La violación en grupo de una piba dentro de un auto en Palermo por parte de seis pibes, dos de ellxs estudiantes de la Unsam (Universidad Nacional de San Martín), creó una enorme conmoción. No solo las redes sociales son muestra de esto. El hecho explica que el presidente de la Nación, sin mencionar el tema directamente, haya nombrado en su discurso de apertura de sesiones ordinarias, las palabras “Educación Sexual Integral” al pasar y sin formular ningún planteo serio.

Sobre el caso corresponde antes que nada reivindicar la indispensable acción de lxs vecinxs que se involucraron. Fueron ellas y ellos los que, como dijo la piba, le salvaron la vida.

Muchas palabras justas sobre el hecho se suceden en estas horas y otras muestran cierto desvío de parte de quienes mencionan el hecho. “Hablamos de una violación en pleno Palermo y a la luz del día”, decían algunas personas con acceso a medios masivos de comunicación. El desarrollo de la exposición llevaba a pensar que no estaba pasando en la villa, donde sería lógico que violen. Pasaba en Palermo en donde, para la construcción social mediatizada, solo se viven experiencias lindas, la gente se divierte, bebe, se dedica a la cultura y al tan bien visto “emprendedurismo”.

La mención presidencial resultó llamativa para quienes seguimos la temática, porque este gobierno no habla de ESI desde su asunción. El tema es delicado para los vínculos con la Iglesia Católica que impuso un manto de silencio que el gobierno cumplió a rajatabla. En más de dos años no hicieron para modificar la cuestión de fondo que subyace a la realidad de un femicidio diario y de miles de abusos y violaciones cotidianas. Y este abordaje es compartido entre la Nación, la Ciudad y la provincia de Formosa o de Tucumán.

La impugnación de los “pactos machistas” corresponde también mencionarlos, pero los mismos no pueden ser analizados sin mencionar que el pacto machista viene de la mano de la educación social en el sometimiento que es la que imparte el Estado. El pacto machista está compuesto de una larga cadena de justificaciones y de principios impartidos, el pacto machista lo comparten las madres protectoras de hombres violentos, los padres “ausentes” o violentamente presentes, una escuela que educa en los principios católicos de sometimiento femenino, el juez que absuelve al hombre que viola a su hijo en nombre de la defensa de la institución familiar y más. Todo esto es un armado social bajo la responsabilidad del propio Estado. La educación de nuestra sociedad entre la sala 4 hasta la secundaria es patrimonio del Estado, y es ese Estado y sus gobiernos los que son incapaces de dar muestra de haber modificado los principios de esa educación que es responsable de crear a estos seis “productos sanos del patriarcado” y a todxs los demás.

Tenemos mucho que reflexionar sobre este tema, sin lugar a dudas, porque en Palermo o en cualquier otro lugar, la violación como método de máximo sometimiento sobre una mujer es moneda corriente. Forma parte de un principio político del que se vale este régimen social para mejor dominar a las mayorías sociales y por eso resulta fundamental no quedarnos en la superficie de este gravísimo hecho.

Otra vez, gracias a esxs vecinxs que no fueron indiferentes.

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