El pasado 3 de junio, los jueces del Tribunal Oral N° 7 (TOC 7) de San Isidro, Alejandro Lago, Gustavo Gaig y María Coelho le otorgaron la libertad a Isaías Villarreal, uno de los femicidas de Luna Ortiz. Se trata de un paso más en el camino de impunidad que trazó la Justicia desde el primer día, protegiendo a los responsables del crimen y revictimizando a Luna.

Los magistrados del TOC 7 finalmente aceptaron el cambio de carátula de la causa a “suministro gratuito de estupefacientes destinado al consumo personal en concurso real por homicidio imprudente”, dando lugar al fallo dictado por la Cámara de Casación en beneficio del imputado. De este modo, la condena de 14 años que pesaba sobre Villarreal bajo la carátula anterior (“abandono de persona seguido de muerte con suministro de sustancias estupefacientes a título gratuito”) se redujo abruptamente permitiendo su excarcelación. Tomaron esa decisión pasando por alto las pruebas presentadas por la familia de Luna en la audiencia del 17 de mayo, que daban cuenta de que el femicida continuaba captando jóvenes de manera virtual desde la cárcel para luego prostituirlas.

A esta altura no quedan dudas de la complicidad estatal con los agresores de Luna, quienes le suministraron sustancias para anularle la voluntad y poder abusar de ella, induciéndola a un cuadro de sobredosis que terminó con su vida el 3 de junio de 2017. Lejos de tratarse de “homicidio imprudente”, es claro que hubo una acción premeditada en función de vulnerar a la joven para ejercer violencia sobre ella. Sin embargo, la Justicia, la policía y el poder político prefieren negar esta realidad flagrante con el objetivo de encubrir a los victimarios y a todo el entramado de narcotráfico y trata del cual son partícipes.

Detrás de los constantes reveses judiciales en el caso de Luna también se esconde la intención de naturalizar y justificar la violencia que se descarga sobre las mujeres, la cual oficia como un pilar fundamental de este régimen social de explotación. Por eso tanta insistencia, de parte de los jueces y fiscales que intervinieron en la causa, en depositar la responsabilidad en la víctima y en hurgar en su vida personal para proclamar el despreciable “ella se lo buscó”. Discurso aleccionador por excelencia con el cual se busca educar al conjunto de la sociedad.

Frente a esto, la familia presentó un recurso a la Corte Suprema bonaerense para que revise este fallo aberrante y dé lugar a la figura de femicidio, como debió haber sido desde un principio. Seguiremos en las calles hasta alcanzar esta sentencia ejemplar, por Luna y por todas.

 

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