Mujer

27/10/2016|1434

El “cupo femenino” y su función política


El Congreso dio media sanción a la reforma política que mantiene pisos limitantes para la representación de las minorías, introduce el voto electrónico, extensamente cuestionado, y que trae aparejada también una nueva representación femenina, que amplía el piso de la existente pero que retrae del 70 al 50% el techo de representación posible.


 


El proyecto de “paridad” había sido agitado por Sergio Massa en campaña, luego de la enorme movilización del 3 de junio de 2015. En el Congreso ya contaba con otras iniciativas similares de parte del Pro y del FpV. A principios de agosto, la burguesía lanzó fuertemente al “grupo promotor” de la paridad de género, que contó con la presencia de la comparsa izquierdista.


 


La paridad de género como taparrabo de una reforma política reaccionaria, no constituye una novedad. Ya en el pasado recurrieron a este tipo de zanahorias, este gobierno y el anterior. En el caso del macrismo lo hizo con la “Ley Ómnibus” que presentó una retaceada reparación a jubilados para contrabandear el blanqueo de capitales, ley que, por otra parte, ofreció un enorme beneficio a las redes de trata de personas, todas integradas por funcionarios estatales, que necesitan lavar el dinero obtenido de la esclavitud sexual y laboral.


 


Pero a su vez, la “paridad” busca distraer las demandas del ascendente movimiento de mujeres. Este es un tema de preocupación que incluye al propio Vaticano, el que contó con voceras entre un sector de las organizadoras de la movilización en Buenos Aires. Así, intentaron que la movilización no ingresara a Plaza de Mayo para evitar manifestaciones frente a la Catedral. La preocupación que genera este movimiento es muy amplia y profunda.


 


Estamos en presencia de una rebelión popular, que cuestiona la capacidad del Estado de manejar y controlar algo central del dominio de las relaciones sociales.


 


Este ‘cupo femenino’, contra lo que sostienen sus promotores, no comporta ninguna ampliación de derechos para la mujer, pues está reservado para la casta política que maneja los pseudo partidos que se desgajan de los otrora partidos tradicionales, que ha votado sistemáticamente en contra de las grandes reivindicaciones del movimiento de la mujer y ha encubierto todos los atropellos que han sufrido las mujeres por parte del poder judicial y las fuerzas de represión, incluso en el ámbito del clero pedófilo.


 


¿Qué paridad de género?


 


La síntesis de la estafa reside en lo siguiente: se usa la necesidad de promocionar a las mujeres en nombre de las mujeres, pero sin condicionar ese ingreso al programa de las mujeres. Los y las promotoras de la paridad de género han hecho trampa, porque si el impulso del género no va acompañado, nuevamente, del compromiso a dar respuesta a nuestras demandas, entonces, decimos: NO en nuestro nombre.


 


Paridad de género, sí: mujeres electas por las mujeres, cuya elección signifique un mandato explícito a la representación de las luchas contra los femicidios, contra la violencia de todo tipo contra las mujeres y por el aborto legal, seguro y gratuito y la separación de la iglesia del Estado. Dicho impulso sostiene un principio de organización de las mujeres y evita la manipulación de la cuestión de género, a manos de quienes la profundizan con sus políticas día a día.


 


Quienes comparten esta “paridad” defienden el ingreso de mujeres en nombre de que la mujer sea paritaria en representación, pero para ejercer su derecho a sostener el ajuste, la precarización y todas las medidas que agravan el cuadro de situación de las mujeres. Reclaman la feminización del ajuste y pretenden contrabandearlo detrás del interés de género. Estamos en presencia de un igualitarismo reaccionario, que iguala en la barbarie y que coloca a las mujeres en el campo enemigo de su propio género, porque defiende el interés de clase (sí, disculpen que hablemos de clase!) que se vale de la opresión y la violencia.


 


La presencia relativamente reciente del Partido Obrero en el ámbito parlamentario explica que no haya prestado la debida atención, en el pasado, a esta cuestión de ‘cupos’, que pretende arbitrar conflictos dentro de los partidos capitalistas hostiles a la lucha de la mujer y contrabandear el ofrecimiento de un ‘derecho’ que no es tal. Las defensoras del artículo de “paridad” de la reforma política, saldarían así la representación minoritaria que ellas mismas tendrían al interior de sus propios partidos. En este caso sería deseable que antes que fomentar la intervención del Estado en la vida de los partidos políticos para saldar desigualdades internas, tuvieran el empuje y la audacia de impulsar las modificaciones de los estatutos de sus propios partidos para convertirlos en verdaderamente democráticos para con su militancia, algo que choca con el interés de clase y de casta que representan.


 


La pata izquierdista de la falsa ‘paridad de género’, ha actuado con un oportunismo electorero desenfrenado. Hace apenas unos meses atacaba de oportunista a Massa por colocar el tema en su campaña y atacaba una paridad de género de similares características aprobada en México.


 


Esta ley no se le arranca a nadie, porque fue inventada e impulsada por todos los bloques de la burguesía sin que las mujeres movilizadas siquiera se lo pidieran. Quizá el mejor termómetro de lo inocua que resulta para las mujeres, haya sido que en el Encuentro Nacional de Mujeres el tema fue rotundamente soslayado.


 


Pedimos aborto legal y nos contestan con este artículo y con una iniciativa parlamentaria que ya tiene el aval de más de 60 diputadas y diputados para reforzar las leyes por el aborto clandestino y la persecución a las mujeres. Pedimos asistencia a las mujeres violentadas y nos responden con este artículo y un presupuesto inexistente para la asistencia en la discusión del presupuesto 2017. Pedimos desmantelamiento de las redes de trata y nos responden con un artículo de “paridad” y sin desmantelar una sola red, ni castigar a los funcionarios que las integran. La estafa es demasiado evidente como para acompañarla.


 


La fuerza y el empuje del movimiento de mujeres radica en su capacidad de organizarse de manera independiente del Estado y de la Iglesia y en desnudar las maniobras políticas que los autores y autoras de esta sociedad que violenta a sus mujeres quieran tendernos para desarmar el movimiento, la movilización creciente y la organización.


Seguimos reforzando este camino.