El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado aporta alrededor del 16% al PBI. El dato surge de un estudio realizado por la Dirección de Economía, Igualdad y Género (DNEIyG) del Ministerio de Economía. Se trata de un informe que expresa las condiciones de doble explotación que padecemos las mujeres trabajadoras.

“El aporte por género del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado al PIB es desigual: el 75,7% proviene de tareas realizadas por mujeres. Es decir, las mujeres realizan más de las tres cuartas partes de este trabajo y, de este modo, dedican, el total de ellas en su conjunto, 96 millones de horas diarias de trabajo gratuitas a las tareas del hogar y los cuidados”, publicó La Nueva Mañana, junto a otros datos más relevantes del citado estudio.

En vísperas del 8M, en una entrevista a la directora nacional de políticas de cuidado, Lucía Cirmi Obón, marca que las mujeres, con el trabajo doméstico no remunerado, aportamos el 15,9% del producto bruto, y se ubica en una posición de comentarista, como si el gobierno del cual integra no tendría ninguna responsabilidad de esta situación.

El dato de que las mujeres cumplimos un rol socialmente activo no remunerado y que el aporte realizado es mayor que el de la industria en Argentina, no es menor; pone de manifiesto, de una forma superior, la doble opresión que vivimos las mujeres, por nuestra condición de clase y de género.

Las mujeres realizamos el 75% de las tareas domésticas no remuneradas y le destinamos entre cuatro y seis horas diarias, según el citado estudio. Considerando el sistema en el que vivimos donde el tiempo es dinero, nos deja con mucho menos espacio para poder realizar tareas remuneradas, por lo cual denota la estructura discriminatoria a la hora de ingresar al mercado laboral o la misma remuneración por igual trabajo.

Lo curioso es que la directora nacional de Políticas de Cuidado celebra iniciativas de ley de Alberto Fernández como “Cuidar en Igualdad” cuando hay frentes laborales de concentración de mujeres, como Trabajadoras de Casas Particulares, que tiene un régimen laboral que las mantiene en condiciones cuasi de esclavitud, y cobran salarios de miseria.

Incluso yendo a otros rubros donde hay amplitud de trabajadoras, como la docencia, el salario sigue siendo una miseria y se encuentra por debajo de la canasta familiar. Y claramente de esto la directora nada dice, cuando somos las mismas mujeres trabajadoras las que realizamos las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas.

Para dar vuelta la desigualdad, mucho hemos aprendido de nuestras compañeras luchadoras a lo largo de la historia, desde los paros por condiciones laborales hasta las inmensas movilizaciones por el aborto legal, seguro gratuito; pasando por el derecho al voto, la lucha contra la violencia capitalista y patriarcal y cada una de nuestras reivindicaciones y conquistas.

Es claro que ese es el camino, el de la lucha callejera y la organización. Por eso en un nuevo Día Internacional de la Mujer Trabajadora salimos a la calle a decir: ¡No al pacto con el FMI, queremos salarios y condiciones laborales! ¡Basta de ajuste y represión! ¡Ni una menos, el Estado es responsable! ¡ESI ya! ¡Separación de la Iglesia del Estado!

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