Mujer

12/3/1998|576

Combativo acto en el Día Internacional de la Mujer

Bajo una intensa lluvia, 400 personas asistieron el viernes 6, en Congreso, el acto convocado por el plenario autoconvocado de la mujer trabajadora. Estu­vieron representadas genuinamente las mujeres explotadas a través de las oradoras, representantes de la Comi­sión interna del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), de la Lista Bordó del Hospital de Clínicas, delegadas del Centro Gallegos, de la comisión de esposas de los trabajado­res de Editorial Atlántida, de la comi­sión de mujeres de Laferrere y una compañera docente.


Expusieron cómo se gestó este acto, cómo se conformó el Plenario Autoconvocado de la Mujer Trabaja­dora para poner en pie un movimiento autónomo, propio de las mujeres opri­midas, que unifique todas sus reivin­dicaciones y le ponga freno a la discri­minación, los abusos y la miseria con­tra la mujer. Explicaron las tareas que se dieron desde el plenario, para llegar a los talleres, las fábricas, a las escuelas y a los hospitales, a los ba­rrios y convocar a todas las mujeres. Cómo se trató de organizar un único acto y se llevó esta propuesta a la Multisectorial de la mujer, pero fue rechazada. Cómo el plenario, a través de los debates y aportes de las distin­tas compañeras levantó un programa en defensa de la mujer trabajadora.


Se fue reflejando, así, la experien­cia de las mujeres cuyos compañeros perdieron el trabajo y el camino reco­rrido para encontrarse hoy luchando por un puesto de trabajo, la situación de las mujeres desocupadas o empleadas en los ‘planes Traba­jar’ —que se organizan reclamando al Estado un subsidio que les permita subsistir junto a sus familias. Las ca­rencias de salud que se viven en los barrios con hospitales arancelizados y sin medicamentos, la falta de aulas y la precariedad con que se iniciarán las clases en la provincia de Buenos Ai­res. El avance de la privatización y la ‘autogestión’ hospitalaria, la precarización de los salarios y de las condi­ciones laborales y la discriminación que sufren las trabajadoras; la lucha titánica por superar a la burocracia sindical y defender sus puestos gre­miales contra las persecuciones, ya que además de trabajadoras son ma­dres y sostenedoras, en muchos casos, de sus familias. Lamentablemente, las compañeras de la comisión de inundados de Villa Adelina, que iban a hablar desde el palco, no pudieron llegar por el mal tiempo.


En el acto las mujeres explotadas levantaron su voz en solidaridad con las mujeres de Irak, con las mujeres de Chiapas, con las explotadas y oprimidas de todo el mundo.


Denunciaron el rol que la Iglesia asigna a las mujeres, de reproductoras de la especie y servi­doras de los hombres. La opresión his­tórica que ejerce el clero prohibiendo el aborto y el uso de preservativos, conde­nándonos a la muerte por aborto clan­destino o por el Sida, y a la miseria social. El rol que nos asignan las patro­nales de mano de obra barata.


Las mujeres trabajadoras se plan­taron frente al Parlamento de los annistiadores y los genocidas, cuyas le­gisladoras más destacadas condenan el derecho al aborto. Se hicieron escu­char reclamando la anulación de las leyes de Punto final, la Obediencia Debida y el Indulto, el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salado entre todos los trabajadores. La despenalización del aborto, su atención gratuita en hospitales y obras socia­les, anticoncepción y fecundad/a asistida en hospitales y obras sociales. Levantaron las mismas banderas de defensa de los convenios y las condiciones laborales por las que 87 años atrás, en Estados Unidos, fueron quemadas las obreras textiles que dieron origen a la conmemoración del 8 de Marzo.


Fue un acto clasista que puso en pie un movimiento propio de las muje­res explotadas contra la opresión y la miseria, abriendo una perspectiva de conjunto a la lucha de todos los explo­tados. Por ello hicieron llegar adhe­siones y se hicieron presentes inte­grantes de comisiones internas de trabajadoras del Estado, delegadas y activistas gráficas, de prensa, de sani­dad, de la alimentación, textiles tra­bajadoras de la educación y la salud, jubiladas, entre ellas las compañeras que se movilizan los miércoles, miem­bros de comisiones vecinales, de des­ocupadas, de lucha contra la impuni­dad, estudiantes, secundarias y uni­versitarias, trabajadoras de distintos gremios y barrios de Capital, del Gran Buenos Aires y La Plata, que llegaron con sus familias. Y también muchos trabajadores que asistieron para apo­yar los derechos y la organización de las mujeres trabajadoras.


Se realizaron también actos en Córdoba y San Lorenzo, en la misma perspectiva de organización de la mu­jer trabajadora, en un movimiento que le permitirá luchar de conjunto contra este sistema explotador y po­ner fin a todo tipo de violencia, de discriminación y de miseria contra la mujer.