Luego de más de una década, llega a juicio oral y público las primeras semanas de agosto el caso de la joven Luna Corín, denunciante de abuso sexual en la infancia perpetrado por su progenitor.

Yama Corín, madre de la hoy joven Luna, viene librando una batalla constante contra una Justicia que, lejos de estar a la altura de las circunstancias, revictimizó sistemáticamente tanto a ella como a su hija a lo largo del proceso. El tiempo transcurrido entre el inicio de la causa y su convocatoria a juicio oral, sin dudas, constituye una revictimización en sí misma, pero no fue la única. En estos más de 10 años Luna ha sido sometida a diversas pericias, mientras que el acusado ni siquiera fue indagado; además, aprovechando las restricciones propias de la pandemia y dilaciones varias, le robaron la posibilidad de declarar en Cámara Gesell como menor de edad, sometiéndola a hacerlo de forma convencional con la mayoría de edad cumplida.

A pesar de todo, con organización y lucha, Luna y Yama vencieron cada obstáculo logrando llegar a esta instancia tan esperada. Esta suerte de juego de la oca que debieron atravesar no constituye un error o pasos cautelosos propios de una causa tan importante, por el contrario, son obstáculos pergeñados por un Estado que, a través de laberintos judiciales complejos, debilita a la denunciante, y buscando con ello aleccionar al conjunto de las madres protectoras que desafían a la Justicia cada día en defensa de sus hijxs. El conjunto de derroteros judiciales que madre e hija debieron sortear a lo largo de estos años dan cuenta de cuál es el tratamiento que reciben las mujeres que denuncian de parte del Estado y sus instituciones; el mismo que condena al 60% de lxs niñxs a vivir en la pobreza para pagar los usurarios intereses de la deuda, y que es incapaz de garantizar educación sexual en las escuelas para que lxs pibxs tengan oportunidad de prevenir e identificar los abusos.

Como Partido Obrero y Plenario de Trabajadoras hemos acompañado esta causa desde sus inicios, recorriendo junto a Luna y Yama cada posta de este largo y tortuoso camino. Es por eso que entendemos la enorme importancia de haber llegado, finalmente, a juicio oral. Sin embargo, dimensionar este logro no nos aleja de la caracterización sobre el accionar de la Justica aquí vertida. La situación sigue siendo compleja, sobre todo para Yama que, en caso de ser absuelto el acusado, puede recibir un sinfín de reprimendas judiciales. El abusador de su hija, es docente y fue militante de IS, partido que lo protegió con argumentos como el SAP, acusando a la madre de manipular a la niña. Luego de un largo tiempo de transitar esta posición, criticada por varios sectores, la modificaron en favor de Luna y su denuncia.

El abusador de Luna hoy es defendido por abogados que trabajan para abusadores tanto en el plano judicial como el político. En las primeras instancias había elegido ser defendido por abogados de policías. El horror llevado a su máxima expresión.

La discusión en el gremio docente Ademys sobre esta denuncia abrió paso a la elaboración de manera colectiva de un protocolo para intervenir ante estos casos. Dos de las lecciones que deja, tanto este como otros casos, es que por un lado esta Justicia es muy lenta para acusar abusadores y muy rápida a la hora de castigar a las mujeres que denuncian, y por el otro que sólo la movilización consecuente del movimiento de mujeres y diversidades puede arrancar sentencias que reparen algo del daño causado. Es por eso que entendemos que es importante acompañar las audiencias con la fuerza de la movilización del movimiento de mujeres y diversidades sosteniendo en la calle lo que ocurra en el juzgado.

En esa perspectiva, te invitamos a sumarte a bancar a Luna y Yama en la primera audiencia de este juicio el día martes 8 de agosto a las 9:30 horas frente a los Tribunales de Lavalle 1171 ¡Abuso Sexual en las Infancias Nunca Más!

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