Mujer

10/11/1993|406

Sobre el movimiento de liberación de la mujer

La carta que envió Lucía ha tenido la virtud de abrir una rica discusión y, además, me consta, ha despertado un vivo interés en muchos lectores. Se trata de una cuestión que no ha sido abordada en profundidad en el pasado y ya ha sido señalado que será un tema en el próximo congreso partidario. En tal sentido éste es mi aporte.


Caracterización de los “Encuentros de Mujeres”


Los 8 “Encuentros” de mujeres han tenido el común denominador de debatir numerosos puntos relativos a la situación de la mujer, pero en ninguno se votó ninguna línea de acción en función de reivindicaciones. Cada “Encuentro” se limitó a votar la provincia en que se realizaría el evento siguiente. Lo que se fue modificando, “Encuentro” tras “Encuentro”, fue la concurrencia. De los 1.000 asistentes del primero, se pasó a más de 5.000 en el último, realizado en Tucumán.


Lucía, en su segunda carta, presenta el interrogante de si los “Encuentros” son válidos o no. Ocurre que si se vienen realizando desde hace 8 años, lo que corresponde es caracterizarlos, o sea, definir cuál es su programa, cuál su dirección, cuáles son sus métodos, su composición. Sólo así podremos clarificar si los “Encuentros” son distraccionistas o qué función cumplen, y si el partido tiene que intervenir en ellos o no, o de qué manera debería hacerlo, con qué finalidad.


Lucía plantea que los “Encuentros” no tienen un programa, de lo cual se desprendería que carecen de objetivos y de principios. La compañera reproduce, sin embargo (en su 2ª carta), un párrafo de la convocatoria, que llama a las “mujeres argentinas” a “protagonizar el cambio”, pero sin hacer ninguna referencia a que dichos cambios (que, por otra parte, tampoco dice cuáles serían) deban ser logrados transformando revolucionariamente la sociedad. Los supuestos cambios serían, entonces hubo un conjunto de reformas en el marco de las actuales instituciones del Estado. Según la información brindada por “Siglo XXI” (14/6/93) “las conclusiones (de los encuentros) alcanzadas son elaboradas en forma de documentos, los que son difundidos entre las mujeres, en cada provincia, por las participantes, y elevados, en algunos casos, a las autoridades gubernamentales en forma de petitorio o sugerencias sobre políticas oficiales”. Pero incluso, mirando más de cerca, los “Encuentros”, como la propia Lucía lo señala, son simples foros de discusión. Dependerá del grupo o tendencia que tenga preeminencia en los“Encuentros”, el tinte de los mismos. Así como un grupo minoritario que intentó manipularlo en favor de Palito, el centroizquierda y la UCR lograron darle un tinte opositor.


En la convocatoria también se plantea que la única condición para participar es ser mujer, y ello también es un programa, pues coloca a la condición sexual por encima de la división de clase de la sociedad. En el Encuentro de Tucumán (seguramente también en los anteriores) participaron funcionarias del gobierno de Menem y de Palito, diputadas y mujeres de diputados de los partidos patronales, ricachonas, mujeres de clase media y mujeres trabajadoras. Este policlasismo de los “Encuentros” está en consonancia con sus objetivos de ser un foro para los discursos, y para que las fuerzas que sostienen al actual régimen político y al sistema capitalista puedan desplegar sin costo alguno toda su demagogia.


Lucía afirma que los “Encuentros” no eligen una dirección, lo cual no significa que no la tenga. El “Encuentro” de Tucumán estuvo convocado por una “Coordinadora” autelegida de 60 mujeres pertenecientes al PJ, a los partidos que formaron el Frente de la Esperanza que impulsó la candidatura de Palito, a la UCR y al centroizquierda en sus diversos matices. Esta coordinadora nombró a las coordinadoras de cada taller. Pero, además, la movilización de 6.000 mujeres a Tucumán (una minoría eran tucumanas), y las otras miles en los “Encuentros” de las otras provincias, lleva a preguntarnos, cómo se ha financiado tamaño esfuerzo material, que indudablemente supera la situación material de la mayoría de las participantes. Han sido los gobiernos, los partidos, los sindicatos, la iglesia (sin desconocer el esfuerzo individual o el de alguna organización feminista interviniente) los que financiaron cada evento. “Las mujeres de Surgimiento Innovador, expresaron su agradecimiento al gobierno de la provincia por el aporte económico que posibilitó la realización del VIII Encuentro Nacional” (La Gaceta, 14/6/93), y a su vez “Siglo XXI”  del 14/6/93, señaló que “algunos cálculos apresurados señalaban anoche que el paso de las mujeres por Tucumán, dejó aproximadamente un millón de dólares, solamente en hoteles, restaurantes y bares”.


Que luego en los “Encuentros” nadie represente a nadie y las opiniones sean a título personal, es una muestra de hipocresía y a la vez es una medida regimentadora, que apunta a despolitizar los debates censurando la libertad de expresión, al obligar a los participantes a despojarse de sus pertenencias partidarias o sindicales.


Lucía, en sus dos cartas, ha hecho una buena descripción del Encuentro, que creo haber ampliado con la mía. Lucía toma partido reivindicando a los “Encuentros”.  Para Lucía el intento de la regional del PO de discutir una intervención organizada era una pérdida de tiempo, pues no se trata de ir a bajar la posta, sino de ir a escuchar (como bajan la posta) a las demás tendencias intervinientes en los Encuentros. Si alguna razón hay que justifique intervenir en los Encuentros, es el de librar una lucha política, aun reconociendo el carácter de simple foro de discusión de los Encuentros. Ir sólo a escuchar, a no librar una lucha política por las posiciones revolucionarias, me perdonará Lucía, es objetivamente, hacerle el caldo gordo, o si se quiere, dejarle las manos libres a todas la corrientes burguesas y pequeño-burguesas, para que puedan manipular “a piacere” los “Encuentros”.


Lucía reconoce las numerosas limitaciones de los   “Encuentros”, pero sostiene que “sirven al propósito de arrimar mujeres para la lucha en pro de sus derechos”, que ya quedó demostrado no es el propósito de los “Encuentros”, que justamente al no “extrae (r) una línea de acción conjunta (y parcial tampoco —agregado mío), queda parcialmente desaprovechado en sus posibilidades”, como sostiene la propia Lucía, contradictoriamente. Lucía llega a afirmar que no se puede culpar a los  “Encuentros” por las definiciones que no hizo, sino que la culpa corre por las mujeres que participan en él. Así, que no se haya efectuado un planteamiento sobre el poder es un problema de las participantes, pero se prohíbe hablar de las  tendencias políticas a las cuales pertenece. Entonces, hablar del problema del poder es, para Lucía, una cuestión académica, se puede hablar o no hablar, el problema es si se debe plantear una lucha por el poder, cuál debe ser el contenido de clase, y necesariamente para ello, no se puede excluir a los partidos y la lucha partidaria de este debate, como se hace deliberadamente en los “Encuentros”.


Conclusión: Los “Encuentros” son el ámbito que han impulsado un conjunto de partidos patronales y pequeño burgueses (con el apoyo de algunos gobiernos provinciales), sectores de la iglesia y de la burocracia de algunos gremios para manipular y encuadrar demagógicamente, el creciente malestar de las mujeres, limitándolas a la discusión o a emitir “sugerencias” a los gobiernos de turno. Que la concurrencia se haya multiplicado, podría ser un signo de despertar político ante la terrible agudización de las condiciones de esclavización que sufre la mujer trabajadora, y el deterioro que están sufriendo franjas importantes de la clase media.


En una segunda carta, procuraré efectuar un planteamiento de conjunto, no sólo para los “Encuentros”, sino para la intervención del partido en torno a la problemática de la mujer.