¿Qué pasó el 20 de diciembre de 2001?

La Matanza

Faltando tan solo días para cumplirse los 20 años del Argentinazo, la clase obrera nuevamente ocupa las calles con los mismos reclamos. Todos sabemos de la enorme crisis económica y social vivida en la Argentina en el período 2000-2001, pero ¿qué significó el Argentinazo para la clase trabajadora?  ¿Qué pasó el 19 y 20 de diciembre?

La respuesta a estos interrogantes es un gran estallido popular frente al régimen de hambre y saqueo, que se comenzó a gestar en la década de los ’90, tutelado por el Fondo Monetario Internacional que, junto con Menem, en aquel entonces presidente, y Cavallo, ministro de Economía, delinearon un plan, aplicando la ley de convertibilidad, avanzando con la flexibilización laboral y el ajuste en los salarios, lo que generó una gran ola de despidos masivos, dejando para diciembre 2001 un saldo de 4 millones de desocupados.

Todas estas acciones políticas empeoraron las condiciones de vida del conjunto de los trabajadores que, a su vez, se vieron abandonados por sus sindicatos, dejando pasar en las fábricas los despidos y la flexibilización laboral.

De la mano de grandes asambleas barriales, ollas populares y movilizaciones, comienza la lucha de la clase trabajadora desocupada, con los métodos piqueteros, al grito de “trabajo genuino y contra el hambre”. Un ejemplo de ello son los petroleros despedidos de YPF, que dieron una gran lucha contra la privatización llevada adelante por Menem con el respaldo de los gobernadores provinciales como Néstor Kirchner, organizando grandes puebladas en Salta, Tartagal, Jujuy y General Mosconi.

A su vez, estas políticas de ajuste y entrega perpetradas para garantizar el pago a la deuda afectaron también a la juventud. El gobierno intentó avanzar en una reforma estudiantil y en la privatización de la educación pública. Los representantes estudiantiles de la Federación Universitaria de Buenos Aires (Fuba), en ese momento dirigida por la Franja Morada (de la Unión Cívica Radical), que se encontraba ligada a los recortes y al gobierno, no levantaron ningún planteo de lucha para enfrentar el avance sobre la educación, dejando desamparados a miles de estudiantes. Los centros de estudiantes sirvieron como agrupamiento de lucha, base para que luego el activismo de izquierda recupere la federación universitaria, independiente del gobierno y al servicio de las luchas.

Ante la crisis que vivía el país, los capitalistas empezaron a preparar un cambio para abandonar la convertibilidad y producir una devaluación, por ello fueron fugando dólares del país dejando las arcas vacías. En ese cuadro, el 2 de diciembre de 2001, el gobierno de Fernando de la Rúa, que sucedió a Menem, lanzó una disposición económica, conocida como el  “corralito”,  que golpeó al conjunto de la población. La misma limitaba la extracción de dinero en efectivo de los bancos y fue diseñada por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo (que había vuelto al ministerio pero bajo otro gobierno) para garantizar el pago de la deuda externa, llevándose puesto los pocos ahorros de la clase media y la estabilidad del conjunto de los trabajadores.

El 17 y 18 de diciembre se dieron saqueos en varias ciudades del interior del país y del Gran Buenos Aires como resultado del hambre, la miseria y el desempleo que avanzaba a pasos agigantados. Ante esto, De la Rúa declara un estado de sitio la noche del 19 de diciembre, que terminó siendo la gota que rebalsó el vaso. Al grito de “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” y el sonar de cacerolas, se coparon las calles con miles de trabajadores, contra De la Rúa, Cavallo y el FMI.

La movilización popular fue un factor determinante para ponerle fin al gobierno hambreador de la Alianza, abriendo una crisis política sin precedentes en el país.

A 20 años del Argentinazo, nos gobiernan los herederos de la convertibilidad y el corralito. La verdadera grieta es entre quienes quieren pagar la deuda con el hambre del pueblo y la represión, y los que nos organizamos todos los días rechazando cualquier tipo de acuerdo para que nos sigan saqueando. Todos los gobiernos que siguieron, Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Kirchner, Macri, y ahora Alberto Fernández, siguen manteniendo los lazos con el FMI a costa de empobrecer más a los trabajadores y quitar derechos elementales, como el derecho a un trabajo genuino, a la vivienda, a la educación y a la salud.

Es por eso que la conclusión es clara, nos tenemos que seguir organizando por nuestras reivindicaciones, contra la reforma laboral y para luchar por un gobierno de los trabajadores, que partiendo de dejar de pagar la deuda externa, plantee la nacionalización de la banca y del comercio exterior, para volcar el ahorro nacional para la industrialización del país, reorganizando el país sobre otras bases sociales, que responda a las necesidades de las mayorías populares.

La gran movilización del 11 contra el pacto del FMI, con miles de trabajadores ocupados y desocupados en Plaza de Mayo, es un ejemplo de la lucha que debemos mantener en alza para las próximas etapas que se vienen.  ¡Viva la clase obrera organizada!

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