Mujer

6/7/2006|953

Respuesta a ATEM


Las compañeras de ATEM polemizan con una nota publicada en Prensa Obrera. Su texto critica un solo párrafo de nuestra nota (1) y omite cualquier posición acerca de lo que sigue: la caracterización del gobierno K y los ejes políticos y reivindicativos para el 8 de marzo.


 


Para las compañeras de ATEM, el párrafo “revela cuanto menos ignorancia, además de reflejar un odio antifeminista que sólo hemos visto, con esa virulencia, en los sectores más reaccionarios de la Iglesia Católica”.


 


Hay un error en la nota de Prensa Obrera, efectivamente el 8 de marzo fue definido como Día Internacional de la Mujer Trabajadora en la reunión de Copenhague, decisión luego refrendada por la II Internacional.


 


Aunque Atem no lo señala, hay un segundo error: el feminismo no está en auge. El feminismo está virtualmente fuera de la escena política como movimiento de lucha porque se ha convertido en una constelación de funcionarias y ONG cooptada por el Estado, los gobiernos y los organismos multilaterales. Mujeres que actúan contra las mujeres en nombre de las mujeres. Hay feministas en los escritorios del Banco Mundial diseñando hace décadas programas de “igualdad de género”, que legitiman la precarización laboral y profundizan la “feminización de la pobreza”. Hay feministas en los gabinetes imperialistas europeos. Hay feministas en la ONU. Hay feministas como Nasrine Gross que han apoyado la invasión a Afganistán en nombre de la libertad de las mujeres. Hay secretarias de la Mujer gubernamentales que impulsan los infames microcréditos y microemprendimientos, sean del Estado, del FMI, del BM o del Grameen Bank. Hubo feministas en la Dirección de la Mujer nacional que han tenido que irse de apuro el 19 y 20 de diciembre. Hay feministas en la Cancillería que motorizó el envío de tropas argentinas a Haití. Hay feministas en la Secretaría de Derechos Humanos nacional, parte de un gobierno que tiene el mayor número de presas y presos políticos desde el 83 a la fecha. Había feministas en el Gobierno de la Ciudad que desalojó dos veces a las obreras de Brukman y que reprimió a los familiares de Cromañón. Todas esas mujeres dicen de sí que son feministas y no hemos visto que ATEM las desmienta.


 


Mal que le pese a ATEM, el feminismo no deja en suspenso la lucha de clases y muchas feministas se han convertido, en nombre de obtener pequeños logros con “perspectiva de género”, en sostenedoras activas de regímenes que refuerzan la opresión de las mujeres. ¿Odio antifeminista? No, simple delimitación política. La negativa a analizar la diferencia sexual con parámetros de clase —lo que lleva a entender la opresión de la mujer exclusivamente como una oposición de intereses entre los sexos, cualquiera sea la pertenencia social- las ha ido colocando al servicio del capitalismo y, por ende, al servicio del patriarcado. No les contamos novedades a las compañeras de ATEM, ellas mismas han denunciado esta expropiación de las banderas históricas del feminismo. Sabrán por qué ahora eligen caratular no sólo a las feministas “institucionales” sino incluso a las mujeres que sin ser feministas ocupan puestos dirigentes en el capitalismo como “mujeres con posiciones aprobatorias de la explotación y la opresión”. ATEM las compara con los obreros ”que pactan con el patrón y hasta se convierten en burócratas”. ¡Qué confusión! No es lo mismo un obrero cuyo atraso político lo lleva a pactar con su patrón que un burócrata. No es lo mismo una mujer que va a misa que Condoleezza Rice. El PO y el Polo ofrecen a todos los explotados un programa y una organización de lucha, en la que desenvolver también su conciencia de clase y de género bajo los principios del socialismo. Los otros, los burócratas o los Condoleezza, hombres o mujeres, son enemigos de la causa de la liberación de hombres y mujeres.


 


ATEM también desprecia la lucha de clases: por eso en su larga lista de los “feminismos” caben desde el feminismo liberal hasta el feminismo socialista. Cita a Clara Zetkin para defender la lucha por la igualdad y corregirnos una fecha, pero omite mencionar la concepción fundamental que guió la vida de Zetkin, una socialista revolucionaria que centró sus esfuerzos en organizar a las mujeres por sus derechos desde una perspectiva de clase. No lo hizo desde un grupo feminista —que los había-: lo hizo desde un partido obrero.


 


La intención de diluir el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en el Día de la Mujer o de las Mujeres es un intento de ocultar que las mujeres —oprimidas en tanto mujeres- también estamos enfrentadas por diferencias de clase que impiden que tengamos intereses y un programa común. El Día de la Mujer Trabajadora es exactamente eso e incluye a todas las mujeres explotadas, sean profesoras universitarias o desocupadas, trabajadoras domésticas o médicas, amas de casa, obreras petroleras o arquitectas hiperflexibilizadas. Ni en 1910 ni hoy las obreras textiles son “protagonistas exclusivas”. En 1910 y hoy, y todos los días, las socialistas convocamos a todas las explotadas a levantarse contra la opresión capitalista y patriarcal.


 


Si ATEM se hubiera acercado alguna vez a las compañeras del Polo Obrero se habría ahorrado unas cuántas preguntas: mujeres que jamás trabajaron fuera de su casa o bajo patrón se definen como trabajadoras desocupadas. Mujeres que por décadas “naturalizaron” la servidumbre doméstica hoy defienden su derecho a utilizar su tiempo en la lucha política. ¿Y los hombres? Nuestros compañeros discuten y votan los programas de las Comisiones de Mujeres. Apoyan –cuando los comités de autodefensa son embrionarios y es necesario- la exclusión de un golpeador. Participan de nuestras marchas -y no de nuestras reuniones específicas–. Cocinan y cuidan los chicos en los Encuentros y otras actividades. ¿Son beneficiarios indirectos del trabajo doméstico? Sí. ¿Todos lavan los platos? Y, no. La idea de que es posible un “hombre nuevo” o una “mujer nueva” bajo el régimen capitalista fue un invento de Stalin, que hasta le adjudicó modificaciones genéticas. Nada tenemos que ver con esas fantasías reaccionarias.


 


ATEM opina que si el PO “hoy habla” de la violencia contra las mujeres, del aborto, de la situación de Romina Tejerina, es porque “las feministas sacamos a la luz, en teoría y en lucha, todas esas situaciones ¿o creen que nacieron de un repollo?” ¡Qué soberbia! Ni nosotros nacimos de un repollo ni las feministas inventaron el hilo negro. La lucha de las mujeres contra su opresión es milenaria, rotundamente anterior al feminismo y al marxismo. Y el primer trabajo que analiza sus bases materiales no es un texto feminista, es obra de Federico Engels, cuestión que han reconocido desde Simone de Beauvoir a Kate Millet, pero ATEM prefiere soslayar. Por lo demás, el PO no sólo “habla”. Escribe y habla, claro, pero sobre todo actúa. Tiene una intervención conciente y colectiva en las situaciones de violencia contra la mujer, que incluye la denuncia de la complicidad del Estado con golpeadores y violadores sino actos de fuerza para obligar a los funcionarios a respetar sus propias leyes. Muchas compañeras han salido de situaciones crónicas a partir del debate, de la fortaleza que da pertenecer a una organización que no cree que estas cuestiones sean del ámbito privado, de la clarificación política de los significados de la violencia. Y de que un comité de autodefensa haya impuesto su derecho a vivir sin que la golpeen. Esta experiencia también no permite poner en cuestión muchas de las teorías acuñadas por las especialistas del “tema mujer”, lejos de la experiencia viva de las mujeres de carne y hueso. Hemos denunciado los límites infranqueables de la Campaña por el Derecho al Aborto, en cuyo festival se leía la adhesión de Ginés González García y su viceministra Rossi en el mismo momento que el ministro acusaba de terroristas a las trabajadoras y los trabajadores del Garrahan. Y año a año miles de luchadoras nos hemos movilizado contra el gobierno exigiendo despenalización del aborto y derecho a la anticoncepción. O en los barrios, contra el amparo político-policial a los violadores. ¿Ignora esto ATEM? ¿Le merece alguna opinión?


 


El Partido Obrero y el Polo Obrero son organizaciones de militancia pública, cualquiera que lo desee puede conocer nuestras posiciones. Las asambleas del Polo son abiertas. Organizaciones que se definen como feministas, de gays y de lesbianas –ATEM no estuvo entre ellas– han intervenido en las Comisiones de mujeres de la ANT, donde cientos de delegadas hemos construido democráticamente el que creemos es el programa político y de reivindicaciones específicas de las mujeres explotadas: campesinas, obreras, profesionales, ocupadas, desocupadas, heterosexuales, lesbianas. En los Encuentros de Mujeres, centenares de compañeras del Polo y del partido participamos de los talleres. En Mar del Plata llevamos materiales que fijaban posición sobre este gobierno, las candidatas patronales, la violencia contra las mujeres, el derecho al aborto y la anticoncepción, la situación de las mujeres en relación al trabajo y la desocupación, la situación de las jóvenes. En las últimas elecciones hemos distribuido cientos de miles de “Carta a las mujeres”. Nada de esto es nuevo pero parece que no ha pasado por los ojos de ATEM.


 


El PO no se ocupa del “tema mujer” como lo hace la mayoría de las feministas. Está formado por hombres y mujeres que desenvuelven su vida en la lucha política. Y las mujeres estamos empeñadas en la construcción de una organización revolucionaria propia, autónoma y de clase. Esa información se encuentra en Prensa Obrera. De habérselo propuesto, ATEM conocería desde qué perspectiva plantea PO la igualdad de género, siempre señalando que el capitalismo en su etapa de agotamiento ya no puede ceder reivindicaciones democráticas, antes bien ataca las que alguna vez se consiguieron, por ejemplo con los ataques contra el aborto legal en los países centrales, especialmente Estados Unidos. En conclusión, la lucha de la mujer sólo tiene destino para nosotros si se une a la lucha del conjunto de la clase obrera por cambiar las bases materiales de este régimen. Es una lucha que choca sistemáticamente con el Estado y sus gobiernos. No creemos en los “cambios de imaginario” que dejan intactas las bases materiales de la opresión.


 


ATEM nos pregunta: “¿es posible una izquierda antifeminista?”. Ya sabemos que es posible un feminismo antiizquierdista, que llega a la injuria de comparar al Partido y al Polo Obrero con los sectores más reaccionarios de la Iglesia Católica a la vez que considera a Felisa Miceli “una mujer con posiciones aprobatorias de la explotación y la opresión”.


 


 


Notas


 


1. "En 1911, la Internacional Socialista consagró la fecha como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La conmemoración del Día de la Mujer en Rusia, en 1917, con una huelga general de obreros, dio inicio a la revolución de febrero. 97 años después, el auge del feminismo, la charlatanería de la lucha por la igualdad de 'género', convirtieron el 8 de marzo en una fiesta de la 'mujer', un día comercial como el de la secretaria o el de la madre".