Mujer

30/10/1998|606

Taller de aborto y anticoncepción

Recuerdos del futuro

Uno de los dos talleres de aborto y anticoncepción realizados en el Encuentro Nacional de Mujeres del Chaco sirve como magnífico ejemplo del resultado que producen los errores y las desviaciones en la lucha por una reivindicación tan importante para el conjunto de las trabajadoras.


Por ser consecuentes con el ‘pluralismo’ de los encuentros, se llegó al extremo de permitir la presencia de una mujer que se presentó como jueza de la provincia y que irrumpió en el taller proclamando a viva voz su entrega a la causa de la vida desde la concepción e insultando a las participantes favorables a la legalización del aborto. Ya en el taller había una importante cantidad de mujeres dedicadas a la defensa incondicional del derecho de los embriones, con lo cual el debate estaba detenido en el ridículo punto de cuándo empieza la vida y cuál vida es más o menos importante. La presencia de esta jueza —que muy ‘civilizadamente’ pidió disculpas, rápidamente aceptadas— empeoró la situación.


Nuestra propuesta de que se discutiera un plan de lucha y que éste fuera votado por las participantes como primer paso para la constitución de una organización independiente de las mujeres ya había sido taxativamente rechazada con el argumento de que la votación y la organización atentaban contra el ‘espíritu’ de los encuentros, según señaló una de las tantas compañeras que —sin identificarse como perteneciente a alguna organización— sin embargo mocionó cada uno de los puntos que el Ptp llevó al Encuentro: paro por 36 horas (¿para cuándo? ¿Llamado por quién?) y repudio al único causante de la crisis nacional (Carlos Menem y su gobierno, nadie más). Retórica seudorrevolucionaria que lastimosamente pretende esconder una invitación a abandonar las tareas que nos son propias e insoslayables.


El taller rápidamente devino en un caos de gritos e injurias a causa de una moción grotesca. Lo más patético fue cuando algunas compañeras comenzaron a advertir que este método (la famosa ‘horizontalidad’, por la cual se debate y se toma nota de las mociones de mayoría y minoría, sin votación ni resolución) no sirve para nada y a mostrarse favorables a una votación. Entonces notaron que, a pesar de que habíamos tratado de convencer a varias de las participantes para que se quedaran, muchas se habían marchado. Si se votaba en ese momento ¡íbamos a tener un taller del Encuentro Nacional de Mujeres que acabaría votando por seguir con esta lacra que es una condena a muerte para las trabajadoras y por pedir la prisión inmediata de Mirta Insaurralde! Las compañeras se iban retirando al comprender que lo que allí se estaba discutiendo era totalmente ajeno a nuestras necesidades.


Nos encontramos con mujeres que, en el mejor de los casos, sólo pueden ‘condolerse’ de nuestra situación: una participante de la UCR, feminista, llegó a decir que “sabemos que a ninguna de nosotras nos va a pasar esto gracias a que tenemos acceso a la información y estamos preparadas para prevenir un aborto. Pero tenemos que pensar en las que no están en nuestra situación”. Para las integrantes de los partidos patronales, la defensa de la legalización del aborto es una cuestión de buena conciencia.


Finalmente, nosotras también nos fuimos de ese taller que era un insulto a las trabajadoras —no sin antes repudiar lo que allí pasaba—. No viajamos desde todos los puntos del país para asistir a un remedo de debate, que nos colocaba en la situación de menores de edad incapaces de tomar el destino en nuestras manos. Desconocemos cuáles fueron las conclusiones que se presentaron, pero no nos llamaría la atención que, a último momento, hayan ‘maquillado’ el debate y presentado un documento ‘políticamente correcto’.


No es esto lo que necesitamos las trabajadoras. No necesitamos ‘debatir’ de manera ‘pluralista’ con nadie para darnos cuenta de que lo que se requiere de manera perentoria es una organización. Y para lograrla es que viajamos al Chaco. Allí nos encontramos con un movimiento en plena descomposición: el taller al que asistimos es una muestra de ello, tal vez la más concreta en tanto, justamente, el tema compromete la vida y la salud de las trabajadoras. Pero, una vez más, han pretendido escamotear nuestro derecho a constituirnos de manera organizada con el sonsonete de que no podemos modificar el ‘espíritu’, la ‘esencia’, de los encuentros. ¿Por qué deberíamos ‘disciplinarnos’ a un movimiento que se viene mostrando incapaz de llevar adelante ni una sola de nuestras reivindicaciones?


Para estas mujeres es más importante evitar el voto y la organización (esas formas ‘machistas’ y ‘patriarcales’) en defensa de métodos tales como el aplauso, la aclamación o el chiflido que, como se ha visto, sólo permiten que terminemos perdiendo el tiempo discutiendo con nuestras verdugas, en vez de establecer puntos de acuerdo para luchar con nuestras compañeras.


Las trabajadoras debemos denunciar estos métodos que nos infantilizan y nos degradan y comenzar a construir urgentemente nuestra propia organización.