Mujer

12/4/2018|1497

[Editorial] Una enorme lucha por el aborto legal

Y por la separación de la Iglesia del Estado

La apertura del debate parlamentario coloca en el centro de la agenda política la cuestión de la legalización del aborto. Ese lugar es compartido con la escalada oficial que golpea a los trabajadores con despidos, tarifazos, reforma laboral y paritarias a la baja. En este cuadro, la realidad de las mujeres empeora, con la precarización laboral, la pérdida de empleo, el encarecimiento de la vivienda, el cierre o privatización de ámbitos de socialización de los niños y adolescentes, así como otras consecuencias del ajuste sobre los y las trabajadoras.



Para el gobierno, la cuestión del aborto cumple una doble utilidad: extorsionar al clero y contener al masivo movimiento de mujeres que busca respuestas a sus demandas de años.



La seudo-oposición ha mostrado ya su “incomodidad” con este debate. Es que su política no pasa por reforzar u orientar la oposición popular al ajuste, sino por afianzar su relación con el Vaticano y conciliar con la reaccionaria política oficial, para reconquistar el favor de la burguesía.


Nuestra lucha



En el Congreso están en debate ocho proyectos todos en favor de la despenalización o legalización. El comienzo del tratamiento parlamentario estuvo precedido por una movilización de un millón de personas en todo el país para el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, continuidad de tres años de ascenso del movimiento identificado con el reclamo de “Ni Una Menos”. Luego de 30 años de negativa a tratar el tema, de pronunciamientos presidenciales en contra de la legalización, de profundización de los lazos confesionales del Estado, del Código Civil pactado entre Cristina y Francisco y del cajoneo del proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto por parte del gobierno kirchnerista, la mayoritaria aceptación popular que hoy se expresa en todas las encuestas es un mérito incuestionable de la movilización de las mujeres.



La juventud secundaria estuvo a la cabeza de la movilización, reclamando la educación sexual científica y laica en los colegios, una demanda que expresa la aspiración a terminar con los lazos de sometimiento hacia las mujeres que prima en este régimen social y en su sistema educativo oficial. De la mano del Polo Obrero, las mujeres más sometidas a la influencia de la acción de las Iglesias católica y evangelista también estuvieron presentes, combatiendo la acción oscurantista que fomenta la resignación y rechaza la organización de los más afectados por el ajuste. Sindicatos y delegadas sindicales antiburocráticas también estuvieron presentes en contraposición al abandono de parte de las centrales sindicales de una demanda que interesa particularmente a la mujer trabajadora.


La reacción de la Iglesia



Desde que el macrismo anunció el tratamiento parlamentario del aborto legal se fueron acumulando esquelas vaticanas de acercamiento al gobierno. “A los que puedan sentirse ofendidos por algunos de mis gestos, les pido perdón” escribió el papa Francisco en respuesta a las salutaciones mundiales que recibió por el quinto aniversario de su asunción.



Otra misiva papal recibida un día antes de la apertura del debate parlamentario sobre aborto, alienta al gobierno “a seguir trabajando al servicio del bien de esa Nación”. En la última “exhortación apostólica” un documento de un estatus similar a la encíclica papal, el Papa plantea que “nuestra defensa de los inocentes no nacidos debe ser clara, firme y apasionada”, “igualmente sagradas son las vidas de los pobres, aquellos que ya han nacido”. Con esta línea instruye a los curas para que incorporen, en el discurso contrario a la legalización del aborto, la demagogia para con las mayorías empobrecidas.



Bergoglio milita en el campo de la reunificación del PJ, bendijo el acto en la 9 de Julio organizado por Moyano el 21F e inspira la acción de los movimientos sociales unificados en el espacio “San Cayetano”. La relación estrecha entre el gobierno y este espacio se desarrolló durante dos años. El espacio San Cayetano se pronunció contra la legalización del aborto a través de sus voceros o intentando relegar esa demanda histórica del movimiento de mujeres en la jornada del último 8 de marzo, en complicidad con la burocracia sindical, incluso interponiéndose físicamente para impedir el avance de la movilización encabezada por el reclamo del aborto legal hacia el Congreso. En esta acción primó la tesis política de que el tema aborto divide el frente “antimacrista”. La CCC,CTEP, Barrios de Pie anteponen su participación en un incierto frente con el pejotismo clerical colaboracionista del ajuste para 2019, a la conquista de esta reivindicación fundamental.


Aborto legal o clandestino



En el inicio del debate del Congreso, quienes defendieron al aborto legal fundamentaron, desde diferentes disciplinas, por qué la legalización favorecería a las mujeres que deben o quieren abortar. Pero la responsabilidad del Estado capitalista por condenar a las mujeres a abortos como consecuencia de la violencia de género, de las relaciones laborales precarias e incluso en blanco, no formó parte de las reflexiones de los expositores. En el campo de los opositores, representados por sectores de diferentes disciplinas, todos católicos o evangelistas, la exposición abundó en expresiones fuertemente reaccionarias, como que “el aborto es desaparición forzada de personas”. Todos estos disertantes clericales forman parte del ámbito universitario, del derecho y de la salud. La necesidad de pelear por la separación de la Iglesia del Estado es vital.



El Vaticano aportó un expositor en el campo de los enemigos del aborto legal. Gustavo Carrara, cura de la Villa 1-11-14, fue ungido obispo auxiliar de Buenos Aires por Francisco y. propuesto por él para suceder a monseñor Aguer ante su próxima jubilación, algo que de acuerdo a informaciones periodísticas preocupa al procurador Julio Conte Grand, integrante del Opus Dei. Estas pujas internas de la curia desaparecen a la hora de congeniar en torno de la cuestión del aborto. Para toda la Iglesia católica, la evangelista y sus agentes políticos, judiciales o “académicos”, el aborto clandestino es una herramienta política de primer orden, un instrumento de manipulación social para preservar los vínculos de sometimiento a la mujer.


Separación de la Iglesia del Estado



La pelea por el aborto legal tendrá diferentes etapas. El gobierno parece, por ahora, conforme con haber abierto el debate pero la evolución del tema dependerá de la situación política de conjunto. La mayoría de los “indecisos” de la Cámara de Diputados, que hoy se reducen a unos 30, pertenecen a su espacio político, lo que le da al macrismo una mayor capacidad de manipulación política. Más que nunca la legalización está en manos del reforzamiento de la organización en las calles, los lugares de trabajo y de estudio. Por eso, debemos combatir las tendencias a dejar librado el futuro de la ley a una algebraica interna del parlamento.



Este debate abre la puerta a otra reivindicación crucial -la lucha por la separación de la Iglesia del Estado. Los principios clericales son la base de una sociedad asediada por la violencia de género. Con esta pelea debemos aspirar también a profundizar esta comprensión sobre la naturaleza del régimen en curso, no exclusivamente como problema para las mujeres sino para el conjunto de la clase obrera ocupada y desocupada. Para alcanzar el triunfo, este movimiento tiene que interesar al conjunto de la clase trabajadora, mujeres y hombres, combatiendo la extorsión clerical y estatal allí donde esta se desarrolla con más fuerza.



Con múltiples actividades en lugares de trabajo y de estudio, en barrios y villas, vamos a incrementar la movilización popular, el único recurso capaz de conquistar el aborto legal.



Una victoria por el aborto legal reforzará todo el movimiento popular contra la ofensiva capitalista de Macri y los gobernadores.


 


Foto: Juan Diez