Mujer
30/10/2018
Finocchiaro y Larreta avalan los ataques a la educación sexual científica y laica
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Cuando se multiplican los ataques clericales contra la posible derogación del artículo 5 a la Ley de Educación Sexual Integral (que deja librado su dictado según al “ideario institucional” de cada escuela) el ministro de Educación Alejandro Finocchiaro sostuvo en su facebook que la misma “no necesita ser modificada” y “que los contenidos deben ser brindados en todas las escuelas, respetando los principios e ideario de cada una de ellas” -en línea con lo que acordaron en mayo los 24 ministros que integran el Consejo Federal.
En la misma línea, el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta presenta esta semana “su” proyecto de implementación de educación sexual en las escuelas. No solo se crea, como si con la ley no alcanzara, una “Coordinación General de Educación Sexual Integral” con representación de todos los niveles educativos, de escuelas públicas y privadas. Diana Maffía, la filósofa feminista que coordinó los equipos de trabajo del proyecto, ya anticipó la continuidad del artículo 5, al afirmar que “La ley tiene una reglamentación que hay que cumplir, no hay que actualizarla. El problema es que hay personas que no quieren cumplir la ley”.
La incorporación de este en la Ley de ESI sancionada bajo el kirchnerismo, así como su incorporación, y los ataques que vienen bloqueando su derogación, ha implicado e implica dejar librada la educación de millones de alumnos al oscurantismo clerical que predica que ser hombre o mujer es un determinismo biológico “innato e inmutable”, los homosexuales son enfermos y contagian, la maternidad es obligatoria, los preservativos provocan abortos y la paidofilia es obra del demonio instigada por niños perversos, del mismo modo que las mujeres violadas son responsables de provocar a sus violadores.
Si estos planteos, explicitado en los ataques a cualquier modificación a la ley, tuvieran un carácter individual, lo que correspondería es ofrecer asistencia profesional. Pero el aparato de la Iglesia Católica y las evangélicas no tiene ni un punto de demencia. El embate incluyó un amplio menú de respuestas que fueron desde declaraciones de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA), la Conferencia Episcopal y sus repetidoras hasta una campaña impulsada desde los púlpitos y a través de las redes sociales plagada de violencia y mentiras. “…A los chiquitos se les enseñan técnicas de masturbación, hay talleres para dudar de la propia sexualidad, se les enseña el derecho a la terapia hormonal, el aborto como derecho…”, dice uno de los mensajes viralizados por las organizaciones pantalla del clero como #ConMisHijosNoTeMetas, Pro Vida y similares.
La representatividad de los cruzados, hasta el momento, puede ser puesta en duda. Media docena de personas con pañuelos celestes entraron a los gritos y empujones a la escuela número 8 Ingeniero Pedro Benoît de La Plata so capa de rescatar a la esposa de uno de ellos, supuestamente una docente atacada por oponerse a la ideología de género. El número de cartas documento exigiendo “no incluir ideología de género en las clases de educación sexual” fue insignificante según las propias autoridades educativas. Tampoco juntó más de un millar de personas en el Congreso la marcha nacional “Con mis hijos no te metas”. Nucleó a marginales como Biondini y Cecilia Pando y lució carteles contra los judíos y la masonería que reflotaban los manifiestos de la Liga Patriótica un siglo atrás.
El ataque a la educación sexual y los derechos de la juventud se viste, como se ve, de distintos ropajes: no sólo son los sectores ultramontanos o el gobierno. También es la burocracia sindical que reza en Luján o las feministas papales que guardaron el pañuelo verde para las efemérides y se abrazan a los enemigos del aborto legal.