Mujer

17/7/2018

Más agresiones de sectores oscurantistas contra la legalización del aborto

Las amenazas y la campaña para censurar a la escritora Claudia Piñeiro de una charla en la Fundación OSDE con el escritor cubano Leonardo Padura, es una de las últimas expresiones de los ataques contra la legalización del aborto por parte de grupos oscurantistas. Antes la diputada Romina Del Plá, destacada referente de la media sanción en Diputados, había sufrido un raid de persecuciones en Tucumán en torno a las actividades programadas en defensa del aborto legal. Por medio de las redes sociales los ataques se multiplican a través de genuinos fascistas y de trolles. 


El ataque contra Piñeiro obedece a que ésta fue oradora en las sesiones plenarias del Congreso entre los expositores en favor de la legalización del aborto, donde destacó que quienes defendemos efectivamente la vida somos quienes defendemos el aborto legal contra el falseo de los sectores clericales del slogan “pro-vida”. En declaraciones del domingo al diario Clarín, Piñeiro dijo que "hay una responsabilidad de la Iglesia por sus discursos y lo que se está escuchando en las misas”. Entrevistada por Pagina/12, la escritora consideró que no se trataba de un dato menor que la actividad de la que quisieron bajarla fuera una actividad de una empresa de medicina prepaga y que lo que había de fondo era un mensaje para que las prepagas no hagan los abortos si se aprueba la ley, en la línea de las declaraciones de las instituciones de salud vinculadas al clero o la propia CGT. 


Un rosario de ataques


Recientemente, la ginecóloga del Hospital Nicolás Avellaneda de la capital de Tucumán sufrió represalias por cumplir con la ley y realizar un aborto no punible a una niña de 11 años. La información salió del mismo hospital público desde el que se armó el ataque contra la joven Belén que fue presa casi tres años. Sumados a los ataques a Del Plá, podría decirse que el discurso del obispo Sánchez han promovido el tipo de agravios que busca el Vaticano promover entre la sociedad. 


En Santiago del Estero, el cura militante del “Verbo Encarnado” obligó a realizar una marcha militar de cara al 9 de julio, con los niños uniformados con pañuelo celeste. Tampoco cayó sobre él ningún castigo. 


Senadores que anunciaron su voto a favor de la legalización del aborto, han sufrido todo tipo de ataques, por WhatsApp y redes sociales.


La violencia y agresiones de los sectores que se oponen a este derecho se han agudizado desde que el proyecto de ley recibió sanción en la Cámara de Diputados. Empezó desde el Vaticano, cuando el Papa dijo que este derecho de salud sexual  y reproductiva se asimilaba al genocidio nazi y sus voceros políticos se expresaron en ese sentido. Una comparación peculiar si se tiene en cuenta que los adoradores del fascismo militan en el campo de Bergoglio, como es el caso de Biondini y su grupo “Bandera Vecinal”.


La vicepresidenta Gabriela Michetti, que preside el Senado, intentó diversas maniobras para aletargar el tratamiento del proyecto, se reunió con el Papa y con el Obispo de Buenos Aires, declaró públicamente su oposición incluso al derecho al aborto no punible que existe desde 1921 y sostuvo que “había que desdramatizar las violaciones”. La diputada Elisa Carrió repitió su oposición y “la del presidente” al aborto legal y finalmente, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, que venía de viajar con Michetti al Vaticano, se mostró públicamente con el pañuelo celeste, que simboliza a los sectores que se oponen a este derecho. En esa línea, primero las clínicas privadas de la Iglesia y luego la CGT sacaron declaraciones sosteniendo que no iban a respetar la realización de la práctica en sus instituciones y en sus obras sociales. En vísperas del pañuelazo de la CGT, debieron recular aclarando que cumplirían con la ley. 


Con este respaldo político expresiones violentas de todo tipo se multiplicaron contra quienes defienden el derecho al aborto legal. Desde agresivos mensajes en redes sociales de personas que trabajan en jefaturas de salud o enfermeras y enfermeros que amenazaron con no cumplir la ley o hacer sufrir a las mujeres que decidieran realizarse un aborto hasta escraches a las actividades por la aprobación de la ley, como sucedió en la gira de Romina Del Plá, por el norte del país. De la virulencia de los autoproclamados “defensores de las dos vidas” no se salvó incluso el propio Ministro de Salud nacional, cuya charla en la ciudad de Tandil debió suspenderse por una acción de este tipo. 

Otra modalidad de agresiones han sido las golpizas que denuncian jóvenes que sufren por portar el pañuelo verde, símbolo de esta lucha, un verdadero ataque fascista por definición. La última expresión de ello ocurrió en el circuito deportivo de Claypole, donde fue golpeada una adolescente de 12 años.


Los llamados a rebelarse frente a la ley por parte de las empresas de salud, tuvo como contrapartida un reforzamiento del lobby para modificar la ley en favor de los “rebeldes”. Desde el gobierno no se castigan los ataques más que a través de voces sueltas de algunos diputados, por el contrario se busca componer con “los fachos”. 


Intensificar la movilización


En todo el país se multiplican desde el poder político las maniobras y la presión contra la población que defiende la conquista de este derecho, un claro ejemplo son municipalidades de diversas provincias declarando ciudades en contra del aborto bajo la falacia de la frase “pro-vida”. Como consecuencia, el hostigamiento en las calles y en las redes sociales no cesa. 


Asistimos a una ofensiva de los sectores clericales contra la aprobación del aborto legal que solo puede ser superada con la movilización popular porque como se ve, desde el Estado solo se hace la vista gorda a los atropellos o peor aún, se busca componer. Detrás de estos sectores están el Vaticano y fracciones de todos los partidos gobernantes. 


Hay que intensificar la movilización y actividades hacia el día del tratamiento en el Senado, la lucha por el paro y duplicar nuestra presencia en la calle el 8 de agosto para que consagremos el derecho al aborto legal, seguro y gratuito que termine con las muertes y complicaciones de salud por abortos clandestinos y asestar un golpe a la injerencia de la Iglesia católica en las cuestiones de salud pública y a su control sobre la vida social.