La muerte del "Lauchón"
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Pedro Tomás Viale entró en la Side hace 36 años. Fue ordenanza y mandadero, pero, se ve, el hombre tenía habilidades para hacer contactos. E hizo dos que le cambiaron la vida: Jame Stiusso y Raúl Martins.
En la madrugada del 9 de julio murió, pistola en mano, en su casa de campo en Moreno, abatido de siete balazos por el Grupo Halcón de la Bonaerense. La policía llegó al lugar por orden del juez federal Juan Manuel Culotta, de Tres de Febrero.
Martins, dueño de una red de prostíbulos extendida desde Buenos Aires a México, acusado por su propia hija por trata de personas, recibió en su hotel de lujo en Cancún la noticia de que el "Lauchón", su amigo y empleado, había sido asesinado.
Después tuvo otros llamados. Ricardo Casal, ministro de Seguridad bonaerense, y Daniel Scioli, se comunicaron con él para deshacerse en explicaciones: "Yo no sabía nada", le dijo Casal al proxeneta. "Nadie me avisó", le rogó el patético Scioli. Casal, de inmediato, echó al jefe de Narcotráfico de la Bonaerense y pasó a disponibilidad al oficial que dirigió el asalto a la casa del "Lauchón".
"Es una muerte muy extraña", declaró Sergio Berni, ministro de Seguridad de facto, para subrayar la obviedad. El allanamiento fue ordenado porque Viale apareció, en varias escuchas telefónicas, en conversaciones con narcos a los que aparentemente protegía mientras simulaba investigarlos.
El asunto ocurrió apenas trascendió que, sólo ellos sabrían por qué, Viale y Stiusso se habían peleado. Lo cierto es que la Side no podía ignorar que Viale aparecía en esas escuchas, porque "Lauchón" usaba un celular de la Secretaría y esos teléfonos son monitoreados constantemente. Tampoco podía ignorar que iban a allanarlo. Muy posiblemente, también sabían en 25 de Mayo y Rivadavia que el tipo no saldría vivo de ese procedimiento. ¿De dónde le llegaron los balazos al "Lauchón" Viale? No puede saberse, a un mafioso la muerte le puede caer desde infinidad de sitios. Simplemente, esto sirve para que se haga público en manos de quiénes están los servicios de espionaje argentinos, y hasta qué punto la salud de pueblo exige su inmediato desmantelamiento.