Mujer

2/4/2020|1587

Barbijo rojo o feminismo “low cost”

Reclamamos un plan efectivo para poner en pie la asistencia inmediata mientras dura la cuarentena

Bajo la cuarentena se sucedieron femicidios cada 12 hs. que llevaron estupor a la ya sensibilizada sociedad argentina. Con el asesinato de Claudia en Mar del Plata y de Cristina y Ada en Lanús, la indignación se transformó en reclamos y propuestas.


Horas antes de concretarse la acción, un ruidazo y hashtags en las redes, la ministra de las Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta, se presentó mediáticamente con una iniciativa: ordenar a las y los trabajadores farmacéuticos a llamar a las líneas oficiales de emergencia si alguna mujer se presenta frente a ellos pidiendo un “barbijo rojo”, señal de que la persona portante del mensaje está en peligro.


La acción propuesta es anodina en estado superlativo y fue pensada para sortear la demanda de acciones concretas. Para presentar la propuesta la Ministra no dio precisiones de que su propuesta hubiese tenido algún tipo de efectividad en algún lado, porque no las tiene.

Por el contrario, versiones similares de acciones, todas destinadas a colocar la responsabilidad en las víctimas y no en que el Estado vaya a buscar a las personas que padecen violencia, han sido por demás negativas, porque ante la falta de efectividad se produce un desahucio de las víctimas y una negativa de estas a denunciar.


El botón antipánico, tal como lo administran la justicia y los gobiernos, es otra versión de “barbijo rojo”. La iniciativa está en manos de una víctima, que por otra parte ya hizo denuncias y se ve obligada a seguir haciéndolas sin que se modifiquen ni sus condiciones de vulnerabilidad ni nada. No se garantiza el cumplimiento de las perimetrales, las mujeres deben denunciar su violación sin obtener resultados de parte del gobierno o la justicia, hasta que el asesino llega a su víctima y la mata con el botón en la mano. La prórroga de las decisiones judiciales cae en saco roto cuando desde esas instituciones del Estado no se hace nada por detener al violento. Por otra parte el gobierno nacional y los gobiernos provinciales tienen un mapa exacto de la procedencia de las llamadas de auxilio que reciben, esta información resulta fundamental para armar el mapa de la atención y el rescate de víctimas mujeres y niños.


Gómez Alcorta, que se llamó a silencio ante los últimos casos de femicidios, en especial frente al de Fátima Florencia Acevedo en Paraná, por tratarse de la inacción de gobiernos dirigidos por gobernantes del mismo palo que ella, vuelve a desoír a las víctimas en esta ocasión.


Las denuncias están, faltan las respuestas


El caso “barbijo rojo” pretende dar una señal de que están faltando las denuncias, sin embargo, solo en la provincia de Buenos Aires, los llamados a las líneas de emergencia crecieron un 60% y la ministra Díaz calcula que el 30% son incremento genuino de denuncias de violencia (Pagina 12). Más allá del relato de algunos tips generales, como ser el “reforzamiento” de las lineas de atención, no hay registro en las crónicas periodísticas al respecto de cómo se atienden las emergencias, de qué respuestas van a encontrar las víctimas alli. Apenas algunos ejemplos exitosos de abordaje podrían servir para animar a las mujeres a denunciar aún más. No están en esta sintonía quienes hasta hace poco declaraban una emergencia en violencia de género.


La iniciativa del barbijo rojo representa 0 costo para el Ministerio, no solo una nueva señal a las víctimas de que si no son asistidas es porque ellas no denuncian. Mientras se suman 250 millones de dólares en el pago de la deuda externa, el gobierno transmite un principio fuerte a la sociedad: el pago a un puñado de bonistas está antes que las mujeres, que los trabajadores, que las empleadas domésticas, etc. El Estado transmite estos mensajes a la sociedad mientras que la defensa de las mujeres no pasa de un relato publicitario. La dureza del diagnóstico es proporcional a la seriedad del problema y a la gravedad que reviste para nuestro movimiento de mujeres el uso de nuestra preocupación tan importante.


Pero el barbijo rojo muestra antes que nada una orientación de clase. Mujeres consustanciadas con las problemáticas de género pero que no pueden ser consecuentes con la defensa de las mujeres porque gobiernan para pagar la deuda externa. Aunque se acumula en los relatos de las mujeres que denuncian el problema de la falta de respuesta del Estado o de respuestas que revictimizan y que defienden a los violentos, el Ministerio insiste en no realizar ningún examen sobre la actuación gubernamental y estatal y en seguir planteando que lo que falta es la denuncia cuando las denunciantes no son escuchadas. Es muy peligroso lo que ocurre.


En este punto se reactualiza una vieja propuesta del PdT al respecto de qué organismos necesitamos las mujeres. Uno financiado por el Estado y autónomo políticamente. Un Consejo Autónomo electo por las propias mujeres desde los 13 años. Los organismos dependiente de los gobiernos tienen como agenda principal pagar la deuda a los usureros. La deuda es con las mujeres proclamamos este Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, una realidad que ninguna pudo refutar.


Reclamamos un plan efectivo para poner en pie la asistencia inmediata mientras dura la cuarentena: que las empleadas domésticas registradas y no registradas cobren todas el subsidio de 10 mil pesos, que se expropien predios de iglesias e instalaciones turísticas para los refugios que se necesitan ya. Que se construyan otros. El gobierno debe entregar ya mismo la información sobre la procedencia de los llamados pidiendo asistencia para poder comenzar por esos lugares a dar las soluciones. Hay que ir a buscar a las mujeres no pedirles más que denuncien para luego no ser escuchadas. Y muy importante, ya mismo debe hacerse un llamado a las profesionales con capacidad para afrontar las cuestiones de género para que sean contratadas para asistir en cada uno d elos refugios, con salarios en blanco, con condiciones de seguridad en cada refugio y todo lo necesario para que no sean ellas, otras mujeres trabajadoras muchas tambien atravesadas por la problematica, las que sean revictimizadas por el propio Estado como ocurre hoy con infinidad de dispositivos. No queremos tercerizacion en organizaciones o en iglesias.