Mujer

11/3/2021|1617

La responsabilidad de todo el Estado con los femicidios

Juan Diez

En lo que va del año, más de 66 mujeres perdieron la vida a manos de femicidas. Hombres que esperaban que su pareja o expareja cumpliera con sus planteos, expectativas y preceptos, y que las terminaron matando ante la frustración de no lograr sus objetivos. Todos llevando a su punto más extremo una violencia cotidiana que todos los días el régimen imparte y explota en su favor.

Los femicidas las tratan de “putas” y las condicionan económicamente. A otras las sumergían en el consumo de determinadas drogas y alcohol para poder mejor dominarlas e incluso violarlas o darles otros tipos de uso. En el caso del policía que se obsesionó con Ursula, y que terminó matándola, tenía denuncias previas, incluso por abuso de menores. El policía que mató a su pareja en Madariaga también tenía una denuncia previa de una expareja. También ahí se sospecha de una relación del policía con la hija de 13 años de la víctima. El que mató en la calle a puñaladas a Guadalupe en Villa La Angostura le mandaba mensajes que decían “Te estoy mirando. Sos mía. No sos de nadie más”.

Cuando una perspectiva como esta sobre los vínculos personales se generaliza, como es este el caso, corresponde observar de dónde procede esa forma de educación que se expande en todos los poros de la sociedad. La mujer subyugada será más precariamente explotada y con esta modalidad su explotación representa para el régimen social beneficios extra.

Los gobiernos no asisten a las víctimas; por el contrario, las empobrecen más volviéndolas más vulnerables en el contexto de violencia. Las condenan a salarios de hambre, las alejan de la posibilidad de tener viviendas propias y cuando luchan por ellos las reprimen. Tampoco se imparte educación sexual integral porque el gobierno es amigo de la Iglesia, en quien depositó la educación de buena parte de la población con los resultados a la vista. La condición “estructural” de la violencia no se va a cambiar si quienes forman esa estructura siguen alimentándola como hasta ahora.

El Poder Judicial, seleccionado de entre los hombres y mujeres del Derecho que el Estado forma en facultades públicas o privadas, muchas de ellas confesionales y subsidiadas por el Estado, es culpable de la realidad que vivimos, tanto como el Ministerio de las Mujeres que no previene casos, ni asiste ni evalúa a los denunciados, o los poderes legislativos, que designan a los jueces o los que crean leyes discriminatorias o buenas leyes que no hacen cumplir.

La violencia adormece, nos coloca en una permanente batalla librada en un pequeño núcleo doméstico, nos consume y este es un aspecto de la violencia de género sumamente valorado por los hacedores del régimen de hambre y explotación en el que vivimos. Mejor una sociedad consumida, que lúcida para enfrentar los atropellos de los gobiernos de turno.

Para modificar las causas de fondo hay que romper con la Iglesia, quitarle el rol protagónico en la educación oficial, equiparar salarios para todas las mujeres, plan de viviendas con prioridad para las mujeres jefas de hogar, que solo en la Ciudad de Buenos Aires alcanza a casi el 50% de los hogares, contratación de personal profesional para asistir en planta permanente y con salarios superiores a la canasta básica total. Salario mínimo para las trabajadoras de casas particulares equivalente a la canasta básica. Que el reconocimiento de las tareas de cuidado represente la creación de jardines “maternales” en cada barrio y lugar de trabajo, las licencias especiales, la creación de centros adecuados para adultos mayores, lugares de recreación y deportes. Fuero único (penal y civil) para atender la violencia de género. Elección y revocabilidad de jueces y fiscales. Consejo Autónomo de Mujeres, con gestión independiente y presupuesto estatal.

Rompamos las cadenas de la violencia de género. Trabajemos por eso en una lucha unitaria entre compañeras y compañeros de clase contra el Estado. No más mujeres violentadas ni trabajadores convertidos en femicidas.

Comencemos a poner en pie la próxima gran jornada de lucha de las mujeres, el próximo 3J que suene fuerte en todo el país el reclamo contra todos los poderes del Estado.

¡¡¡Basta de hambre y femicidios!!!