Mujer
8/3/2017
Las mujeres en la revolución rusa de febrero de 1917
Las trabajadoras, el sector más oprimido de la clase obrera rusa
Las trabajadoras rusas, concentradas en el sector textil y en los oficios menos calificados, eran el sector más explotado de la clase obrera rusa: el salario medio en el sector textil era menos de la mitad del de la metalurgia en 1916. El porcentaje de analfabetismo, que promediaba un 36% entre los trabajadores industriales y se reducía al 17,4% entre los metalúrgicos, trepaba al 62,5% entre las obreras textiles, aunque la brecha entre alfabetización masculina y femenina se reducía considerablemente en los grupos de menor edad, entre los cuales se reclutaban las militantes de las fábricas textiles.
El trabajo preparatorio de la Internacional de Mujeres Socialistas
La tarea estratégica de ganar a las mujeres trabajadoras a los planteos socialistas fue comprendida tempranamente por las mujeres socialistas. La necesidad del desarrollo de la agitación y la propaganda socialista entre las mujeres rusas fue una de las conclusiones de la revolución de 1905, expresada por Kollontai en la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Stuttgart (1907). Ya en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague (1910), con delegadas de 17 países, se proclamó el ‘Día de la Mujer’, en los siguientes términos:
‘En acuerdo con las organizaciones políticas y sindicales con conciencia de clase del proletariado de sus respectivos países, las mujeres socialistas de todas las nacionalidades tienen que organizar un Día de las Mujeres (Frauentag) especial, el cual, ante todo, tiene que promover la propaganda por el sufragio femenino. Esta demanda debe ser discutida en relación con toda la cuestión de la mujer, según la concepción socialista. El Día de la Mujer debe tener un carácter internacional, y ser cuidadosamente preparado (Zweite Internationale Konferenz Sozialistischer Frauen in Kopenhagen 1910, p. 3)"
Los periódicos Die Gleichheit (La igualdad) en Alemania y Rabotnitsa (Trabajadora) en Rusia
Poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, y siguiendo el ejemplo de las obreras alemanas –cuya revista Die Gleichheit (La igualdad), editada por Clara Zetkin desde su fundación en 1892, alcanzó una tirada de 124.000 ejemplares en 1914–, las socialdemócratas rusas editaron la revista Rabotnitsa (Trabajadora), cuyo primer número fue publicado en el Día Internacional de la Mujer de 1914, con 12.000 ejemplares. Su consejo editorial incluía a Inessa Armand, Aleksandra Kollontai y Nadezhda Krupskaya, la compañera de Lenin, entre otras futuras líderes del movimiento de mujeres comunistas. El editorial del primer número afirmaba que Rabotnitsa "educará a las trabajadoras con poca conciencia [política], y señalará sus intereses comunes con el resto de la clase trabajadora no sólo en Rusia sino en todo el mundo".
El periódico reportaba una tendencia hacia la pasividad, la ausencia de iniciativa y de perseverancia en la lucha, una indiferencia general a la vida pública, un sentido débilmente desarrollado de la solidaridad de clase y una baja alfabetización política, como características de la cultura política de las trabajadoras no calificadas. “¿Cuántas veces?”, se preguntaba un artículo, “¿hemos oído decir que una huelga en tal o cual empresa fracasó... porque ‘entre los trabajadores había muchas mujeres’, que varias fábricas no apoyaban a sus camaradas ‘porque’ entre sus trabajadores había muchas mujeres, que una huelga terminó prematuramente y por consiguiente se perdió ‘porque’ entre los obreros había muchas mujeres?... Las mujeres son el grupo menos consciente... Se afilian menos a los sindicatos que hombres, van con menos frecuencia a los clubes y conferencias”. (Rabotnitsa, 16 March 1914, p. 2, citado en David Mandel, The Petrograd Workers and the Fall of the Old Regime, p. 37.)
Las trabajadoras rusas y la Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial transformó el rol social de las mujeres en Rusia. Entre 1914 y 1917, cientos de miles de mujeres se convirtieron en obreras industriales, ocupando los puestos de trabajadores enviados al frente: a finales de 1916, el número de hombres reclutados había trepado a 14.600.000, muchos de ellos jóvenes que habían sido el único sostén para sus familias. En la expansión industrial que tuvo lugar durante la guerra, hubo un crecimiento desproporcionado del número de trabajadoras. Aunque en términos absolutos el aumento fue casi el mismo para ambos sexos, el aumento relativo de la mano de obra femenina superó al de los hombres en más del 50%, con lo que el componente de mujeres en la clase obrera aumentó del 25,7% en 1914 al 33,2% en 1917. En la industria textil y la elaboración de alimentos, que eran oficios principalmente no calificados y donde las mujeres se habían hecho prominentes hacía mucho tiempo, las trabajadoras ahora formaban una mayoría.
El ingreso de las mujeres a las fábricas no las eximía, sin embargo, de sus responsabilidades en el hogar. Las presiones que sufrían las trabajadoras ante el hambre de sus hijos, combinada con la exclusión de la vida política y social las convertía, como señalaba Rabotnitsa, en uno de los sectores más conservadores; pero esta condición de doble opresión volvía aún más explosiva entre las mujeres la creciente falta de pan. Las eternas colas que hacían en pleno invierno ruso, antes de ingresar a las fábricas, para conseguir pan, llevaron a las trabajadoras a cuestionar al poder político, sin más mediaciones.
Las obreras toman la iniciativa en el Día Internacional de a Mujer
La guerra y la revolución transformaron completamente al sector más oprimido y despolitizado de la clase obrera. En su Historia de la revolución rusa, Trotsky recuerda que las mujeres trabajadoras fueron la vanguardia de la revolución de febrero:
"El 23 de febrero (en el calendario juliano, 8 de marzo en el calendario gregoriano) era el Día Internacional de la Mujer. Los elementos socialdemócratas se proponían festejarlo en la forma tradicional: con asambleas, discursos, manifiestos, etc. A nadie se le pasó por la mente que el Día de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revolución. Ninguna organización hizo un llamamiento a la huelga para ese día. La organización bolchevique más combativa de todas, el Comité de la barriada obrera de Viborg, aconsejó que no se fuese a la huelga. […] Tal era la posición del Comité, al parecer unánimemente aceptada, en vísperas del 23 de febrero. Al día siguiente, haciendo caso omiso de sus instrucciones, se declararon en huelga las obreras de algunas fábricas textiles y enviaron delegadas a los metalúrgicos, pidiéndoles que secundaran el movimiento. […] Es evidente, pues, que la Revolución de Febrero empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias; con la particularidad de que esta espontánea iniciativa corrió a cargo de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras del ramo textil, entre las cuales hay que suponer que habría no pocas mujeres casadas con soldados"
El testimonio de un obrero sobre el rol de vanguardia de las mujeres
Aún entre los dirigentes bolcheviques de Petrogrado, que tendían a ser los más militantes, la estrategia era conservar la energía para una huelga general decisiva el 1 de mayo. No obstante, en el distrito de Vyborg las trabajadoras de varias fábricas de textiles abandonaron el trabajo y, reuniéndose fuera de las fábricas metalúrgicas cercanas, convencieron a los hombres de que se unieran a ellas. I. Gordienko, un trabajador de la Fábrica Nobel de Construcción de Máquinas, recordaba:
"En la mañana del 23 de febrero se oyeron voces femeninas en la calle a la que daban las ventanas de nuestro departamento: ‘¡Abajo la guerra! ¡Abajo la inflación! ¡Abajo el hambre! ¡Pan para los trabajadores!’ Yo y varios compañeros estuvimos en las ventanas en un abrir y cerrar de ojos.... Las puertas del Bol'shaya Sampsion'evskaya Manufaktura Nº 1 estaban abiertas. Las masas de mujeres trabajadoras llenaban la calle, y su estado de ánimo era militante. Aquellas que nos vieron nos empezaron a agitar los brazos gritando: ‘¡Salgan! ¡Dejen el trabajo!’ Bolas de nieve volaron por la ventana. Decidimos unirnos a la demostración... Una breve reunión tuvo lugar fuera de la oficina principal cerca de las puertas, y salimos a la calle... Los camaradas de enfrente fueron agarrados por el brazo en medio de gritos de ‘¡Hurra!’, Y partimos con ellos por la calla Bol'shoi Sampsion'evskii. (citado en Eduard Burdzhalov, Russia's Second Revolution, p. 197.)"
El rol de vanguardia de las mujeres trabajadoras no se limitó a declarar la huelga sino que jugó un papel crucial en la conquista del apoyo de los soldados. A la luz de estos acontecimientos, consideraciones tales como "el tiempo no está todavía maduro" para una huelga general o para manifestaciones callejeras perdieron todo significado. La revolución de febrero estalló como una huelga general insurreccional iniciada por “manifestaciones de mujeres en que figuraban solamente obreras que se dirigían en masa a la Duma municipal pidiendo pan”, que rápidamente recogió el apoyo de los obreros y se fusionó con consignas políticas tales como "¡Abajo la autocracia!" y "Abajo la guerra!".
El efecto inmediato de la iniciativa política de las obreras de la capital fue el derrocamiento de la dinastía de los Romanov, que gobernaba Rusia desde 1613, el resurgimiento de los consejos de diputados obreros (soviets), creados por primera vez por la clase trabajadora rusa en la revolución de 1905, y la apertura de una etapa de doble poder entre dichos consejos y el gobierno provisional que culminaría con la toma del poder por los bolcheviques en octubre de 1917.
La revolución bolchevique y la liberación de la mujer
La revolución bolchevique otorgó a las mujeres la plena igualdad de derechos civiles y políticos, el casamiento civil y el divorcio, y el derecho al aborto en noviembre de 1920 (lo cual convirtió a Rusia en el primer estado del mundo en legalizar la interrupción voluntaria del embarazo), y desarrolló una política tendiente a permitir la socialización del trabajo doméstico y de la crianza de los niños, liberando a la mujer del yugo de la esclavitud doméstica. Estos avances dramáticos se debieron a la política revolucionaria consecuente de los bolcheviques -que a diferencia de los partidos burgueses y pequeñoburgueses no buscaron llegar a un compromiso con el clericalismo, sino que llevaron a cabo una separación tajante entre la iglesia y el estado- pero también debido al gigantesco impulso que la militancia de las trabajadoras rusas había dado a la revolución.
A pesar de su carácter revolucionario (y en el caso del aborto, inédito) estas medidas eran vistas por los bolcheviques sólo como un primer paso hacia la abolición de la esclavitud doméstica. La liberación de la mujer sólo sería posible mediante la socialización del trabajo doméstico y del cuidado de los niños, lo cual crearía las bases materiales para el surgimiento de una nueva forma de familia. Dichos proyectos chocaron con los límites brutales impuestos por la herencia del atraso ruso, la destrucción causada por la Primera Guerra Mundial y la guerra civil, y el aislamiento de la revolución, por lo que debieron ser parcialmente revertidos con la adopción de la Nueva Política Económica (NEP) en marzo de 1921, para finalmente ser liquidados con el ascenso de Stalin a partir de 1923. Representan, por ende, una tarea pendiente del movimiento obrero internacional.