Situación explosiva en San Luis.

16.000 trabajadores concentrados a lo largo del Río Seco (8 km por 20 m), por el medio de la Capital, “trabajando” 8 horas con pico y pala en la limpieza de lo que fue un basural de la ciudad, por 300 pesos mensuales, pagaderos en “cheques” (bonos) quincenales canjeables en los comercios adheridos: ésta ha sido la “solución” a la grave desocupación tantas veces negada en el “otro país” del Adolfo, por su hermano Alberto Rodríguez Saá.


Obreros especializados que pusieron en marcha e hicieron producir con maquinaria moderna el Parque Industrial, hoy ven el menoscabo a su capacidad de crear riquezas en trabajos genuinos, limpiando a pico y pala la basura del cauce del río.


Comienza la rebelión


El 20 de junio el ejército juró a la bandera al margen del Río Seco; el “Alberto” concentró, en este acto, a los pasantes del río: el inicio del discurso fue interrumpido con gritos exigiendo: “por 8 horas de trabajo queremos el salario mínimo vital y móvil de 450 pesos del Adolfo”. Hoy se ha reducido el horario a 6 horas por jornada.


El Polo Obrero de San Luis se organiza y plantea la duplicación de los 300 pesos, que se reabran las fábricas abandonadas por la patronal, expropiándolas sin indemnización poniéndolas a producir bajo el único control responsable de los trabajadores.