Mujer

18/4/2023

Milei y la supuesta “moda de las falsas denuncias” para encubrir a los violentos

Vanina Biasi, precandidata a jefa de Gobierno de CABA por el FIT, criticó la convocatoria de La Libertad Avanza y Guacci en la Legislatura.

Evento misógino en la Legislatura.

En un acto de provocación a las víctimas de violencia de género, la fuerza política de Javier Milei organizó una charla en la Legislatura porteña con Andrea Guacci, titulada la “la moda de las falsas denuncias”. Es la esposa de Diego Guacci, el exdirector técnico de las selecciones nacionales sub 15 y sub 17 de fútbol femenino, que en 2021 fue denunciado por cinco jugadoras por acoso sexual y conducta abusiva ante la FIFA, a través de FIFPro, una suerte de sindicato de futbolistas a nivel mundial.

Las denuncias que recaen sobre él van desde comentarios lesboodiantes y misóginos, pasando por maltrato verbal hasta amenazas de violación. Sin embargo, la Comisión de Ética de la FIFA decidió no sancionarlo “por falta de denuncias previas en la Justicia ordinaria de Argentina”, y actualmente continúa ejerciendo su profesión en las inferiores del equipo de fútbol femenino de Defensa y Justicia. Semejante encubrimiento no sorprende a nadie, teniendo en cuenta que otro entrenador desistió de sumarse a la causa, a pesar de reafirmar los testimonios de las víctimas, por miedo a posibles represalias puesto que definió a Guacci como un “hombre con conexiones”.


Como siempre, encontramos a Milei del lado de los poderosos atacando a los más débiles, en este caso a las pibas que se animan a alzar la voz contra los violentos que apañan los capitalistas del fútbol. Desacreditando las denuncias realizadas por las jugadoras, que en ese momento eran menores, colabora con perpetuar la violencia sexual hacia las infancias y la protección de quienes la ejercen. Finalmente, desestimar los testimonios de las víctimas de abuso es una práctica para aleccionarlas y evitar que rompan el silencio.

Lo cierto es que el diputado de La Libertad Avanza está acostumbrado a amparar violadores: acaba de incorporar a su armado político en San Juan a Daniel Olivares, acusado de haber violado a su propia hija cuando era una niña. Dentro de sus filas también se encuentra Ricardo Bussi, hijo del genocida Antonio Bussi, otro denunciado por abuso sexual. Milei es tan perverso que mientras recluta pedófilos para conformar sus listas electorales y propone desoír a las y los jóvenes cuando denuncian violencia, no tiene ningún reparo en utilizar el infanticidio de Lucio Dupuy para atacar al feminismo.

Milei posa de liberal, pero defiende abiertamente los principios más retrógrados de sometimiento a las mujeres y diversidades. Es enemigo de todas las causas emancipatorias de este movimiento de lucha, tales como el derecho a la educación sexual, el acceso al aborto y el combate contra la brecha salarial de género y la violencia machista bajo todas sus formas, porque sabe que la opresión al colectivo femenino y LGBTI+ es un recurso político de primer orden para llevar a la práctica su programa rabiosamente antipopular.

Por otra parte, es necesario desmentir el prejuicio reaccionario de que existe una “moda de las falsas denuncias”. Según datos oficiales, en 2021 solo el 0,05% de las denuncias radicadas por violencia de género resultaron falsas. Lo que en verdad ocurre es que la mayoría de las mujeres que sufre violencia no recurre a la Justicia. Tal es así que, según el Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven, solo el 17% de las víctimas de femicidios cometidos durante el 2022 había denunciado previamente a su agresor. Esto sucede por la falta de independencia económica que caracteriza a muchas víctimas de violencia doméstica, por los mandatos sociales que apuntan a naturalizar las situaciones de violencia al interior de la pareja y por los nulos mecanismos de protección que reciben de la Justicia quienes sí deciden denunciar.

Es al revés de lo que afirma Milei. Solo una minoría logra denunciar porque el Estado y los gobiernos desamparan a las víctimas de violencia de género, negándoles asistencia económica y psicológica, acceso a la vivienda y patrocinio jurídico gratuito. A su vez, empoderan al clero, encargado de fomentar la culpa en las mujeres que logran separarse de su agresor (sobre todo si hay hijos de por medio). Lo anterior, sumado a la revictimización constante a la que son sometidas las mujeres que acuden a las comisarías y fiscalías a denunciar y a la ausencia de dispositivos destinados a evaluar riesgos y ofrecer medidas de resguardo a las denunciantes. Por el contrario, el Poder Judicial obliga a las víctimas a hacerse responsables de su propia seguridad, otorgándoles como máximo algún botón antipánico u orden de restricción.

En los casos de abuso sexual en las infancias ocurre lo mismo. Según los datos del Ministerio Público Fiscal, de cada 1.000 casos que se cometen solo 100 son denunciados y apenas uno recibe condena. Muchxs denunciantes ni siquiera concluyen el proceso judicial debido a las maniobras de desgaste que realiza la Justicia para consagrar la impunidad de los pederastas. Ni qué decir del falso Síndrome de Alienación Parental al cual apelan numerosos magistrados en pos de revincular a le niñe con su abusador, tildando de manipuladoras a las madres protectoras. A su turno, la falta de ESI desde nivel inicial contribuye a silenciar a las víctimas e incluso a que estas no se reconozcan como tales; se trata de un derecho vedado por los sucesivos gobiernos en alianza con las iglesias y que tiene a Milei como uno de sus principales adversarios.

En definitiva, el Poder Judicial menosprecia la palabra de las víctimas valiéndose del mismo estigma misógino que busca reforzar Milei con su evento en la Legislatura: el de que las denunciantes son “exageradas”, “buscan venganza” o “algo habrán hecho para que las violenten”. Preceptos que pretenden convertir a victimarios en víctimas y que son sumamente peligrosos ya que le han costado la vida a innumerable cantidad de mujeres, como a María Isabel Speratti, que no obtuvo ninguna respuesta del Estado luego de denunciar a quien terminaría siendo su femicida.

Una convocatoria agraviante por donde se la mire, propia de alguien que solo busca reproducir la violencia de género y el abuso de menores a partir de desprestigiar a quienes denuncian. Los fallos de impunidad le dan pasto a este tipo de discursos, completamente insensibles con una realidad nacional donde una mujer por día es víctima de femicidio y una de cada 5 mujeres y uno de cada 12 varones sufrió abuso sexual durante su infancia. Milei llega al extremo de ridiculizar la huella imborrable que dejan estos flagelos sobre la subjetividad de los sobrevivientes, refiriéndose a una supuesta “moda”.

De fondo, lo que quiere es una juventud que acepte sumisamente los tratos discriminatorios por parte de quienes detentan el poder, que agache la cabeza frente a los atropellos. Lo contrario a esas jóvenes jugadoras que desenmascararon la prepotencia de su entrenador y se movilizaron en repudio al encubrimiento de la FIFA y el silencio cómplice de la AFA. Lo contrario también a esas miles de pibas y pibes que abrazaron la marea verde, en busca de construir vínculos más saludables e igualitarios entre pares. Allí radica la verdadera rebeldía, no en las aspiraciones ultraconservadoras de Milei.

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