Mujer

19/10/2016

Decenas de miles marchamos para reclamar justicia por Lucía

Bajo una intensa y persistente lluvia, las mujeres coparon Plaza de Mayo.


Foto: Javier Entrerriano


Todos los transportes que iban hacia el centro estaban llenos a la hora en que, por lo general, las multitudes abandonan la city y sus edificios y oficinas. Gran parte del pasaje era femenino y vestía prendas negras. Se dirigían hacia el Obelisco, lugar de convocatoria que se había establecido para marchar hacia Plaza de Mayo, centro del poder político, y hacer retumbar las consignas #NiUnaMenos #VivasNosQueremos y #ParoNacionalDeMujeres.


De ese modo iba a concluir otro día histórico en la lucha contra la violencia hacia la mujer, después de las dos convocatorias del Ni Una Menos y luego de la reunión de más de 70 mil mujeres en el Encuentro Nacional realizado en Rosario, hace una semana.


Durante toda la jornada, el "paro nacional de mujeres" colocó en el centro de la agenda del país la lucha contra los femicidios con los métodos propios de la clase trabajadora. En decenas de lugares de trabajo –estatales o privados– la medida se hizo efectiva, contra la indiferencia de la burocracia sindical, que mientras tanto entregaba la reapertura de las paritarias por la promesa de un "bonito" de dos mil pesos.  


El disparador de tamaña movilización fue el aberrante asesinato de Lucía Pérez, ocurrido en Mar del Plata -sede del anterior ENM- mientras se desarrollaba el encuentro de Rosario. Lucía tenía 16 años. Sus asesinos son dos vendedores de drogas de la ciudad balnearia, con conocidos lazos con el poder político y la policía. El crimen indignó al país. El llamado a un “paro nacional de mujeres” y a marchar a Plaza de Mayo tuvieron una repercusión inusitada. 


Los vagones del subte B estaban repletos de mujeres vestidas de negro. Al llegar a la estación Carlos Pellegrini bajaba la mayoría del pasaje. En grupos, dispuestas a marchar, emprendían la lenta salida del subterráneo que se demoraba debido a la cantidad de gente.


Las inmediaciones del Obelisco estaban llenas. Casi no se podía caminar debido a la gruesa multitud que conformaba una masa única.Los paraguas en caos, pegados unos contra otros, ofrecían desde los cielos una imagen de una manta multicolor enorme debajo de la cual una multitud inmensa comenzaba a marchar hacia la plaza. Decenas de miles de manifestantes, mayoritariamente mujeres pero también hombres -sus parejas, sus amigos, sus compañeros de trabajo o estudio, sus hijos- se dirigían hacia la plaza para reclamar que ninguna mujer más sea asesinada.


El tránsito de la multitud se tornaba lento, porque de vereda a vereda estaba lleno de personas, sueltas o en grupos organizados. Delegaciones sindicales de edificios estatales, centros de estudiantes de secundarios con jóvenes de ambos sexos portando la bandera que los distinguía, columnas dispersas de partidos políticos que trataban de unirse a un grupo central con sus compañeros, mujeres jóvenes, maduras y más grandes, hombres también de todas las edades, paraguas de todos los colores y tamaños. En cierto momento, la muchedumbre era tal que la masa parecía una sola consigo misma. “Vivas nos queremos” se escuchaba a través de miles de gargantas. Cuando la plaza de Mayo ya estaba llena, las inmediaciones del Obelisco seguían repletas de gente que aún llegaba.


Entre los grupos organizados, hubo columnas sindicales que se movilizaron hasta la plaza. Una vistosa y que hizo sentir el ruido de sus tambores era la del Suteba La Matanza, que venía de hacer retroceder la evaluación educativa el día anterior y que constituye una de las seccionales docentes combativas más grandes del país. Hizo su entrada dando una vuelta alrededor de la plaza. La columna de la FUBA tuvo que esperar a que oscureciera para poder ingresar. A las ocho de la noche seguían llegando columnas. A lo largo de toda la movilización se percibía una conciencia antiburocrática. Un canto repetido era: “Sí se puede, / el paro lo hicimos las mujeres”.


Desde el escenario emplazado delante de la Pirámide de Mayo, se leyó un documento de características filokirchneristas. Si bien reivindicaba la legalización del aborto, omitía un balance de los gobiernos K, que no lo impulsaron mientras estuvieron en el poder. El Plenario de Trabajadoras había presentado un documento alternativo, que establecía una delimitación de los K y del actual gobierno, pero no fue puesto a consideración de las demás organizaciones de mujeres que participaban de la convocatoria. El resultado fue un palco que no podría considerarse representativo del movimiento de lucha de la mujer, al punto que hubo saludos realizados por diputadas kirchneristas que no se detenían a especificar de qué corriente representaban.


La nutrida y vistosa columna del Plenario de Trabajadoras ingresó a la plaza entre cánticos que señalaban la responsabilidad estatal en la impunidad de las redes de trata y la falta de aborto legal y gratuito, denunciaba políticamente a los gobiernos de Cristina Fernández y Mauricio Macri como clericales. Los reclamos de las mujeres trabajadoras se expresaban en las consignas en las pancartas y banderas anaranjadas. "El Estado es responsable", la consigna que acuñó el PdT en la primera jornada del #NiUnaMenos para señalar las responsabilidades políticas y de clase de la violencia contra la mujer, se abrió paso durante toda la jornada, a pesar de los intentos deliberados o inocentes de desdibujarla.


La multitudinaria movilización exigiendo justicia por Lucía y el fin de los femicidios tuvo réplicas en varias ciudades del país, donde también se realizaron movilizaciones masivas. La jornada del “miércoles negro” marca otro hito más en esta sucesión de movilizaciones de las mujeres que no cesan en la aguerrida lucha por sus derechos y la organización de sus propias fuerzas.