9/12/2004|880

León Ferrari: Un artista


En esta muestra retrospectiva de León Ferrari es posible observar algunas etapas de su desarrollo como creador, a lo largo de sus 84 años de existencia. Ferrari es considerado uno de los artistas más importantes de la actualidad, y no precisamente por cuestiones de “mercado”; en este sentido, es destacable el hecho de que “ha sido renuente a desprenderse de su obra y venderla” (La Nación, 2/12), tratándose incluso de obras muy importantes, “de museo”, con gran valor económico.


 


Es el caso de “La civilización occidental y cristiana”, que Ferrari aún conserva. Esta pieza es representativa de una orientación que el artista adopta en la década del ‘60, al involucrarse en un movimiento artístico de tipo militante, como organizador de importantes muestras: el Homenaje a Vietnam (1966), Tucumán Arde (1968) y Malvenido Rockefeller (1969, realizada en repudio a la visita a la Argentina de David Rockefeller). Eran los tiempos del Cordobazo, y Ferrari no fue ajeno al proceso político que se estaba produciendo.


 


En 1976 se ve obligado a exiliarse, radicándose en Brasil hasta el año 1991. En 1992 participó en la organización de la muestra colectiva 500 Años de Represión (en ocasión del quinto centenario de la llegada de Colón a estas tierras), y ese mismo año expuso su Homenaje al Preservativo, en el que presentó una serie de obras alusivas, junto a un texto en el que repudiaba la actitud de la Iglesia al oponerse al uso del profiláctico, favoreciendo de ese modo el contagio de Sida y los embarazos no deseados (con sus respectivos abortos, y la consiguiente muerte de mujeres).


 


En 1995, la serie de ilustraciones para los fascículos del “Nunca Más” editados por Página/12 desató “la indignación en los integrantes del Ejercito”, según expresó en una carta al diario el general de brigada Ernesto Bossi.


 


En el año 2000, una muestra de sus obras realizada en el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), en donde se exponían los santitos y cristos torturados en freidoras, tostadoras y picadoras de carne (que se pueden observar en la retrospectiva del Centro Cultural Recoleta), generó una seguidilla de actos de repudio de los sectores cristianos más reaccionarios, que incluyeron algunos atentados, entre ellos una granada de gas lacrimógeno lanzada al interior del lugar donde se llevaba a cabo la exposición.


 


En los últimos tiempos, León Ferrari continúa produciendo su arte vital, provocador, tan alejado del pseudo-arte pasteurizado, híper individual, a-crítico y con nula trascendencia social que pretende legitimarse como auténtica expresión de esta época pero no es más que el reflejo de una clase social, la burguesía, que no tiene más nada para ofrecer, ni siquiera en el campo del arte, de lo simbólico.


 


Mientras existan los Bush, los Bergoglio, las matanzas, el oscurantismo, la represión (en cualquiera de sus formas) siempre habrá lugar para otro tipo de arte. El que lucha por abolir los infiernos y proclamar el paraíso en esta Tierra.