Miles de mujeres se reunieron el sábado por la mañana frente al monumento a la Bandera en Rosario para dar inicio al XXXI Encuentro Nacional de Mujeres, en el que participarán no menos de 60 mil personas, según la Comisión Organizadora.

Desde barrios, lugares de trabajo y estudio; con carteles reclamando justicia por sus familiares frente a la impunidad del Estado, denunciando la cárcel a los luchadores de la UTA de Salta, exigiendo poner fin a la violencia obstétrica y pidiendo la reapertura de las paritarias; con banderas contra el ajuste y la tregua sindical; por el aborto legal, seguro y gratuito y contra los femicidios. Con cánticos contra la Iglesia y los gobiernos, la disposición a la lucha de miles de trabajadoras de todo el país estuvo claramente plasmada en las horas de largada de este enorme evento.

La composición no es uniforme. Están presentes grandes delegaciones de los Sutebas combativos, que no le dan tregua al gobierno de Vidal, como así también múltiples delegaciones burocráticas referenciadas con directivas de sindicatos que no luchan contra el ajuste ni por las demandas de las mujeres en el movimiento obrero. Desde arriba del escenario la Comisión Organizadora dio lectura a un documento al que le faltó más de lo que dijo, que obvió denuncias centrales para las mujeres y con el cual se diluyeron las denuncias al gobierno.

Sin embargo, las reservas de lucha entre las asistentes se mostraron desde la largada, con cientos de mujeres cantando consignas contra el gobierno y el ajuste y por los derechos de las mujeres, como la lucha contra la trata y por el aborto legal.

Mientras esto ocurría, otras 1500 mujeres hacían piquetes en cinco puntos diferentes de Capital y Provincia de Buenos Aires exigiendo los micros que debía colocar el Consejo Nacional de la Mujer y que llevaban una demora de siete horas.

Este arranque puso de relieve dos aspectos importantes que cruzan este Encuentro Nacional de Mujeres: la masividad y disposición a la lucha de miles de mujeres, de un lado, y la tendencia a la conciliación con poderes enemigos de las mujeres, como los gobiernos y la Iglesia, por parte de la mayoría de las organizadoras.

Esta tensión debe saldarse en favor de los reclamos más sentidos de las mujeres: abajo el ajuste, abajo el pacto de la iglesia, el gobierno y la burocracia sindical, basta de femicidios, por el aborto legal, seguro y gratuito.

¡Adelante, compañeras!