Opinión

14/10/2022

A propósito de “Argentina, 1985”, el cine independiente y la independencia política

realizadores cinematográficos, codirectores de "¿Quién mató a Mariano Ferreyra?"

"Argentina 1985"

En esta nota pasaremos por alto la consignación de la suma de destrezas técnicas que el producto cultural comporta. Destrezas que por cierto abundan en el medio cinematográfico argentino. Claro que no abundan los recursos que aporta Amazon pero corresponde aclarar que su presencia también tiene implicancias en las formas y (¡cómo no!), las formas también las tendrán sobre los contenidos.

Todo lo que tranquiliza al gran público es la perfecta adaptación a la forma canónica del film de juicio con esas pizcas de costumbrismo local que aseguran la “soberanía cultural”. Sobre la cuestión del uso de formas canónicas tranquilizadoras, para la introducción de contenidos intranquilizadores se han escrito ríos de tinta. En ese debate sobre política artística ha tendido a primar la búsqueda de la ruptura también formal, como respuesta a lo que significó para el arte la estatización que el stalinismo produjo a través del realismo socialista.

Desaparecidos los Estados obreros burocratizados del stalinismo, el debate debería volver a foja cero. Sin embargo, en la herencia prima la idea de que un arte independiente debería ser revolucionario en formas y contenidos. El asunto trae aparejado el problema político de su alcance. La libertad formal, reduciendo la recepción a un círculo de entendidos; la reproducción del canon, ampliando el alcance pero limitando la potencia del contenido. Probablemente haya sido Brecht quien produjera los mejores aportes sobre cómo abordar la cuestión, siempre es bueno volver sobre él.

Las notas sobre este asunto a más de un lector desprevenido le resultarán un desvarío de no conocer de dónde provienen los creadores de Argentina, 1985 de Amazon Prime. Notifíquense entonces de que Santiago Mitre y Mariano Llinás son dos de las figuras más destacadas del cine independiente vernáculo. Que lograron realizar sus películas y el encuentro con su público en circuitos ajenos a la distribución mainstreem y que muchos de los que se paran a aplaudir hoy en salas de Puerto Madero seguramente reclamarían para ellos “que agarren la pala”.

Como asistimos a un copamiento de la producción cinematográfica por parte de seis plataformas norteamericanas, lo cual conlleva la inminente liquidación de la creación de fondos estatales de fomento de la producción y como corolario el fin de cualquier tipo de financiación estatal del cine independiente; ver qué pueden hacer dos próceres del cine independiente con el nuevo dominio imperial resulta de interés.

A pesar del financiamiento y la distribución de Amazon, a pesar de la adaptación formal a los cánones tranquilizadores del film de juicio, ¿nos proporcionan los realizadores una mirada transformadora? ¿Qué papel histórico juega?

Entre las críticas que abundan hay algunas de izquierda que la alaban para luego reclamarle que le faltaría tal cosa o la otra. Se pavonean con el caramelo que les corresponde (el testimonio de Adriana Calvo, por ejemplo) y reclaman la ausencia del papel de la movilización popular. Quienes hacemos películas sobre acontecimientos históricos solemos recibir este tipo de críticas. Generalmente las decisiones de inclusión u omisión están atravesadas por razones mucho más diversas que las que considera el crítico, pero en definitiva producen un resultado político.

En este caso, la exclusión forma parte del refuerzo del recurso formal. Para la creación de este nuevo héroe nacional es mejor que su vacilación se produzca en soledad. La historia aparece falseada para ajustarse al recurso. Pero este asunto es menor. En las reivindicaciones de izquierda de Argentina, 1985 se omite la posición fundamental del film sobre el juicio, de la cual se desprende el valor que le otorga por ejemplo La Nación. Lo cual denota la actualidad que tiene para la burguesía el debate ante la inminencia de una escalada represiva.

Argentina, 1985 tiene no sólo los recursos formales de los tanques de Hollywood sino también la ideología dominante de esos productos industriales de la cultura, la de que la sociedad burguesa puede ser justa. Si todos cumplieran las leyes, claro. Nunca sabremos si el imperialismo en la persona de un productor dijo que había que poner esto o aquello, o sacar esto o aquello. Sabemos que sucede, pero sería muy raro el reconocimiento de la sugerencia por el sugerido. En general ocurre lo que en la anécdota de Pierre Bourdieu y un periodista francés que juraba y perjuraba que nadie le decía lo que tenía que decir, a lo que el sociólogo le respondiera con un lapidario “no hace falta”.

Como ya vimos que es fútil discurrir sobre lo omitido vayamos al punto sobre lo que Argentina, 1985 nos dice.  Tenemos, por un lado, una situación creada por la ficción en la que nuestro héroe nacional despotrica contra Trócoli que en televisión desarrolla abiertamente la teoría de los dos demonios. Tenemos a Fletchner (brillante ella) que va más allá y dice que acusa a las víctimas. Pero luego tenemos la verdadera cuestión que se pone en juego en el juicio cuando se cita a Luder.

Torturas no, aniquilación sí

Ítalo Luder que estaba a cargo del Ejecutivo en 1975 durante la licencia de Isabel Perón había firmado el decreto de aniquilación de la guerrilla subversiva es citado a declarar por Strassera y Moreno Ocampo a los efectos de que precisara a qué se refería aquel decreto. La Junta, que se negaba a ser juzgada por un tribunal civil, le atribuía al cumplimiento de ese decreto su accionar represivo. Mientras que a la tortura la consideraba “excesos de los subordinados”.

Nuestros nuevos héroes consultan a Luder acerca de si por aniquilamiento se podía entender “el secuestro, la tortura, la violación”, Ítalo como cualquier paladín de la democracia respondería dice que no. Como la democracia es amplia pero siempre buena, no sólo Luder obtendrá su reivindicación. También Balbín, que es mentado por el reclutador de jóvenes despolitizados que se suman al equipo de la fiscalía, claramente como un prócer de la democracia. Porque vamos, para Argentina, 1985 -salvo el secuestrado puesto a trabajar en la Esma- en la vida hay buenos y malos (fachos). Y los fachos no son los demócratas. Aquí corresponde consignar que Balbín fue quien amplió el concepto de guerrilla a las fábricas tras las huelgas de Villa Constitución.

Argentina, 1975

En febrero, Luder impulsó el decreto de aniquilación del ERP en Tucumán, en marzo Balbín propuso ampliarlo a las fábricas por el Villazo. Mientras las guerrillas resultaban diezmadas por su accionar descolgado de las masas, en junio y julio estalló la huelga general contra el Rodrigazo. ¿Contra quién fue el golpe? ¿Contra los demócratas? ¿Contra la guerrilla ya aniquilada? No, contra los trabajadores desarmados.

Argentina, 1985 nos ofrece una versión en la que “los demócratas” no son responsables de las atrocidades sino que impulsaban una represión legal a los generadores de violencia. Si bien cuestiona la idea de que haya habido una guerra, lo hace reivindicando la represión legal. Se omite también que Perón ya había organizado con López Rega la ilegal, a través de la Triple A.

Argentina, 2022

¿Por qué genera tanto entusiasmo Argentina, 1985 en un medio como La Nación? ¿En periodistas que piden 24hs por televisión que se desalojen piquetes, tomas de colegios u ocupaciones de fábricas?1 ¿En el diario que no tardó una semana desde que asumió Macri para reclamar en una editorial que se mande a sus casas a los genocidas que se metieron presos en aquél juicio?

“Cárcel o bala” fue el reciente reclamo del facho de Espert que emuló al viejo Balbín ante la permanencia en el Ministerio de Trabajo de los paritarios del Sutna. Argentina, 1985 promueve una cancelación de los fachos, al tiempo que reclama “juicios justos” para represores pero también para militantes. Si bien no machaca sobre eso, eso está ahí. Lo ve La Nación. Ve una reivindicación de los D.D.H.H. libre de kirchnerismo que le produce fascinación.

Cierta izquierda no ve que la cancelación de fachos viene con “juicios justos” a los luchadores, no a los fachos. LN soñará con un plan de “estabilización” con más represión legal avalada por las clases medias. El gobierno nacional que se arroga los derechos humanos que le disputa LN avanza en el sentido de esta presión con las detenciones de Villa Mascardi. Como si fuera parte de un macabro guion, una mujer mapuche Romina Rosa, que fue torturada y gaseada con 40 semanas de gestación; dará a luz detenida e incomunicada en el hospital Ramón Carrillo de Bariloche.

Espert que reclamó bala para los mapuches también tiene sus emuladores a ambos lados de “la grieta” de los demócratas como Bullrich o Berni. En el territorio donde ya se produjo la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado y el fusilamiento por la espalda de Rafael Nahuel en “democracia” a manos de la Gendarmería. Si en el pasado los demócratas con Luder o Balbín le marcaron la agenda a los fachos de la dictadura genocida, hoy los fachos le imponen la agenda a los “demócratas”.

La idea “republicana” de que las libertades democráticas puedan ser garantizadas por una justicia burguesa independiente “con total independencia de poderes” si es honesta es completamente ingenua. Si es el resultado lógico del empleo del recurso formal, no es más que eso, un chamuyo de Hollywood que dará lugar a una nueva desilusión.

Estamos ante la inminencia de un Rodrigazo como aquel que motivara las huelgas de junio y julio de 1975 que arrancaron aumentos salariales y convenios colectivos extraordinarios para los trabajadores. Ante la huelga de un solo gremio, aparece el reclamo fascista de bala o cárcel. En este marco se desarrolla el debate de la reivindicación, al pasar, que la película hace de la represión legal.

Es innegable que un amplio sector de la población advierte en la película propiedades pedagógicas para limitar el avance fascista entre los jóvenes. Pero tal como ocurrió con todos los avances contra la impunidad de los genocidas, las libertades democráticas de los que luchan por el salario, el trabajo genuino, la tierra, el ambiente, la educación y la salud tendrán que ser defendidas en las calles.

El resultado de esta experiencia de adaptación de los creadores otrora independientes a los mandatos de las plataformas produce resultados políticos que, tal vez no sean los buscados por ellos, pero parecen maniqueamente planeados.

La liquidación de la posibilidad de acceder a fondos públicos para la creación independiente de nuestra memoria colectiva es un modo más de expropiación al pueblo, de saqueo. Como siempre sostuvimos, la creación artística independiente se abrirá camino de todos modos.

1 https://www.lanacion.com.ar/opinion/argentina-1985-que-nos-hace-llorar-cuando-la-vemos-nid06102022/ El mismo día que Laura Di Marco publicara este artículo invitaba a su programa La trama del poder al diputado Espert.