaciones realizadas en común con la izquierda.


Mientras rompen el acto del 26, embellecen al ejército responsable de la represión en los barrios. Dicen por ejemplo: “(…) la distancia social entre la tropa y los vecinos de las barriadas se ha vuelto prácticamente nula. Esa interacción con las familias trabajadoras encierra un componente potencialmente explosivo”.


El antecente histórico que registra la ruptura del frente único de lucha de los 18 años de movilizaciones en el Puente Pueyrredón son los actos paralelos montados por el kirchnerismo, a través de diferentes organizaciones como el Movimiento Evita (que no existía en 2002) o sectores que responden al hoy funcionario del PJ de Varela, Juan Cruz Daffunchio, cooptado por el gobierno de Nestor Kirchner.


Como se suele decir, la historia repite las tragedias pero como farsa. Quebrar el frente único de las organizaciones independientes es funcional, siempre, al gobierno. Más aún si es una línea de acción permanente y se combina con los elogios al aparato represivo y el desprecio anti piquetero.