Mujer
31/3/2025
Caída de los nacimientos en Argentina: el trasfondo de los ataques derechistas a la ESI y el aborto
La cantidad de nacimientos en relación a la población total es de 9,9% mientras que en 2014 era del 18,2%.
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Maternidad en contexto de pobreza.
Es claro que la agenda de ataques del gobierno de Javier Milei viene teniendo a las reivindicaciones de las mujeres y diversidades como especiales enemigas. El encono, desde sus primeros días de campaña antes de ganar las elecciones, con atacar a la ESI y el aborto legal, empalma con la tendencia internacional de las ultraderechas a profundizar los embates misóginos y negacionistas de la diversidad en la identidad.
Hace ya unos meses que el deplorable discurso de Milei en Davos marcó un hito en la agresividad. Se suma, por ejemplo, a la política de Jorge Macri en la Ciudad de Buenos Aires de sacar los contenidos de la ESI y modificar el diseño curricular escolar para imponer un solo enfoque de enseñanza. A nivel internacional se cuentan otros ejemplos como el vicepresidente estadounidense, JD Vance, quien en campaña durante 2024 atacó públicamente a las mujeres que deciden no ser madres, o el mismo año, el empresario archiamigo de Milei, Elon Musk, generó declaraciones en X tales como "tener hijos es salvar el mundo", indicando la preocupación que les genera.
Estos discursos tienen su ascendente en los sectores más reaccionarios del oscurantismo eclesiástico y a las Iglesias de toda índole pero no dejan de tener su ancla en las preocupaciones de la burguesía, que ven cómo la lucha del movimiento de mujeres y diversidades ha generado consecuencias demográficas en la masa de explotados.
Recientemente el rector de la UCA reavivó la polémica al declarar en contra de la inserción social de las mujeres, especialmente en el ámbito laboral, para regresar a sus “funciones naturales” como ser madre, cuidar a la familia y cargar con el conjunto de las tareas del hogar. El mandato social histórico ha sido mantener a la mujer en el ámbito doméstico, garantizando una prolífica descendencia que pueda sostener las necesidades de reproducción del capital.
La caída de la natalidad como fenómeno
Los registros de cambios en las tendencias históricas de natalidad en los últimos años son contundentes. A fines del año pasado, la presentación del documento anual de estadísticas vitales 2023 arrojó números que sirven para ser analizados en su comparación con series históricas. Por ejemplo, la tasa bruta de natalidad nacional (cantidad de nacimientos en relación a la población total) es de 9,9% mientras que en 2014 era del 18,2%. En este contraste, los nacidos vivos presentan una caída del 40%: hace once años eran más de 720.000 mientras que en 2023 son 316.000 en todo el país (Ministerio de Salud, 2023).
Incluso si se explora un poco más en el citado informe sobre estadísticas vitales, la comparación es interesante. Para el caso de los nacimientos de madres de menos de 19 años, en 2014 representó un 15% del total mientras que en 2023 apenas pasa el 8%; si se observan los casos con madres de baja y muy baja instrucción (tomando hasta el nivel primario completo) en 2014 representa casi el 30% y en 2023 el 15%. La característica del fenómeno, además de la caída, es un retraso considerable en la edad en la cual las mujeres son madres según expresan los informes.
Para aportar algunos otros datos se puede señalar que la tasa general de fecundidad, que representa el número de nacimientos vivos por cada 1.000 mujeres en edad fértil durante un año determinado, según el censo de 2022, está en 1,4 hijos mientras que el último, del año 2001, estimaba 2,1. Incluso la tasa de reemplazo, el nivel necesario para mantener estable la población, es este último valor. Esto inevitablemente produce un achicamiento de la pirámide poblacional que va tomando cada vez la forma de una población envejecida que ensancha los peldaños más altos y cambia el perfil demográfico general de la sociedad.
Los estudios demográficos caracterizan que este tipo de procesos puede verse como una oportunidad, llamada técnicamente como bono demográfico, donde transitoriamente baja la tasa de dependencia (que mide la proporción de personas que no están en edad de trabajar con respecto a la población activa) lo que posibilita tener un mayor número de trabajadores en edad activa. Sin embargo la perspectiva que se traza es la contraria: si continúa la tendencia, se reduce proporcionalmente la masa de la clase obrera en condiciones de ser explotada y crece la población de adultos mayores, es decir dependiente en estos términos. El problema radica en pensar los fenómenos demográficos en función de la lucha política que tienen por detrás y en cómo la burguesía se posiciona al respecto frente a las necesidades del capital. Dicho de otra forma, la perspectiva no puede entenderse como negativa o positiva si no bajo el prisma de una relación social particular.
El movimiento de mujeres y diversidades en las calles: un punto estratégico en la transformación demográfica
Si bien las causas pueden ser varias, ningún análisis puede menospreciar el rol del movimiento de mujeres y diversidades en la escena política. No es casual el año sobre el cual se elige la comparación anterior ya que se puede tomar como época previa a la bisagra que significó el primer “Ni Una Menos” en 2015 como tremenda irrupción popular del movimiento. La lucha tenaz por poner sobre la mesa la violencia cotidiana sobre las mujeres conquistó un punto de no retorno.
El rechazo a la opresión sistemática por parte de este sistema tuvo su correlato en profundizar una lucha, histórica para sectores de la izquierda y el activismo ligado al tema, para que las trabajadoras puedan acceder a la libertad sobre los cuerpos y el deseo, que es lo que el capitalismo cuestiona y encorseta. La libertad para maternar en el capitalismo aparece como una antinomia: en 2020 Vanina Biasi señalaba que “Bajo el capitalismo no hay derecho a ser madres ni a no serlo. Lo que hay es una maternidad puesta al servicio de intereses enajenados. Una maternidad sin recursos, forzada, o una maternidad que es el fruto de otras carencias humanas, es la que se impulsa bajo este régimen social. La lucha por el aborto legal constituye otra cara de la misma lucha por el derecho a una maternidad plena, sin sufrimientos ni penurias sociales”.
Es por esto que decimos que la lucha de la ola verde puso sobre la mesa las necesidades de las mujeres trabajadoras de acceder a los métodos de planificación familiar, otrora casi exclusivamente destinados a un sector minoritario de la población que pudiera costearlo. La conquista del aborto legal, la distribución gratuita de anticonceptivos y la discusión sobre el tipo de educación sexual a impartirse en las escuelas es la gran causante de que las mujeres, y particularmente las más pobres, puedan estar más cerca de elegir sobre sus úteros.
Otro causal de la caída de los nacimientos, indisoluble con el anterior, es que no deja de sopesar que el factor a considerar es la precariedad de las condiciones sociales para tener hijos. El aumento del costo de vida, la dificultad para acceder a servicios de salud y educación de calidad, y la falta de vivienda adecuada, impactan en la decisión de formar una familia.
Los supuestos defensores de la “vida” y la “familia” son los artífices de políticas empobrecedoras que condenan a las mujeres a las peores situaciones. Están contra el derecho de que las más pobres accedan a las herramientas para decidir pero también de garantizar las condiciones adecuadas para que aumente la natalidad. Ellos son los mayores abortistas: negando la posibilidad de prevenir y vetando la posibilidad de maternar en condiciones razonables.
Los gobiernos toman estos ataques reaccionarios, que no dejar de ser el reflejo de la demanda concreta del capital por aumentar la masa del ejército industrial de reserva, la población sobrante en comparación con las necesidades de la acumulación capitalista, y así garantizar la tasa de explotación buscada. Es el escenario que plantea la posibilidad de un futuro con menos trabajadores y más personas jubiladas precipita los reclamos del capital de ejecutar reformas laborales y previsionales. En el mundo y en la Argentina particularmente, asistimos a una época de embates furibundos a las condiciones de vida de jubilados como un intento de lapidar los derechos de asistencia a las futuras generaciones. Lo que de fondo subyace es que para los gobiernos, los trabajadores estamos al servicio de las necesidades capitalistas y no de los intereses propios.
La crisis demográfica en China
La caída de la tasa de fecundidad se avizora como un problema a nivel internacional. Las cifras retroceden incluso en los países que históricamente registraban una alta tasa de natalidad.
El caso chino es emblemático. El secreto del llamado ‘milagro chino' en materia económica radicó en la valorización de una impresionante masa de capital por una fuerza de trabajo sometida a una 'flexibilización’ desconocida sin precedente, en parte producto de la impresionante masa poblacional del país asiático. La "apertura" de la "ilimitada oferta de trabajo barato" chino a la explotación capitalista ha producido una ampliación radical de la fuerza de trabajo a disposición del capital a nivel mundial, que sirvió para presionar por la baja de salarios y la liquidación de conquistas obreras en todos los países del mundo. Tras décadas de estrictas políticas de planificación demográfica, en 2016 el Estado tuvo que erradicar “la política del hijo único” debido a que China no se encuentra inmune a la crisis capitalista y requiere tamaña masa de población para volver a potenciar el desarrollo económico.
Una crisis de fondo
De fondo la retracción demográfica no es el límite al desarrollo general sino que lo es en el marco de un sistema que busca por todos los medios la explotación de los trabajadores. Las herramientas sobre el control de la natalidad han sido históricamente recursos de los Estados buscando disciplinar a la población. El capitalismo es el que tiene la necesidad de evitar la planificación para mejorar la vida y los deseos de los trabajadores. Eso es lo que atacan.
