Mujer

28/5/2020

Parto respetado

Del 17 al 23 se celebró la semana del parto respetado y en ese marco entrevistamos a Silvina Peirú, médica obstetra.

"El lema de este año es ‘mi decisión debe ser respetada´ y así debería ser en un Estado que funcione con un adecuado sistema público de salud, en un aparato legal aceitado y correcto, en una sociedad donde la libertad no se mire con desprecio, ni se nos condene por expresar nuestros deseos o por elegir sobre nuestros cuerpos."


Prensa Obrera entrevistó a Silvina Peirú, médica obstetra, especialista en parto respetado (MP 31274/9), trabajadora del hospital de Calamuchita. Córdoba.


P: Entendemos que el parto respetado surge a partir de la intención de visibilizar la violencia hacia las personas gestantes, ¿es así?


Silvina: Parece una locura que hayamos tenido que generar una ley que garantice el respeto, pero sí, la ley 25.929 de derechos en el nacimiento, data del año 2004 y rige en todo el territorio Nacional. Esta ley fue pensada a los fines de defender a las mujeres gestantes y sus niñes, basándose en prácticas saludables demostradas por la evidencia científica, con la intención, por un lado de recuperar el parto como experiencia vital en la vida sexual de una mujer, intentando sacarlo del contexto de excesiva medicalización, e instrumentación al que venía siendo sometido por el sistema médico patriarcal que a lo largo del tiempo se apropió de los cuerpos femeninos, devastando la experiencia del nacimiento y transformándola muchas veces en experiencias de tortura, tanto para la mujer como para su bebé y, por otro lado, sí, procurando visibilizar estas violencias tan socialmente naturalizadas que aún hoy pasan desapercibidas y son minimizadas con un “tenés tu bebé vivo, ¿de qué te quejas?” sin contemplar nuestras heridas de vaginas cortadas innecesariamente, de palabras violentas, como el clásico “si te gustó lo dulce aguantate lo amargo”, de soledad en los pasillos sin nuestro hije cerca, de gritos descalificadores, cesáreas innecesarias, medicalización para “apurarnos”, etc., etc.


Luego, en el año 2009, llegamos a la ley 26.485, de protección integral de las mujeres, en cuyo artículo 6 habla explícitamente de la violencia obstétrica, definiéndola como “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales”.


Esto reconoce en forma muy explícita que hay una situación de violencia en el manejo obstétrico, que debe ser legislado y penado, que los médicos están realizando prácticas que no son saludables para el proceso de una gestación y que esto debe ser revertido o será motivo para una denuncia legal.


P: ¿Qué significa exactamente el parto respetado y que incluye?


Silvina: De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), el respeto está relacionado con la veneración o el acatamiento que se hace a alguien. El respeto incluye miramiento, consideración y deferencia. … Es decir, el respeto es el reconocimiento del valor propio y de los derechos de los individuos y de la sociedad.


Basándome en esta definición, creo que por sobre cualquier impulso personal, debe primar la libertad de cada persona de decidir sobre su propio cuerpo.


Esto es un derecho que existe desde hace 52 años en la Ley de ejercicio profesional de la medicina 17.132, y en la más moderna Ley de derechos del paciente 26.529.


Por ende, un parto respetado incluye la libertad de la persona gestante de decidir sobre su proceso, elegir cómo, dónde y con quien parir, a un parto normal que respete sus tiempos, a no ser discriminada, respetándose su cultura, creencias religiosas y costumbres, a estar acompañada durante todo el proceso del trabajo de parto, parto y postparto por una persona de su confianza, independientemente de si es parto vaginal o cesárea, a deambular libremente, a elegir la posición que desee para parir, a que no se le realicen prácticas e intervenciones innecesarias y se le consulte en caso de ser preciso para que de su consentimiento previo ser informada con absoluta claridad sobre lo que se le está ofreciendo.


A recibir información sobre la evolución de su proceso. A que su bebé permanezca junto a ella todo el tiempo que represente la internación, sin que se los separe salvo situación de salud del bebé que requiera cuidados especiales. A ser asesorada y apoyada en la lactancia materna e instruida sobre los cuidados del recién nacido.


P: En un cuadro de colapso del sistema sanitario, ¿están dadas las condiciones para garantizar el parto respetado?


Silvina: El sistema de salud argentino viene sufriendo un vaciamiento a lo largo de los sucesivos gobiernos que nos dejan hoy en un estado agónico.


Falta presupuesto, el personal de salud está sobreexigido, los sueldos muchas veces por debajo de la línea de pobreza, lo que obliga a tener otros trabajos fuera del sistema público que también están precarizados y que conllevan un agotamiento de las personas realmente desmoralizante, no hay tiempo ni recursos para capacitarse, no tenemos insumos, las estructuras edilicias están en ruinas. La verdad que el panorama es desolador. Es muy difícil que tan lindas leyes y normativas se cumplan en este contexto.


Pero esto no justifica que haya conciencia, que cada médico, enfermera, neonatólogo, licenciada obstétrica, revise su práctica, mire lo aprendido, busque información, se adapte a lo que se debe hacer.


Hay cosas muy difíciles de cambiar por el colapso del sistema de salud y todo lo que esto trae implícito, y hay cuestiones humanas que sí son posibles y que vale la pena revisar.


La lucha debe ser en ambos frentes.


Por un lado exigiendo al gobierno un sistema de salud público digno para cada ciudadano.


Por el otro, repensando nuestro hacer cotidiano como profesionales de la salud y cambiando todas aquellas prácticas que ya ha sido fehacientemente demostrado que no sirven y generan daño.


P: Y en el contexto de pandemia, ¿qué garantizaría que esto puede desarrollarse?


Silvina: En el contexto de la pandemia y de acuerdo a las normativas emitidas por Maternidad e infancia, ninguno de estos derechos debe ser restringido o alterado, absolutamente ninguno.


Todos los derechos de la ley deben garantizarse tal y como están planteados.


Si se debe realizar un triage de las personas involucradas, o sea de la mujer gestante y su acompañante, y se pide que el acompañante no sea mayor de 60 años, ni tenga enfermedades prevalentes o sea un niño u otra mujer gestante.


Se pide el uso de barbijo y se trata de que la deambulación de la mujer sea en el ámbito de la habitación asignada.


Exceptuando esas indicaciones, no hay ninguna otra observación.


El niño debe permanecer con la madre aún en caso de que la mamá sea Covid positiva y no debe interrumpirse el suministro de leche materna.


P: ¿Sobre quién recae la responsabilidad de garantizar este derecho a las personas gestantes?


Silvina: Claramente recae sobre el Estado, que es quien debe brindar los medios para cumplir con lo que por ley exige, tanto sea en lo material, en lo edilicio, en brindar la cantidad de personal adecuado, en condiciones laborales adecuadas, con adecuada capacitación del mismo, no solamente en la etapa post-grado, sino en toda la etapa formativa de un profesional de la salud. Entendiendo la salud como "un estado de perfecto (completo) bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad”, según la definición de la OMS, lo que requiere algo más que el mero conocimiento del cuerpo y sus órganos.


P: En el marco de la semana del parto respetado y próximos al 28M, día de la salud de las mujeres y disidencias. Si tuvieras que dejar una conclusión respecto a la temática, ¿cuál sería?


Silvina: La gestación y el nacimiento de un hije son eventos de la vida sexual de una mujer.


Antiguamente (y no tanto, digamos unos 80 años) eran un evento familiar que transcurría en casa, entre mujeres, sostenidas por los afectos, a ninguna mujer se le ocurría entonces ir a parir a un hospital, allí iban los enfermos y el parto no era ninguna enfermedad.


Desde hace un tiempo las mujeres nos estamos manifestando para salir de la oscuridad a la que fuimos sometidas por siglos de patriarcado. El proceso de gestar, parir y criar no ha estado exento de esta impronta cultural, muy por el contrario, hemos sido y somos víctimas de una de las violencias más silenciadas por el colectivo social, incluso por nosotras mismas, que naturalizamos el accionar médico por desconocimiento, desinformación y casi siempre porque aún no tenemos cabal conciencia de lo devastador que esto puede ser para nuestras vidas. Visibilizar la violencia obstétrica, informarnos, defender nuestros derechos en el nacimiento y el de nuestras criaturas, debería ser parte de la agenda ineludible de las luchas del feminismo.


No se puede seguir haciendo oídos sordos a esta realidad, no podemos seguir siendo torturadas en las salas de parto, ni nuestros hijes sometidos a experiencias traumáticas, producto de prácticas obsoletas totalmente evitables. Así como luchamos por el aborto legal, por la implementación de la ESI, por el colectivo lgtbiq, por la igualdad de condiciones laborales, debemos luchar también por la erradicación de la violencia obstétrica, por su visibilización, por nuestro derecho a parir en amor, cuidadas y respetadas en nuestros tiempos, acompañadas por nuestros afectos, haciendo de la experiencia del nacimiento un acontecimiento amable, transformador y empoderante.


La lucha es juntas, y es con conciencia, la lucha también es por nuestros partos, por nuestra salud sexual y por los hijes que elijamos traer a este mundo.