Mujer

3/2/2020

A 16 años del asesinato de Sandra Cabrera, luchadora contra los abusos a las mujeres prostituidas en Rosario

El 27 de enero se cumplieron 16 años del asesinato de Sandra Cabrera a manos de la policía en Rosario. Sandra ejercía la prostitución en la zona de la terminal de ómnibus de la ciudad y fue ultimada por denunciar los crímenes policiales en torno a la explotación sexual y el narcotráfico que tenía a las mujeres en situación de prostitución como su “mano de obra”. 


En la errática causa en la que se investigó su asesinato, ocurrido en 2004, se determinó que el autor material del tiro en la nuca que se cobró la vida de Sandra fue un policía de la división Drogas peligrosas de la Federal, Diego Parvluczyk, que mantenía una relación con Sandra y regenteaba el menudeo de cocaína y marihuana en la terminal de ómnibus explotando a las mujeres prostituidas como “mulas”. 


La caja negra de la Policía Federal también se engordaba con las coimas que recibían por permitir el ejercicio de la prostitución callejera que penaban los por entonces códigos de faltas imperantes en Santa Fe, que fueron derogados recién en 2010 y a raíz de este crimen, gracias a la lucha de las compañeras de Sandra. Mediante este mecanismo extorsivo, la policía fortalecía a su vez a la red de proxenetas que explotaba a mujeres adultas y menores de edad en los cabarets circundantes a la terminal Mariano Moreno. 


Al calor de enfrentar estos atropellos policiales Sandra se convirtió en la secretaria general de Ammar (Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas) de la seccional Rosario y denunció fuertemente la complicidad de la Policía de Moralidad Pública (de origen provincial) por amparar la explotación sexual de niñas. Según relatan sus compañeras de entonces, con el crimen de Sandra la policía apuntó y logró desorganizar a Ammar por miedo a ser nuevas víctimas del gatillo fácil. 


El poder judicial y político facilitó la impunidad de Parvluczyk, el único imputado en la causa y que finalmente terminó absuelto “por falta de pruebas”, por lo que al día de hoy no hay ningún responsable del asesinato de esta sanjuanina de 32 años, una valiente defensora de las mujeres prostituidas en Rosario contra los atropellos policiales.  


El poder político, por el contrario, protegió a las mafias policiales, tal es el caso de Aníbal Fernández, que detentaba el cargo de jefe de una policía Federal que no pagó ni con la cárcel de un solo hombre el crimen de esta luchadora social. Por su parte, los gobiernos de Jorge Obeid (PJ) y Hermes Binner (PS) se limitaron a disolver una muy cuestionada policía de la Moralidad, que como en un relato de Orwell, era la encargada de proteger todas las inmoralidades de la explotación capitalista. Como es evidente, no tocaron un pelo del andamiaje proxeneta y narco que opera impunemente en Rosario.


Ammar: de la lucha contra el Estado a su integración


Este nuevo aniversario fue aprovechado por las actuales titulares de Ammar a nivel país para realizar un acto conmemorativo en Rosario donde la denuncia del accionar policial, ineludible por el relieve del caso, quedó desenganchada de cualquier tipo de denuncia política y de la exigencia de la reapertura de una causa que está impune, luego de que el juez Alfredo Ivaldi Artacho haya sobreseído el único imputado en la causa (el oficial Parvluczyk) “porque las palabras del imputado eran más creíbles que las de una prostituta como Sandra”.



El acto tuvo la finalidad de legitimar con la figura de Sandra los actuales lineamientos de Ammar y su campaña política tendiente a mostrar la contraposición que existiría entre la prostitución voluntaria con la trata de personas, que dicen combatir, mediante la lucha por conquistar “derechos laborales para las trabajadoras sexuales autónomas”.


Esto quedó en claro en boca de Georgina Orellano, actual secretaria general de Ammar Argentina quien dijo en el acto: “Sandra en 2004 denuncia la complicidad de ciertas áreas de la Policía, como Moralidad Pública, con la trata de personas que se daba en los cabarets o privados de la zona de la terminal, estos establecimientos tenían total libertad para trabajar y explotar mientras que las perseguidas eran las trabajadoras de la calle, las autónomas, porque justamente querían limpiar la zona para que puedan trabajar tranquilamente estos lugares beneficiando económicamente a la Policía” (El Ciudadano, 26/1).


Lo cierto es que prostitución y explotación sexual son eslabones de una misma cadena capitalista, como lo muestra la propia denuncia de Sandra respecto del entramado de complicidades estatales para obtener beneficios del regenteo de este negocio. Ya sea que el explotador sea un cafisho, la policía, un fiscal o un juez, la situación de vulnerabilidad extrema en que se encuentra una mujer en situación de prostitución favorece todo tipo de atropellos y abusos que no pueden ser detenidos mediante la obtención de un monotributo. 


Este hilo conductor llega a la propia Ammar, con numerosos casos (San Miguel, Mar del Plata, Neuquén) de supuestas representantes gremiales devenidas en “madamas” encargadas de montar fachadas de trabajo cooperativo “independiente” que encubren redes de explotación sexual de mujeres y niñas, incluido el secuestro de inmigrantes sometidas a la esclavitud con sus pasaportes retenidos -como en cualquier red de trata. 


Justicia por Sandra, contra toda forma de explotación y opresión


La voz denunciante de Sandra mostró los padecimientos sufridos debido a la explotación sexual y su vinculación con el narcotráfico, así como el rol organizador de la policía. Lejos de embellecer esta miseria social, Sandra organizó a sus compañeras para luchar contra los atropellos del Estado. Todo lo contrario a integrarse a los partidos políticos patronales que defienden las bases materiales y económicas que motivaron su asesinato. 


La crisis de inseguridad que azota la provincia es indisoluble de un régimen narco sojero, montado sobre los puertos privados y las extensiones del latifundio donde operan los agro negocios, incluido los cotos de caza cercanos a los cauces de agua interiores, donde cada dos por tres desaparecen mujeres y niñas, un botín para las perversiones de los capitalistas.


Justicia por Sandra es luchar contra todo este régimen podrido.