Mujer

30/3/2017|1452

¡Belén, absuelta!


Conocí a Belén dentro de la Unidad Penitenciaria Nº 4 de la Banda del Río Salí, en las afueras de San Miguel de Tucumán.


 


Cuando la visitamos junto con una delegación del Plenario de Trabajadoras nos contó lo profundamente liberador que había sido para ella  leer y escribir dentro del penal al que llegó en 2014 y que compartió durante más de dos años junto a otras 40 mujeres.


 


Durante los primeros tiempos sus compañeras del penal, víctimas como ella de la Justicia de clase que persigue a mujeres pobres, fueron su soporte. Luego también ocupamos ese lugar todas las mujeres del país que abrazamos su causa. 


 


Belén es una joven pobre, hija de una familia trabajadora de Tucumán, que se transformó en el instrumento de una campaña de escarmiento de la Iglesia y los políticos clericales, detenida y abusada institucionalmente por ser una mujer de la clase trabajadora.


 


En abril de 2016 fue condenada a 8 años de prisión por  “homicidio agravado por el vínculo” luego de concurrir a un hospital público junto a su madre, porque tenía una hemorragia intensa. Allí  el personal la acusó de haberse practicado un aborto. Del hospital fue escoltada por la policía provincial a la cárcel, en la que permaneció durante más de dos años, con proceso y sin condena.


 


La abogada de “Mujeres x Mujeres” y de Católicas por el Derecho a Decidir, Soledad Deza, tuvo acceso a su causa apenas unas horas antes de que fuera juzgada, cuando comenzó a ejercer su defensa, dos años después de ser detenida.


 


Balance de una lucha victoriosa 


 


El fallo absolutorio de Belén es contundente. Hace lugar a varios de los argumentos presentados por la abogada y que fueron acompañados por  Amicus curiae de organizaciones como el Cels y Amnistía Internacional, y el bloque parlamentario del FIT-PO. El mismo reconoce que Belén no tuvo la defensa adecuada hasta que conoció a su actual abogada.


 


Esta resolución es una conquista de la enorme movilización popular que se produjo en torno a la causa de Belén, en el marco del crecimiento del movimiento de mujeres de nuestro país. Una semana previa a que el poder judicial la excarcelara, el 12 de agosto de 2016, habíamos protagonizado masivas marchas exigiendo su libertad y la anulación de la condena.


 


Con el caso Belén todo el movimiento de mujeres logró empujar y luchar activamente a partir de la orientación y propuestas comunes que salieron de la Mesa por la Libertad para Belén, inaugurada en la provincia de Tucumán y replicada  en otros distritos.


 


Belén no fue la única mujer presa acusada de abortar. Sin embargo, muchos sectores que salieron a la lucha por su caso no lo hicieron en el pasado cuando estas luchas dirigían sus exigencias contra el gobierno anterior. Un caso paradigmático, en 2014, fue el de Melisa, en Bariloche, muy similar al de Belén, quien fue detenida por un juez reaccionario amigo del poder político de Río Negro, dividido entre dos alas del mismo kirchnerismo, tanto con Pichetto como con Weretilneck. Otro, el mismo año, fue el de Soledad, en Jujuy, detenida junto a dos amigas en una provincia gobernada por Jorge Fellner, del Frente para la Victoria.


 


Perspectivas


 


La lucha por terminar con la criminalización del aborto sigue abierta. 


 


A pesar del fallo favorable, las mujeres tucumanas no están exentas de vivir los atropellos que padeció Belén. El andamiaje político que la llevó en 2014 a la cárcel, en lugar de recibir atención sanitaria, sigue en pie. Tucumán es una provincia gobernada por elementos clericales, como Alperovich y Manzur, cuya política se orienta a vulnerar los derechos de las mujeres.  La Iglesia no sólo se encuentra enquistada en el Poder Judicial, educativo y de salud; el poder político que concentra ha permitido que la diócesis de Tucumán fuera el destino elegido por el Vaticano para garantizar la impunidad de los curas pedófilos, como el reconocido caso del cura entrerriano Illarraz.


 


En general, mientras nos llenábamos de alegría por la absolución de Belén, el poder judicial del zamorismo ponía tras las rejas a la madre de “María”, joven muerta en Santiago del Estero a causa de un aborto clandestino, una contraofensiva del poder político y clerical contra las mujeres que merece una campaña enérgica a nivel nacional. 


 


Es por ello que el triunfo de la absolución debe impulsarnos a levantar la apuesta en el camino por liberar de la persecución judicial y política a todas las mujeres que viven situaciones similares en diferentes puntos del país, y por la obtención definitiva del aborto legal, seguro y gratuito. 


 


La experiencia de la campaña por la libertad de Belén debe servirnos para sacar una conclusión política respecto a la orientación que necesita el movimiento de mujeres: para defender de manera consecuente los derechos de las mujeres resulta indispensable la completa independencia política de la Iglesia, los partidos de Estado y sus gobiernos.