En una más de sus apariciones mediáticas en el marco del enorme lobby clerical que despliegan los sectores antiderechos, señaló que “si hay aborto no hay Navidad, porque el niño Jesús no hubiese nacido”, y agregó “¿por qué? Porque María era una mujer soltera, después José la reconoce. En cualquiera de estas situaciones los médicos le habrían dicho ‘y bueno, aborte’”. Refleja no solo un simple rechazo sino la convicción de que las mujeres, si no están tuteladas por la Iglesia a través de representantes como él, o el propio Estado, no pueden decidir sobre sí mismas. Y en el caso de ser mujer y pobre sería necesaria la intervención de un agente del clero para no terminar abortando.

Di Paola predica todo esto en una villa donde las mujeres abortan clandestinamente y muchas de ellas mueren o son mutiladas producto de abortos inseguros. Pero diserta sobre el tema como si la realidad fuera otra. Lo hace desde el poder que le confirieron desde el propio Estado varios sectores que militan en el oficialismo y que lo colocaron como un referente y vocero de las villas. Pero su realidad dista de ser la de una familia trabajadora destinada a vivir en condiciones precarias y de changas ya que vive del presupuesto del Estado gracias a un decreto de la dictadura militar. Su presencia “heroica” en las villas persigue un propósito definido, que es el de contener la situación social explosiva que se deriva de los planes de ajuste del gobierno nacional y que sigue golpeando de manera sostenida sobre las masas trabajadoras, bajando línea sobre que hay que aguantar y sacrificarse ante un destino de pobreza.

Por último, no está de más recordar que hace unas semanas, cuando expuso a favor de los celestes en el marco del debate en el plenario de comisiones de Diputados, se ausentó al momento de responder la pregunta de la diputada nacional por el Frente de Izquierda Romina Del Plá, quien lo interpeló al respecto de la responsabilidad de la institución que representa en los abusos sexuales cometidos por otros curas como él contra niñes y adolescentes a los que decían proteger.

Los dichos de Di Paola son una expresión de la impotencia ante el enorme apoyo popular que recoge la legalización del aborto, y se apoya en un puñado de senadores que intentará bloquear este derecho ante la pasividad de un gobierno que tiene mayoría propia para golpear a los jubilados con la reforma previsional pero que no junta las voluntades para acabar con la clandestinidad del aborto.