Mujer

10/5/2021

¿Qué pasaba en la Argentina cuando se sancionó la ley de Educación Sexual Integral?

Hacia el II Congreso del Plenario de Trabajadoras.

El 4 de octubre de este año se cumplen 15 años de la sanción de la ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI). Desde el Plenario de Trabajadoras y la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS) lanzamos la campaña “ESI – 15 años: vamos por educación sexual laica y científica en todos los niveles educativos”. Esta campaña se enmarca en la convocatoria al II Congreso del Plenario de Trabajadoras, que se realizará de manera virtual el 29 de mayo.

Esta es la primera entrega de una serie de artículos sobre los 15 años de la ESI, en el cual volver al momento de su sanción, en un contexto de avance del movimiento de mujeres y de cooptación, resulta bastante oportuno.

2006: el kirchnerismo y la institucionalización del reclamo

La ESI se sancionó durante el gobierno de Néstor Kirchner, en el año 2006. Recién un año y medio después se aprobaron los lineamientos curriculares básicos de la normativa.

Desde que asumió la presidencia en el año 2003 hasta sus últimos días, el santacruceño fue un cuadro orgánico de la clase capitalista local. Para gobernar luego del gran quebranto nacional y el argentinazo se propuso “reconstruir” a la burguesía nacional. (Prensa Obrera, 26/10/2020). Para diferenciarse del Menem liberador de genocidas y el Duhalde asesino de Kosteki y Santillán, Kirchner buscó progresar en el terreno de las “políticas de DD.HH.” y la cooptación al interior del movimiento piquetero. En esa misma línea, el gobierno tomó algunas políticas en materia de género.

Pero la manzana no cae muy lejos del árbol. Menem era un férreo defensor de la clandestinidad del aborto y Néstor Kirchner también. En el año 2004 desautorizó públicamente a su ministro de salud, Ginés González García, cuando este dijo que estaba analizando el tema. “Siempre fue claro mi rechazo” dijo el presidente en esa ocasión. Sin embargo, el kirchnerismo encontró la posibilidad de institucionalizar ciertos reclamos en materia de género y sexualidad sin la necesidad de proporcionar avances significativos. La ESI, como iniciativa política, se inscribe en ese cuadro.

La educación sexual no fue fruto directo de un proceso de movilizaciones en particular, pero se suma al pliego de reivindicaciones que incluían el derecho a la anticoncepción y por supuesto, al aborto legal, por lo menos desde los años 80. La institucionalización del reclamo buscaba también alistarse en las políticas internacionales.

La Conferencia de Viena sobre Derechos Humanos de 1993, estableció que “Los derechos humanos de la mujer y la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales” y en materia de salud sexual y reproductiva un año después, en 1994 en la Declaración y el Plan de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo del Cairo, se desarrollaron publicaciones sobre educación y sexualidad.

Hecha la ley, hecha la trampa: la educación sexual en manos del clero

En el año 2005, una patota clerical irrumpió en la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados bajo el lema de “No queremos que se promueva la homosexualidad en los niños” (Página 12, 10/11/05). En la misma época, la Conferencia Episcopal emitió una declaración donde pedía a los legisladores que, “con auténtico espíritu democrático, sometan los proyectos de la Ley de Educación Sexual al correspondiente y amplio debate previo”. El mismísimo Obispo Aguer, por su parte, denunciaba que el Estado promovía “la corrupción sexual entre los jóvenes”.

Al calor de la discusión de la ESI se profundiza un choque político entre las autoridades episcopales y el gobierno de Néstor Kirchner. “Puntualmente, la controversia desatada con la autoridad castrense en marzo de 2005 desencadenó una disputa que trascendió las fronteras al comprometer las relaciones diplomáticas con la Santa Sede. En reacción a la política de distribución de preservativos para la prevención de enfermedades sexuales, el 17 de febrero de ese año, monseñor Antonio Baseotto, al frente del obispado militar, envió una carta al ministro de Salud de la Nación en la que afirmaba que «los que escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar»” (Juan Cruz Esquivel, “Estado e Iglesia católica en la Argentina reciente: los términos de una compleja relación”, 2009, pág. 127)

Toda la curia rechazó el armado de la ley desde sus inicios y aprovechó la oportunidad para golpear al gobierno. El en ese entonces Cardenal Bergoglio de la catedral de Buenos Aires “calificó a la iniciativa como ‘más fascista que la que podría hacer Goebbels’, en referencia al secretario de Propaganda de Adolf Hitler.” (Página 12, 26/10/2004).

Es así cómo aparece el aspecto más importante: las adaptaciones de la ley a las demandas del clero. “A los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos” (Art. 1). Una sexualidad “biológica” deja por fuera a la comunidad travesti-trans. Una sexualidad “ética” le abre las puertas a los planteos oscurantistas del clero, tal como sucede en los comités de bioética de los Hospitales. Pero el punto más importante aparece mediante la formulación del artículo 5, que define los contenidos al “ideario institucional”. Con él se refuerza la posibilidad de impartir una educación sexual profundamente opresiva y a defender su dominio ideológico en educación, basado en preceptos oscurantistas, que patologizan la homosexualidad, criminalizan a las mujeres que abortan, profesan el no uso de preservativos, etc.

La injerencia de la Iglesia en la educación no empezaba ni terminaba allí. En la Ley de Educación Nacional de 2006, por ejemplo, se agregó el derecho a las familias a elegir la institución educativa que responda a sus convicciones religiosas, igualando a instituciones religiosas con las escuelas públicas.

Por último, la ESI continúa sin ser una ley de “orden público”. Esto significa que NO todas las provincias deben impartir los contenidos curriculares en las instituciones educativas, sino sólo aquellas que adhieren a la ley.

Al día de hoy, son 17 de las 24 jurisdicciones las que han adherido a la ley 26.150. Para el año 2018 eran solo 13. Desde Néstor y Cristina, pasando por Macri y llegando a Alberto- CFK todos los gobiernos maniobraron contra los proyectos presentados para modificar estos aspectos que obstaculizan la educación sexual en las escuelas. Los mismos que en ese entonces armaron una ley consensuada con la Iglesia Católica, hoy gobiernan bloqueando su aplicación. Desde Trotta hasta Larreta sub-ejecutan el presupuesto para la ESI, refuerzan la injerencia clerical en educación y restringen la formación docente, atacando los postítulos y cursos de formación.

La posición y la lucha del Plenario de Trabajadoras – Partido Obrero por la educación sexual laica y científica

En octubre del 2006, mientras se terminaba de cocinar la ley, el Plenario de Trabajadoras se preparaba para una nueva batalla en el Encuentro Nacional de Mujeres en Jujuy a los pocos días. En la provincia donde tenían presa a Romina Tejerina, el PDT se organizó por llevar al encuentro la lucha por su liberación y por la legalización del aborto. Nuestra organización denunció al gobierno y su pacto con el Vaticano no sólo por garantizar la clandestinidad, sino también para bloquear el acceso al aborto no punible. Levantábamos como hasta el día de hoy la bandera y la lucha por la separación de la Iglesia del Estado y denunciamos como el gobierno entregaba en bandeja la educación sexual al clero (Prensa Obrera, 12/10/2006).

Una de las batallas importantes fue contra el aparato pejotista de la Senadora Liliana Fellner que llevó decenas de militantes clericales a discutir en las comisiones el rechazo al protocolo de la Cedaw (Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer) al que Argentina adhirió también en el 2006.

Nuestra organización ponía sobre la mesa la lucha de las mujeres piqueteras por trabajo genuino y denunciábamos que el gobierno que se definía “progresista” era el principal empleador en negro como también denunciábamos que el “gobierno defensor de los derechos humanos” negaba la desaparición forzada de Jorge Julio López.

Desde hace más de 15 años el Plenario de Trabajadoras lucha por la educación sexual de carácter laico y científico en contraposición a la educación clerical. Formamos parte de la lucha del movimiento secundario que en los últimos años levantó como nunca esta bandera y de la gran marea verde que conquisto el aborto legal. Esta lucha fue la que contribuyó a que la lucha de la educación sexual siga viva pese al intento de los distintos gobiernos de enterrar el tema.

Las intenciones de las fuerzas patronales y principalmente hoy del gobierno de Alberto Fernández de contener y estatizar un movimiento muy potente que resurgió en Argentina y en el mundo siguen vigentes. Porque la lucha por la educación sexual cuestiona las bases de este régimen de explotación social, como lo hizo la pelea por el aborto. Pero sobre todo porque del accionar de las últimas décadas de los respectivos gobiernos se desprende una conclusión: es la Iglesia o las pibas. Si el gobierno le pide ayuda al Papa para pagar la deuda o a los “movimientos sociales” cercanos al Vaticano para “controlar el desborde social” frente al hambre y la miseria de sus políticas, les entregará a cambio más de una prebenda. Ningún “feminismo popular” surge de la ostia o los pasillos de la Catedral. Luchar por la ESI es pelear para romper con el clero.

La educación sexual establece un “ordenamiento” social que rige para una determinada actividad de la vida cotidiana como es la sexualidad. Nuestra pelea por el carácter laico y científico de la misma radica en que donde no hay una noción científica hay prejuicios y la reproducción de un “sentido común” retrasado y oscurantista que nos educa para disciplinar y regimentar al servicio de un régimen de explotación de clase.

En la actualidad, la Iglesia y el Estado a través de la educación oficial, así como la pornografía, las series, las películas, las redes sociales, entre otros recursos, educan a generaciones enteras en una modalidad de relaciones atravesadas por la violencia, el sometimiento y la asimetría entre hombres, mujeres y diversidades. Escribir otra página gloriosa del movimiento de mujeres depende de nuestra lucha.

En ese sentido, llamamos a todo el movimiento de mujeres y diversidades a formar parte del segundo Congreso Nacional del Plenario de Trabajadoras, que se realizará este 29 de mayo de forma virtual, para debatir en las distintas comisiones y resolver un programa de lucha por la aplicación efectiva del aborto legal, por la implementación de la ESI laica y científica y contra los femicidios y el avance de las pobreza, estableciendo un curso independiente al Estado.