[Editorial] Vamos por la victoria del aborto legal
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Arriba: Buenos Aires. Abajo: Córdoba.Llegamos a este tratamiento con una fortalecida movilización popular
Luego de dos meses de audiencias, en las que se expusieron posiciones en favor y en contra, llegó el momento de las definiciones sobre la media sanción del aborto legal.
Es conocido que existe una paridad entre esas dos posiciones en Diputados, y unos 25 indefinidos. También se sabe que le están haciendo reformas al proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto en nombre de “conseguir más adhesiones”, aunque nunca se diga quiénes cambiarían su voto con una u otra modificación.
Pero lo más notable es que la movilización de trabajadores y estudiantes, y de todas las vertientes del movimiento de la mujer por el aborto legal no ha parado de crecer. Como se pudo ver en la postal que captaron las cámaras de PrensaObrera.com -y que sirve de tapa a este periódico- asistimos a un “tsunami verde” imparable.
El marco nacional e internacional
En el contexto internacional, el triunfo del Sí en la República de Irlanda, uno de los países más católicos del mundo, ha significado un fuerte golpe a la autoridad papal. El cambio de posición en Chile, en relación con los casos de abuso infantil en el clero y a su posterior encubrimiento, está también colocado en el marco de esta crisis de la Iglesia. En su viaje por ese país, el Papa recibió muchas muestras de repudio. En la Argentina, la condena a 25 años de prisión para un cura largamente protegido por el Episcopado, Justo Ilarraz, también resulta un golpe para un clero que no le ha quitado estado sacerdotal a ninguno de sus más de 60 curas sentenciados por pedofilia. La autoridad del principal sostén del aborto clandestino en América Latina está en crisis, y la lucha de las mujeres no ha hecho más que profundizarla. Este cuadro de conjunto es el que fue abriendo paso al tratamiento del aborto en la Argentina, a la aprobación de causales de interrupción del embarazo en Chile e incluso a un moderado avance en Bolivia.
Llegamos a este tratamiento con una fortalecida movilización popular. Pero también con un renovado lobby del poder clerical sobre los y las diputadas que están en el campo del aborto legal, y que en su mayoría son quienes votaron, en el pasado reciente, la reducción jubilatoria, de las AUH y más de cien leyes de ajuste.
Como ya señalamos, si llegamos a tener una agenda en favor de las mujeres en el Parlamento, ha sido como corolario de movilizaciones masivas y de la incapacidad de gobierno para conformar al movimiento de la mujer con ciertos maquillajes. Es el caso de la falsa ley de eliminación de la brecha salarial, de la paridad de género en las listas electorales o de la extensión de la licencia por paternidad que presentaron este año. Detrás de la aparente hermandad transversal por la conquista del aborto legal, la naturaleza de clase y clerical de los bloques mayoritarios se sobrepone al interés por terminar con una causa de muerte y mutilaciones de mujeres.
La larga mano del Vaticano
A caballo de este lobby confesional, los bloques mayoritarios buscan dar un aliciente al clero, estableciendo modificaciones reaccionarias. Es el caso de la incorporación de un artículo en la ley para las empresas de salud que pertenecen al clero, por medio del cual se permite la “objeción de conciencia”, no sólo individual sino institucional.
Abrir esta compuerta en el ámbito de la salud es lo que busca el Vaticano, que ya recibió ese privilegio en la ley de Educación Sexual Integral. Bajo estos principios jurídicos, avanza la consolidación de un Estado dentro del Estado. Para el clero no hay reglas, más que las que el propio clero se autoadministra.
No es inocente, en este contexto, la firma de los empresarios de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) en apoyo al veto presidencial de Macri, por medio del cual anuló la ley para retrotraer las tarifas a noviembre de 2017. Desde la orilla social, no fue casual el activismo episcopal en la Marcha Federal, con el objeto de ganar fuerza en los sectores más castigados por la descarga de la crisis capitalista, para la causa reaccionaria de bloquear la legalización del aborto.
Una vez pasado el extorsivo tedeum del cardenal Poli, el 25 de mayo -donde la Iglesia se ofertó para contener la crisis social a cambio de archivar el aborto legal-, el canciller Faurie viajó al Vaticano y luego lo hicieron María Eugenia Vidal y Carolina Stanley.
En medio de ajustes, de la devaluación, los tarifazos y las paritarias a la baja, el apoyo empresarial y del Vaticano a las políticas del gobierno constituye un punto que no debe subestimarse, a pocos días del debate parlamentario del aborto legal.
Al exponer en el Congreso, los curas villeros, el obispo Gustavo Carrara y Pepe Di Paola, voceros excluyentes de Bergoglio, compararon al aborto con el genocidio de la dictadura, sin que les merecieran una sola reflexión las muertes de miles de mujeres por abortos clandestinos en todos estos años. Asimismo, pretendieron correr a sus aliados nacionalistas que apoyan el aborto legal, con la vaina -antiabortista- de los líderes del nacionalismo burgués continental, como Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, quien amenazó con expulsar de su bloque a dos legisladoras que intentaron colocar el aborto legal en su agenda parlamentaria. El cura enemigo de este derecho no se privó de reivindicar que bajo el gobierno de CFK se conquistó la formulación del “inicio de la vida humana desde la concepción”. Sólo se privó de exaltar al mejor de los alumnos vaticanos, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, debido a la represión brutal que ejecuta en estos mismos días y a la cual no quiso quedar pegado. En pocos minutos, el lider clerical dio cuenta de una raíz profundamente oscurantista, que un sector del progresismo intentó ocultar. Mal que le pese a todos ellos, ya no se puede tapar el inmenso padecimiento de las mujeres pobres, a las que el nacionalismo dice representar, de cara al aborto clandestino.
Del 3J al 13J
La fuerza de la movilización popular pasó la prueba de su capacidad de acción, cuando en el tercer aniversario del Ni Una Menos enarboló la legalización del aborto como consigna principal -ello, junto a la lucha contra el ajuste y el pacto con el FMI- protagonizando otra acción de masas en todo el país.
En el contexto de la caída en picada de la popularidad del gobierno y el apriete del FMI para incrementar la devaluación y, por lo tanto, liquidar aún más el ingreso de las masas, tanto el gobierno como la Iglesia recelan de esta presión popular en ascenso.
El 13 de junio, la movilización está llamada a superar todo lo conocido porque crece -y tenemos que multiplicar en cada hora- la conciencia política de que esta lucha la ganamos en las calles. Al interior del movimiento que lucha por este derecho, ya es muy claro que no buscamos una simple despenalización sino que queremos la legalización del aborto. En este momento de definiciones, debemos luchar para que sea la propia acción de las mujeres organizadas y movilizadas la que desenmascare y derrote las maniobras en curso, y lleve a la “marea verde” a una primera victoria en la lucha por el aborto legal. El 13J, ¡al Congreso!