Kirchnerismo: la “batalla cultural” por el encubrimiento
Seguir
Frente a la fuerte repercusión que ha tenido en todo el país la convocatoria para terminar con los femicidios, la repuesta de quienes militan en el campo de la defensa del gobierno nacional es que hay que dar la “batalla cultural”.
Aseguran que leyes como la de violencia de género, la de trata de personas o la de educación sexual dan muestra que el gobierno habría cumplido con su parte. Ahora el resto le queda a “la sociedad”.
Otros males que recorren a la sociedad son adjudicados también a un problema de orden cultural, casi como sinónimo de adjudicación de responsabilidades individuales o sociales, sin explicar el origen de esa barbarie. La muerte por desnutrición y los intentos de dirigentes K de convertirlas en casos de individuos descuidados, a los cuales la asistencia del Estado no los alcanza porque ellos la rechazan, es otro ejemplo de eso.
Debatiendo con lo que algunos sectores identifican como la derecha -desde luego, no incluyen en este universo a los Alperovich, Insfrán o el propio Scioli- señalan: “El pensamiento conservador ha buscado sistemáticamente imponer su proyecto hegemónico camuflándolo de orden natural”.
Pero este propósito, que sin lugar a dudas persiguen los conservadores, es común a todos quienes defienden el orden social capitalista. ¿De qué otra manera se puede sostener un régimen social en el cual una ínfima minoría se apropia del producto de la mayoría explotada?
En el terreno de la mujer, la afirmación de que es necesario librar una “batalla cultural” para enfrentar la misoginia en la cual fuimos educados resulta justa siempre y cuando comprendamos que el proceso cultural que hay que revocar, que concibe a la mujer como sujeto inferior, manipulable, propiedad de otros o prostituible, para abrir paso a uno nuevo, es aquel que necesita perpetuar la explotación. Un abordaje que ignore la función social de la violencia a la mujer terminará atribuyendo esa realidad a un “orden natural” y, por lo tanto, exonerando al Estado capitalista y al régimen social que él sostiene de toda responsabilidad.
En este marco, la “batalla cultural” pregonada por el kirchnerismo queda relegada a una burda coartada de la inacción gubernamental al respecto del tema. La “batalla cultural” para terminar con la violencia cotidiana contra la mujer es indisoluble de la batalla contra el régimen de explotación social, como parte de la lucha por de poner fin a todas las expresiones de barbarie que genera la sociedad capitalista. La batalla cultural sólo será tal si efectivamente se dinamitan las bases sociales de la cultura misógina.
Los cómplices de este régimen social de explotación no pueden librar ni esta ni ninguna batalla.