Del engaño a los derechos de las mujeres
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El proyecto de Paridad de Género, que establece la integración paritaria entre hombres y mujeres en las listas, impulsado por el PRO para ser tratado en el plenario de comisiones, recibió el apoyo de todos los bloques.
La medida responde a una oportunidad que encontraron aquellas representantes del Estado capitalista y de los partidos patronales para mejorar su posición dentro de sus instituciones, aprovechando el estado de movilización que existe desde 2015.
La ley es, a su vez, una forma de desviar el reclamo de las movilizaciones que pidieron asistencia a las mujeres violentadas, que denunciaron al Estado como responsable de la violencia que viven las mujeres, que reclamaron la separación de la Iglesia del Estado y que se pronunciaron por el aborto legal. Las defensoras de la norma prometen que eso ocurrirá una vez que se implemente la ley. Dichas afirmaciones subestiman a las mujeres y a la población que espera respuestas que nunca llegan.
Cuando el gobierno es denunciado por el incremento represivo y por la desaparición forzada de Santiago Maldonado, esta ley le permite darse un “baño de sensibilidad” con la cuestión de género, y de supuesta extensión de derechos democráticos.
La norma también refuerza un principio de intervención estatal sobre la vida de los partidos políticos, en sintonía con la reforma política que consagró las Paso. La ley pretende resolver lo que la estructura antidemocrática de los partidos capitalistas les niega a sus mujeres internamente, cuando las segrega del armado de listas o de los cargos políticos a los que aspiran.
Los negacionistas se callan
El gobierno dio la orden de acallar las opiniones meritocráticas de sus principales cuadros parlamentarios, como Pablo Tonelli, presidente de la Comisión de asuntos constitucionales y un enemigo de la medida en la línea de la crítica impulsada por los editorialistas de La Nación. “No estoy de acuerdo con el cupo femenino porque el mérito para ser diputado tiene que ser la capacidad y no el género”, decía el legislador en 2016. Para ellos, la mujer no goza de ningún tipo de discriminación para acceder a su vida social y política y su presencia minoritaria obedece a la falta de méritos, y no a la carga de las tareas domésticas, ni a la precarización o discriminación laboral; tampoco a la discriminación del Estado, que la condena desde el código penal. El negacionismo de derecha cedió a la necesidad política y electoral del momento -avanzar en una reforma en nombre de las mujeres, pero que sin embargo está pensada para no avanzar en sus reclamos concretos.
Desde el PO- FIT planteamos que la paridad de género, presentada como la defensa de las mujeres porque habilita el acceso de algunas de ellas al Congreso, constituye una presentación engañosa de los bloques políticos mayoritarios. Con ella, buscan encubrir su negativa a aprobar las demandas del movimiento de mujeres, que durante dos años nos manifestamos en las calles.
Al reclamo de las mujeres responden con mayor punitivismo y un cambio del status administrativo del Consejo Nacional de las Mujeres, que seguirá orientado por una política privatista dictada por el macrismo.
Nuestra respuesta
Propusimos, a través de la diputada Soledad Sosa, que el proyecto fuera acompañado por el de aborto legal, cajoneado en el Congreso desde hace 10 años, junto a otros que llevan el mismo tiempo sin avanzar y que sí cambiarían la vida de las mujeres, como la extensión de las licencias por maternidad y paternidad o el incremento del presupuesto para asistir con dispositivos estatales a las mujeres que sufren violencia (el femicidio en nuestro país se lleva la vida de una mujer cada 18 horas). Nuestra propuesta fue rechazada in límine. En cambio, no perdieron la oportunidad de mejorarle la vida a un puñado de carreristas.
El proyecto de Paridad de Género fue recibido en el plenario de comisiones con la frialdad que merece una iniciativa que es sólo el impulso al carrerismo de unas pocas. Se interesaron apenas un puñado reducido de feministas institucionales o estatales, las más asociadas al lobby femenino en los círculos de poder, o aquellas que han obtenido mediante estas iniciativas, puestos en el Estado. Es el caso de Libres del Sur que, gracias a la creación de organismos e iniciativas como estas, ha logrado gobernar con Juan Manuel Urtubey en Salta (PJ) y con Alfredo Cornejo en Mendoza (PRO), ocupando puestos relativos a la situación de las mujeres, sin rendir cuentas respecto de que lo hacen en provincias arrasadas por el abuso y el embarazo de niñas, con los niveles más altos de femicidios y el trabajo más precarizado para las mujeres.
Las fuerzas políticas que impulsan el proyecto son todas tributarias del clero, y defensoras del aborto clandestino como herramienta de control político de las mayorías. Son las que saludan la paritaria a la baja de 1 millón 300 mil mujeres empleadas domésticas que no cobran ni $80 la hora, las que reducen la socialización de las tareas de crianza y domésticas que debieran impulsar en los lugares de trabajo y estudio, las que se negaron durante años a modificar la ley de contrato de trabajo para ampliar adecuadamente las licencias por maternidad y paternidad, las que no quieren invertir en asistencia estatal adecuada para las mujeres y se encuentran impulsando la privatización de la asistencia beneficiando con subsidios a ONGs amigas, como las que se anotan para saludar estas iniciativas en el Congreso.
La intervención de la mujer en nuestras listas no necesita de cupos. El FIT PO ha sido objeto de proscripciones por parte de la justicia electoral, por colocar más del 70% de mujeres en una lista. Nuestras mujeres, atravesadas por todas las complicaciones que deben sortear las trabajadoras para dar pasos al frente, no son bloqueadas, sino impulsadas en el marco de una organización que une la lucha de la mujer a la de toda la clase trabajadora. Un verdadero avance en las condiciones materiales de existencia de las mujeres es la única forma de cambiar el universo simbólico que rodea a la discriminación y el sometimiento reinantes, por parte de una sociedad que usa a la violencia contra las mujeres como herramienta de disciplinamiento social.
Para pasar del engaño a la conquista de los derechos de las mujeres, debemos avanzar en las calles con organización. El 29 pongamos en pie una masiva movilización por el aborto legal y reagrupemos fuerzas para luchar por un Encuentro Nacional de Mujeres independiente de la Iglesia y de los gobiernos.