Este 25 de noviembre se desarrolló en Montevideo una gran jornada de movilizaciones, en el marco del día internacional contra la violencia de género. Miles y miles de mujeres salieron nuevamente a la calle.

 

De un lado se encontraba Mujeres de negro, las cuales con personalidades como la de la ministra de educación frenteamplista María Julia Muñoz, o Beatriz Argimon (Partido Nacional), marcan la tendencia del feminismo más institucionalizado, subordinado a los intereses de un Estado que lejos está de dar una solución real a la violencia que el conjunto de las trabajadoras viven a diario. 

 

Muñoz es enemiga de las docentes y de la educación, reprimiendo con la esencialidad las huelgas y negando el 6% del PBI para la educación, lo que entre otras cosas coarta la posibilidad del desarrollo de guarderías gratuitas para las estudiantes, o la expansión de las salas de lactancias. 

 

Se encuentran, siempre, del otro lado del mostrador, si se trata de la defensa de los intereses de las trabajadoras, y estudiantes. La marcha convocada se hizo en silencio, dejando cualquier reivindicación independiente enterrada en la garganta. 

 

El Plenario de Mujeres Trabajadoras hizo su desembarco del otro lado, en los márgenes del callejón de la UDELAR a las 18.30 hs. Allí se cortó 18 de julio y se leyó una proclama, en donde se denunciaba el atraso en las leyes contra la violencia y su ineficiencia, además de las trabas burocráticas para practicar el aborto, o la ley que legaliza y naturaliza la esclavización de las mujeres que practican la prostitución para poder sustentar sus hogares. 

 

La movilización fue un gran avance, pero no denunció las condiciones de las trabajadoras, con salarios míseros, sobre explotación, desempleo y precarización, y sobretodo no denunció en ningún momento el ajuste que lleva adelante el gobierno, el cual recae sobre todas y cada una de las mujeres trabajadoras, y el conjunto de la clase obrera. 

 

Es que la coordinadora feminista que condujo la movilización dice velar por los intereses del conjunto de las mujeres, colocándolas en el mismo nivel, como si las Muñoz o Argimon sintieran la suba del boleto, la luz el agua, el cierre de los consejos de salarios a la baja, de la misma forma que el conjunto de las trabajadoras y no fueran por el contrario responsables políticas de esas políticas. 

 

El Plenario, en este sentido pisó fuerte, nuestras/os compañeras repartieron y piquetearon allí todos los materiales en grandes cantidades, hablando con las compañeras, colocando justamente una denuncia a los ajustadores, y la necesidad de masificar el movimiento de mujeres, bajo un frente de acción común, con un plan de lucha, para enfrentar todos los tipos de violencia a los que el Estado, la Iglesia y las patronales nos condenan.

Una gran muestra de lucha con independencia política.