Mujer

27/4/2017|1455

La estrategia de las socialistas frente al ascenso del movimiento de mujeres

Conclusiones políticas del Congreso del Partido Obrero


El XXIV Congreso Nacional del Partido Obrero reunió a una comisión de delegadas de todo el país que deliberó sobre las tareas y desafíos de la mujer hoy.


 


Las masivas movilizaciones de mujeres, en la Argentina y el mundo, pusieron en el centro de la escena la cuestión de la opresión femenina. La conmoción popular por el incremento de los femicidios precipitó un movimiento de lucha que, con sus denuncias y reivindicaciones, apunta objetivamente a la responsabilidad del Estado. Esta denuncia ha sido seguida por un amplio abanico de demandas -aborto legal, igualdad salarial, separación de la Iglesia del Estado, desmantelamiento de las redes de trata- que sientan las bases de un cuestionamiento de fondo al régimen social capitalista.


 


Caracterizamos la etapa histórica en la que se desarrolla la lucha actual de las mujeres a partir de dos fenómenos centrales. Por un lado, el retroceso que representó el termidor estalinista, que se expresó en el ataque a las conquistas de la  Revolución Rusa en materia de derechos para las mujeres y en la destrucción de la organización de las mujeres socialistas -que se había desarrollado fuertemente a principios del siglo XX. Y cómo este proceso allanó el camino para la intervención creciente del imperialismo que, de la mano de la ONU, impulsó una línea de contención internacional con la creación de múltiples instituciones “de género” para desviar las demandas a la vía muerta de las reformas de Estado en la etapa de descomposición imperialista.  


 


Esa disyuntiva -integración al Estado o lucha de clases- sigue presente en la medida en que el movimiento aún no se desembaraza de la tutela política de la burguesía; sin embargo, por el alcance de sus reivindicaciones y la radicalización de sus métodos (paro nacional, movilizaciones de masas dirigidas al centro del poder político), el movimiento choca de lleno con los intereses de una clase social que no puede preservar su dominación sin el sometimiento y la opresión de la mayoría que vive de su trabajo y para ello necesita de la subordinación de la mujer.


 


Lucha política


 


La gravitación de las demandas de las mujeres y la movilización masiva en torno a las mismas han reforzado la intervención de la burguesía para desactivar un fenómeno potencialmente explosivo.


 


Las socialistas debemos batallar contra la orientación liberal y reformista que predomina en el movimiento y esgrime que el capitalismo puede ser curado de un mal heredado -el patriarcado- mediante una “batalla cultural”, sin terminar con el antagonismo entre el capital y el trabajo.


 


En este sentido la pregonada “paridad de género” tiene por finalidad velar los múltiples agravios que las patronales y los partidos de Estado descargan contra las mujeres trabajadoras. En contraposición, planteamos un Consejo Autónomo de Mujeres, cuyo principio es el debilitamiento del Estado capitalista y el reforzamiento de la organización independiente de las mujeres.


 


El sector que se identifica como “anticapitalista” y que pone de relieve el conjunto de las atrocidades que viven las mujeres bajo este régimen social, ha abandonado la perspectiva de organizar a las mujeres en un partido de clase y la lucha por un gobierno de los trabajadores.


 


Este tipo de planteamientos que centran su denuncia en una “cultura patriarcal” escindida de las relaciones de propiedad que le da sustento, están al servicio de llevar a las trabajadoras al campo del frente popular. En nuestro país esta orientación política es compartida por la casi totalidad de las corrientes que intervienen en este terreno, incluida la mayoría de la izquierda, dando a los sectores kirchneristas y filo kirchneristas preeminencia al interior del movimiento.


 


La batalla política que libró el Plenario de Trabajadoras al señalar la responsabilidad del Estado y la Iglesia en el ataque contra las mujeres, incorporando las reivindicaciones y los métodos de la clase obrera en oposición a estos desvíos,  se ha convertido en punto de referencia en todo el país y ha impactado también más allá de la Argentina a partir de la denuncia del Estado. La lucha por ganar a un movimiento democrático al terreno de los planteos del socialismo revolucionario es la gran tarea que tenemos por delante los militantes del Partido Obrero.


 


Por un Encuentro de Mujeres en la Ciudad


 


La batalla por un Encuentro Nacional de Mujeres en la Ciudad de Buenos Aires, contra la regimentación de las organizaciones tributarias de la Iglesia y las fuerzas patronales, será una campaña central de la próxima etapa.  Esta lucha es en primer lugar contra los pactos de los partidos del régimen y la Iglesia católica para contener una respuesta popular al ajuste, que  representa una doble afrenta para las trabajadoras, perseguidas y criminalizadas bajo principios oscurantistas. A la luz de esto, el triunfo que representa la absolución de la joven tucumana Belén debe ser ponderado como una derrota a los pactos oscurantistas y una victoria del frente único de lucha de las organizaciones de mujeres.


 


La carta dirigida a los partidos del Frente de Izquierda plantea, en ese sentido, un acuerdo para llevar adelante una lucha en común contra la tentativa de los agentes del clero y los partidos capitalistas de sustraer al próximo Encuentro de la Mujer del centro político del país. Le propondremos a las fuerzas de mujeres combativas un pre-encuentro de la Ciudad de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires, que delimite posiciones en el movimiento, y publicaremos una declaración nacional que aporte a un debate de fondo respecto del ENM.


 


Votamos la campaña hacia el 3J con charlas, cursos y pintadas, para movilizar fuertemente en todo el país en el tercer aniversario del Ni una Menos.


 


En base al programa elaborado en la Conferencia Nacional de la Coordinadora Sindical Clasista de Racing, establecimos la necesidad de desarrollar una intensa agitación y propaganda en las fábricas y los lugares de trabajo.


Lo mismo en relación con las mujeres del movimiento piquetero, que vienen batallando por trabajo genuino.


 


El capítulo de la juventud, que ha jugado un papel central en el movimiento de mujeres -organizándose en los colegios, las universidades y los barrios- da cuenta de la importancia de fortalecer su lucha contra los abusos y la violencia, contra las redes de trata, por educación sexual laica y científica, lo que supone la confrontación con las autoridades educativas, cómplices y responsables.


 


De cara a las elecciones, se plantea la necesidad de un plan político para confrontar con los partidos del régimen que buscarán el voto femenino con demagogia. La izquierda revolucionaria debe destacar a través de sus voceras que ofrece la única alternativa política para dar curso a las demandas de las mujeres.


 


Hemos resuelto, asimismo, la nacionalización de importantes campañas: por la libertad de Rita y el desprocesamiento de su familia, acusados de cómplices del aborto en el que María perdió su vida (Santiago del Estero); la campaña por el juicio oral ya a los encubridores del crimen de Paulina Lebbos; por la absolución de Higui, presa por ser lesbiana y defenderse de una violación “correctiva” en banda; por la libertad y absolución de Cristina Santillán, criminalizada por defenderse de su marido violento (Azul); y una campaña por un piquetazo nacional por el aborto legal.


 


Por todo esto, la comisión resolvió la salida mensual del boletín Trabajadoras, como instrumento de batalla reivindicativa, política y teórica. En el marco de estas importantes batallas, el Plenario de Trabajadoras realizará en el mes de julio una conferencia nacional, con asambleas previas en cada distrito.


 


 


Foto: Javier Entrerriano