El debate con el kirchnerismo
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La principal batalla política planteada en el Encuentro Nacional de Mujeres se libró con los sectores kirchneristas, que eligieron nuclearse en talleres referidos a la agenda de la propaganda oficial. Con el conjunto de las constelaciones que integran el aparato estatal montado por el kirchnerismo, mujeres de la municipalidad de Morón, del Ministerio de Desarrollo Social y de otros distritos se nuclearon detrás del apoyo a la presidenta como principal lema.
En los talleres referidos a los sindicatos o a la educación, donde se concentraron cientos de trabajadoras y maestras, la presencia de los sectores oficialistas fue baja o nula. Allí, las docentes criticaron, entre otras políticas, la degradación educativa, que pretende suplantar a los jardines por los “centros de primera infancia” y plantearon los objetivos salariales del sector. En los talleres referidos a aborto y anticoncepción, el kirchnerismo también estuvo ausente: el tema les resulta incómodo por partida doble. No quisieron enfrentar a las militantes de izquierda ni a las de la Iglesia, enviadas para romperlos.
Contra la precarización
En las comisiones relativas a “Mujer y Comunicación” las militantes de Nuevo Encuentro concentraron la mayor parte de su esfuerzo para defender la ley de medios, hasta el punto de armar comisiones de ese taller, integrado exclusivamente por representantes de esa fuerza política. En los talleres de organizaciones barriales, las compañeras del Plenario y del Polo Obrero desnudaron la profunda precarización laboral a la que las condena el gobierno, con el armado de cooperativas que pagan ingresos por debajo de los salarios de convenio. Del otro lado, punteras del gobierno reivindicaban esta política de precarización como parte de la “inclusión” de la década ganada. Las mujeres organizadas de los barrios no las dejaron avanzar.
El debate sobre el Código Civil se dio en la mayoría de los talleres. La tesis kirchnerista era que no teníamos que atacarlo, porque ello sería funcional a la derecha que lo rechaza parcialmente. El burdo argumento fue rebatido de forma plena por el Plenario de Trabajadoras, haciendo una crítica de fondo al Código más allá de la impugnación del artículo 19, que defiende la “existencia de la persona desde la concepción”. Una aberración científica y jurídica, pactada con el Vaticano, que hará que las mujeres que deban practicarse abortos paguen aún más caro de lo que lo hacen hoy.
La barbarie clerical
Detrás del reconocimiento de la diversidad sexual, no puede ocultarse la pérdida de derechos laborales, la consagración de contrataciones precarias, el impulso a la tercerización laboral y las barbaridades jurídicas al servicio de los intereses poderosos del clero. Las elucubraciones de las kirchneristas se iban disolviendo ante la contundencia de estos argumentos.
En los talleres de mujer y trabajo y en los de prostitución repudiamos los intentos del kirchnerismo de legalizar la prostitución como negocio capitalista. Rechazamos el hostigamiento del Estado y de las mafias contra la mujer obligada a prostituirse, y defendemos el derecho a organizarse contra ese atropello. Pero luchamos para superar esta degradación y no por naturalizarla. En los talleres de Trabajo, denunciamos que sólo el 10% de las más de 1.200.000 empleadas domésticas están blanqueadas, y que la socialización de las tareas domésticas, a través del desarrollo de lugares educativos, deportivos y recreativos para los niños, no estuvo jamás dentro de las metas de este Estado.
Las que pegaron el faltazo
En las comisiones de trata de personas, las militantes kirchneristas directamente pegaron el faltazo. Las pocas funcionarias presentes en estas comisiones no podían explicar algo tan elemental como el rescate de más de cinco mujeres tratadas por día sin lograr desmantelar ni una sola red. Las defensoras del modelo de pagadores seriales, que ahora están preparando el desembolso a “los buitres más buitres” a partir de enero, faltaron, obviamente, al taller de Deuda externa.
En definitiva, la presencia kirchnerista sólo fue una movilización de aparato, organizada para defender aquellas políticas que aseguran cargos y sueldos abultados para muchas de las que lideraron la delegación.
El Plenario de Trabajadoras tuvo en claro que iba a librar centralmente esta batalla, y cumplió su objetivo. La atomización del movimiento de mujeres no permitió golpear con mayor fuerza a un Estado que buscó autoexculparse de la violencia hacia la mujer. Esta es la realidad que debemos empezar a cambiar: el 25 de noviembre tenemos la oportunidad de poner en pie grandes movilizaciones hacia el poder político, cargando sobre los gobiernos la principal responsabilidad sobre el estado de situación que viven las mujeres.