Mujer
10/5/2020
FMInistas
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Funcionarias, asesoras y adherentes del gobierno nacional, peronistas de diferentes espacios, integrantes del grupo La Mella, Mala Junta, Partido Comunista y de La Cámpora, declararon su apoyo al pago de la deuda externa mediante un petitorio titulado “Las feministas apoyamos la propuesta de reestructuración de la deuda externa”, que se puede leer en el portal Minuto Uno (7/5).
El pronunciamiento llegó el mismo día en el que la propuesta a los bonistas fue abandonada por el gobierno para formular otra, ya que rechazaron la primera. El apoyo masivo que recibiera la propuesta original desde diferentes economistas y hasta organismos internacionales tuvo una sola razón de ser: la propuesta fue más generosa de lo que todos esperaban, y abandonada ante la primera protesta. El gobierno abrió la negociación para ceder inmediatamente.
Antes de entrar a la crítica de la declaración es importante definir qué están apoyando. La restructuración en cuestión no obedece a ningún choque de parte de Alberto Fernández con los bonistas sino que es una continuidad del camino abierto por su predecesor Mauricio Macri, el más fiel representante del capital financiero, que llevó al país a un endeudamiento brutal, una quiebra y luego a una renegociación. En esta última etapa de negociación con el capital financiero se inscribe la propuesta del gobierno actual. Estamos en presencia de un proceso de continuidad y no de choque con la hoja de ruta puesta en pie por Macri.
El texto plantea que “las feministas” apoyan el pago de la deuda. El punto de partida es la apropiación de una amplia y heterogénea identificación ligada a la defensa de los derechos de las mujeres –el feminismo de hoy- que se sostiene por la utopía de que ese cambio se puede producir bajo este régimen social de explotación y discriminación. Las firmantes se inscriben en una vieja variante del feminismo “institucionalizado”, “estatizado” y “corporativo”, según la definición de otras feministas y obviamente de militantes socialistas. Defienden la explotación capitalista pero con lenguaje inclusivo y perspectiva de clase. Un cocoliche reaccionario.
En su operativo de unir al feminismo con el capital financiero y sus objetivos, estas asesoras feministas del gobierno intentan encorsetar al gran movimiento de mujeres que ha asaltado las calles de nuestro país desde hace cinco años para exigir respuestas a sus demandas. Saben que esas demandas se van a incrementar en el próximo periodo y buscan silenciarlas y atomizarlas.
La declaración
La extemporánea declaración dice en su comienzo que “Las mujeres, lesbianas, travestis y trans abajo firmantes creemos que es necesario expresar nuestro apoyo al proceso de renegociación de la deuda externa emprendido por el gobierno nacional. En particular, consideramos que la propuesta elevada por el gabinete económico es adecuada para iniciar un camino de crecimiento y de disminución de las desigualdades presentes en nuestra sociedad”.
Los intereses que proponía la reestructuración son 2,3%, contra una tasa internacional europea de 0% y norteamericana de 1% aproximadamente.Y en lo relativo al capital plantea solo una quita del 5% -o sea, nada. Esta es la oferta que ahora los bonistas verán mejorada y con la cual es imposible iniciar ningún “camino de crecimiento”, porque para cumplirla se impone junto a ella una escalada contra las leyes laborales (operativo que ya está en curso), una disminución de los ingresos de los trabajadores (presente también en el acuerdo UIA-CGT-gobierno) y la liquidación de las jubilaciones (operativo que el gobierno inauguró tempranamente). Más precarización y vulnerabilidad para las trabajadoras.
Las feministas a favor del pago de la deuda afirman que “El supuesto de sostenibilidad implícito en la propuesta elevada por el gobierno nacional, reflejado en un perfil de pagos de capital e intereses razonable y realista (!), es condición necesaria, mas no suficiente, para superar las diferencias de género. Esperamos que los acreedores externos decidan abandonar su complicidad con un modelo que pone en riesgo nuestras vidas”.
Para las firmantes un acuerdo que va a suponer una tasa de interés mayor al 6% y una quita del capital aún menor al 5%, es “razonable y realista”. Qué fuerte devaluación del valor, al menos, de las palabras.
La sangría que supone el pago de la deuda, mayormente en este contexto de caída en picada de las economías regionales y de una recesión internacional sin precedentes en los años previos a la pandemia -que en este contexto puede convertirse en depresión económica- resulta criminal. Para la Cepal, “desde antes de la pandemia, América Latina y el Caribe ya acumulaba casi siete años de bajo crecimiento, con un promedio de 0,4% entre 2014 y 2019. La crisis que sufre la región este año 2020, con una caída del PIB de -5,3%, será la peor en toda su historia”. Según la OIT 1.600 millones de personas quedarán sin empleo en el mundo. La brutalidad de la realidad, que no desconocen al menos una parte de ellas, es usada como excusa para justificar la cobardía para enfrentarla. ¡Qué guiso tan recalentado!
El texto ni menciona el contexto de la pandemia para reclamar nada a los bonistas. Cada peso que se destina a la deuda es plata que no se coloca en la asistencia a los sectores que sufren en mayor medida los efectos de la expansión del coronavirus -un tema tabú en la declaración.
Las feministas firmantes gustan escuchar y elogiar al niño mimado de financistas y lobistas del capital financiero, Martín Guzmán. A nosotras nos parece más adecuado escuchar a Lili del Polo Obrero de González Catán, que nos cuenta –como se en el video que colocamos a continuación- que hace dos meses que el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación no baja los alimentos a un comedor que da de comer a 600 personas. Cuando la plata se destina al pago de la deuda no llega a las y los más necesitados…
Esta negociación no supone un “futuro de crecimiento” como afirman, sencillamente porque sigue siendo un contrato leonino para los recursos de la Argentina. Toda la apuesta del gobierno es a pagar incluso a tasas desmedidas pero estirando los tiempos. Lo que gustan llamar “período de gracia” en términos económicos y sociales constituye una gran desgracia para los sectores populares, para las mayorías. No para los bancos y bonistas, que ganan con creces en este contexto. A ellos apoyan las funcionarias feministas que llegaron a la función pública prometiendo “revolucionarlo todo” y terminaron siendo vulgares cortesanas del poder del capital financiero.
El silencio sobre el contexto de la pandemia es muy sonoro. Buscan evitar las comparaciones incómodas, como la destinada a mostrar que entre diciembre y ahora el gobierno usó 4.700 millones de dólares del Tesoro, para el pago de deuda, una cifra equivalente –para que se dimensione el monto- al pago de 30 mil pesos para más de 10 millones de personas.
En el segundo párrafo el texto da un salto en la afirmación de la estafa política: “Las políticas de austeridad que el gobierno de Mauricio Macri implementó para mantener los altísimos niveles de endeudamiento en los que incurrió, impactaron en forma heterogénea, profundizando las desigualdades de género que desde el feminismo denunciamos siempre.”
La tergiversación está puesta al servicio de suavizar las políticas del propio Macri, recurriendo incluso a un uso inadecuado del lenguaje, ya que la “austeridad”, por definición, es lo opuesto al ajuste de Macri. Aunque algunas de las firmantes gustan utilizar a veces un discurso más radicalizado que sus acciones, en este caso en el texto no quedó ni rastros de capacidad descriptiva. La deformación de llamar a lo que hizo Macri “políticas de austeridad” responde también a otra razón: ellas gobiernan o apoyan a un gobierno con quienes dieron los votos al macrismo para alcanzar 120 leyes de ajuste durante cuatro años.
Están apoyando pagar una deuda que, en lo que respecta a la parte que corresponde al endeudamiento macrista, no respetó los mínimos cánones institucionales, que se contrajo para vehiculizar la fuga de capitales y para financiar una campaña electoral, y ese objetivo les hace perder hasta el sentido de las palabras. Eligen matizar, pero también mentir, porque la deuda que negocia Guzmán para el 2020 no es mayoritariamente la contraída por Macri en estos años. La funcionarias del gobierno aprendieron rápido el arte de la polarización y la grieta.
Es interesante lo que ocurre con el vencimiento de este mes del pago de 2.000 millones de dólares del Club de París. Esta deuda, en manos de acreedores franceses y alemanes, es parte del paquete negociado por Axel Kicilof en su época de ministro de CFK, reconociendo la deuda contraída por la dictadura genocida y cuyos términos resultaron una trampa mortal. Como ocurre con cualquier banco y las tarjetas de crédito, el actual gobernador de PBA firmó un acuerdo para que se pudiera hacer un pago mínimo y para que lo no pagado se indexara con intereses de hasta el 9%. Vino Macri y agarró el pago mínimo. Quienes ocultan que fue Kicillof el que firmó el acuerdo que luego Macri usó, incurren en una estafa política. Pero a estas feministas les gusta la política de ajustar con lenguaje inclusivo.
El feminismo institucionalizado, estatizado o como quiera llamarse constituye una búsqueda reaccionaria de una igualdad política para un puñado de mujeres, a costa de una desigualdad social que alcanza a la mayoría y que en medio de la crisis actual no tendrá precedentes.
Algunas firmantes del texto afirman en Página/12 (8/5) que “hay distintas pautas que demuestran que el gobierno quiere arreglar y por eso no es una oferta agresiva”, adhiriendo al discurso que sostiene entonces que la agresividad sería patrimonio de quien exige y no de quien somete. El derrumbe es muy pronunciado. La “agresividad” es la que sufrimos las mujeres y el pueblo trabajador por parte del capital financiero, que ejerce a través de la deuda un mecanismo de sometimiento y dominación que se traduce en la miseria de nuestras familias. Reivindicar la “no agresividad” para con los usureros del capital financiero, es colocarse en el campo de la agresión que éstos sí ejercen contra nuestra clase.
El negacionismo feminista gubernamental frente a esta tragedia social busca evitar que se ponga al desnudo el alcance de las políticas en curso: con el maquillaje feminista se hace uso y abuso político de un movimiento que detenta una autoridad social por su combatividad y batallas emprendidas, y se pretende así silenciar una realidad social brutal generada por la política de pagar la deuda, a fuerza de mentiras y contención de las iglesias y de la burocracia sindical.
Pasaron de reclamar la sororidad entre mujeres a expresar su apoyo desembozado a políticas que nos hunden en el hambre y en la miseria.
Defendamos firmes la lucha que intentan acallar con este apoyo al capital financiero, pongamos en pie una gran movilización para el #3J, repudiemos el pago de la deuda y exijamos que la plata se coloque en combatir el hambre, los femicidios y la violencia contra las mujeres y niñas que no para de crecer. Separación de la Iglesia del Estado. ¡ESI y aborto legal ya!