PALPALA, JUJUY | Piquetes contra la contaminación

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“Mi nieta de siete años tiene plomo en la sangre. Dos o tres veces por semana le duelen los huesos y llora, no pude jugar normalmente como los otros chicos. Sabemos que no tiene cura. Además, en San Salvador de Jujuy no hay remedios, ni siquiera tenemos un hospital equipado para atender lo mínimo”, declaró Susana López, habitante del barrio 23 de Agosto y miembro de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Palpalá (Anred, 12/10).
Mientras tanto, de cien personas que se hicieron análisis para detectar plomo en sangre, 32 dieron positivo. En definitiva, una población entera sufre ese exterminio criminal por parte de las fundiciones de plomo, acero, hierro y bronce instaladas en la zona. Además, hay allí una empresa minera y una planta de celulosa.
Palpalá está a 14 kilómetros al sudeste de San Salvador, tiene 48.000 habitantes y las plantas se distribuyen en los parques de Snopek, Alto La Torre, La Noria y Martineja.
Esas fábricas están instaladas a menos de cien metros de la zona poblada, aunque el Ministerio de Bienestar Social de Jujuy, según un informe elaborado entre agosto y noviembre de 2004, indicó que la zona de alto riesgo ante la presencia de ese tipo de explotaciones comprende un radio de dos kilómetros.
Del tramiterío al piquete
Los Vecinos Autoconvocados organizaron su primera marcha el 5 de junio de este año, con la consigna “Basta de contaminación”. Presentaron ese día una nota en el Concejo Deliberante en la cual exigían que no se permitiera la instalación de una nueva planta, Sulfhaar SRL, productora de ácido sulfúrico. Esa presión obligó al Concejo a declarar “zona de emergencia” a Palpalá.
Los vecinos denunciaron que los emprendimientos fabriles no han cumplido con normas elementales de seguridad, lo cual tiene su lógica desde el punto de vista criminal de cualquier capitalista: las instalaciones de tratamiento de desechos, que impedirían la contaminación, constituyen gasto al agua, un dinero que no se recupera. Por tanto, usan la técnica de “tierra arrasada”.
Así, ya entre 1980 y 1985, tanto en 23 de Agosto como en Río Blanco se detectaron casos de saturnismo en personas, y un alto grado de contaminación plúmbica (plomo) en suelo, aire y agua. El saturnismo es una patología causada por la contaminación de plomo y afecta el sistema nervioso central y el aparato digestivo, con violentos dolores intestinales o “cólicos de plomo”. En los niños produce problemas severos en el desarrollo cognitivo. Dicho sin vueltas: están gestando una generación de idiotas, pero cuando eso suceda ya se habrán ido con su dinero.
Los vecinos hablaron con el intendente, Alberto Ortiz, con diversos diputados, con la Secretaría de Medio Ambiente provincial y otros organismos. “Pedíamos recursos para hacer un relevamiento sanitario en toda la población del barrio y para exigir estudios que midan el impacto ambiental que ocasionará la empresa Sulfhaar, pero en ninguna parte encontramos respuestas”, dice una declaración de Vecinos Autoconvocados (ídem anterior).
Así las cosas, a pesar de la “declaratoria de emergencia” por parte del Concejo, el 7 de septiembre pasado iban a comenzar las “pruebas piloto” para poner en funcionamiento la planta. Entonces se terminaron las conversaciones de los vecinos con los funcionarios: organizaron un piquete a las puertas de la fábrica e impidieron por la fuerza la instalación de la planta.
En Palpalá, la desocupación llega al 16,6 por ciento, y si se tiene en cuenta a quienes reciben la miseria de los planes Jefes y Jefas el índice alcanza al 30,7 por ciento. Los vecinos sostienen que “nosotros no estamos en contra del trabajo, necesitamos trabajo, pero también estamos cuidando nuestra salud y la de nuestros hijos. No queremos el cierre de las fábricas, sino que se utilicen las medidas tecnológicas adecuadas para evitar la contaminación”.
Antes del piquete, los vecinos habían pedido una entrevista con la secretaria de Medio Ambiente de la Nación, Romina Picolotti, pero la señora se negó a recibirlos. En cambio, los atendió el subsecretario, Bruno Carpineti, quien se lavó las manos con el argumento de que el gobierno nacional no tiene injerencia sobre la provincia.
Pero, en defensa de la vida, ahí están los piquetes y la organización vecinal, como en Gualeguaychú y Colón, en Entre Ríos.