ENM: Clericalismo en la Comisión Organizadora
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Como ocurriera en años anteriores, el PCR y sus aliados lograron imponer que la marcha central del Encuentro no pase por la puerta de la Catedral. Lo que no pudieron evitar, claro, es que por estar ubicada al lado del Monumento a la Bandera, las columnas pasen por la esquina.
La señal al Vaticano es clara. Refleja un compromiso con el clero –enemigo a muerte de los derechos de la mujer– que excede el marco del ENM. El 7 de agosto, recordemos, la CCC-PCR marchó, junto al Movimiento Evita y Libres del Sur, desde la iglesia de San Cayetano a Plaza de Mayo en una columna encabezada por un párroco. Juan Carlos Alderete, de la CCC-PCR, viajó recientemente a Roma a visitar al Papa y trajo su “afectuoso saludo”, para quien fuera la dirigente histórica de esa fuerza en la organización de los ENM. Más claro, imposible.
Esto tiene repercusiones concretas al interior del Encuentro. Durante las reuniones de la Comisión Organizadora, en Rosario, planteamos la necesidad de convocar, junto a la Mesa por la Libertad para Belén, a la movilización nacional del 12 de agosto. El bloqueo del PCR a esa iniciativa fue total.
Durante años, los sectores que regimentan el ENM impugnaron la participación de las compañeras trans, apoyándose en argumentos reaccionarios, y pretendieron ocultar la pertenencia política de las participantes, al mismo tiempo que impulsaban talleres de fuerzas de seguridad femeninas, introduciendo al aparato represivo del Estado dentro del Encuentro.
Del mismo modo, la Comisión Organizadora no condenó al ataque fascista que sufrimos el año pasado frente la Catedral de Mar del Plata, ni las bombas molotov que desconocidos arrojaron contra los micros en Mendoza, unos años antes, por citar algunos ejemplos. Sin embargo, en 2013 difundieron, como Comisión de Organización del Encuentro que se preparaba en Salta, un texto de apoyo al levantamiento policial de entonces, pasando por encima de todo el resto de las organizaciones.
El Plenario de Trabajadoras redoblará la lucha por la independencia del movimiento de mujeres respecto del Estado, del clero y de sus partidos, único camino para defender nuestras reivindicaciones.