Opinión

7/1/2025

Bagalleros, cancheros y mulas

Abogado querellante en causas de lesa humanidad, representante de la familia de Ariel Arnaldo Gareca, trabajador de frontera herido gravemente en la represión de gendarmería.

Bagayeros.

Aunque los pueblos de frontera siempre estuvieron mancomunados por su historia, su cultura y sus razas y vínculos familiares, como los pueblos de Orán – Salta (Argentina) y Bermejo (Estado Plurinacional de Bolivia), las fronteras que los separan a través de Rio Bermejo no impiden ni impidieron históricamente el transito vecinal fronterizo con su entramado de servicios de trabajos, cultura, educación, comercios de todo tipo y más.

Las poblaciones de ambas ciudades concurren cotidianamente a satisfacer sus necesidades vitales. Otrora las poblaciones rurales y aborígenes de Bolivia poblaban las fincas de terratenientes azucareros y rurales por remuneraciones deprimentes y en negro, contribuyendo a formar la riqueza del patrón. Los que tenían oficios de albañil formaron parte de las construcciones en Orán o Bs As, la contraprestación fue cobijarlos en las universidades gratuitas u hospitales, entre otros. A modo de ejemplo Evo Morales, ex presidente boliviano, estudió en una escuela primaria de Salta y el Moto Méndez fue lugarteniente del Coronel Martín Miguel de Güemes, en las guerras emancipadoras.

El desguace del Estado bajo la presidencia de Carlos Saúl Menen con la privatización de YPF, la mecanización y automatización del Ingenio San Martin del Tabacal (Hoy Seaboard Corporation Industrias Renovables y Alimentos) y de las empresas del sector agrícola, sustituyeron la mano de nuestro peones rurales por máquinas y empujaron al desempleo a miles y miles de trabajadores de Orán, los que, en la desesperación alimentaria y para mantener su dignidad, encontraron trabajo en el contrabando de ropas y artículos electrónicos, a los que se conoce como bagayeros, coca, a los que se conoce como chancheros, y cocaína, a los que se conoce como mulas, recibiendo por este transporte desde Bermejo hacia Orán (atravesando ríos, montes o la ruta nacional 50) entre 30 mil pesos o un poco más, por bulto, sin importar que la salud de su cuerpo se vaya minando hasta terminar en enfermedades que los incapaciten para el trabajo -como los estibadores de azúcar en el Ingenio- que terminaban con fuertes dolores en sus espaldas o en los meniscos, después de hombrear bosas de 50 kilos por su actividad laboral.

Es en el marco de estas actividades que se lanzó el Plan Guemes de la ministra Bullrich, celebrado por el gobernador Saenz: “dijeron que era para combatir el narcotráfico y el contrabando”. Se cobraron la vida de Fernando Gómez y, a partir de la protesta de este deleznable atentado, hirieron de gravedad a otros trabajadores de frontera, ¡que importa que estos sean bagayeros, chancheros o mulas!; no importa digo, si al día siguiente el chanchero o el bagayero alterne trabajando como mula y continúen alternando. Así es la frontera, es que lo hacen por estado de necesidad y para ejemplo hemos conocido la casa de Fernando Gómez, precaria, de madera, donde viven ocho mayores y 10 niños, varios dormitorios que comparten padres y niños; no es distinta la realidad de Ariel Arnaldo Gareca, que lo tienen en estado de inconsciencia desde que le pegaron con un perdigón de plomo en la cabeza, durante la protesta frente al puesto 28 de Gendarmería Nacional.

El Plan Güemes se encarnizó con los trabajadores de frontera, no con los patrones de estos ni con los empresarios destinatarios del contrabando de mercaderías con sustanciales volúmenes, o con los que contratan las mulas. Calcularon la muerte y los daños físicos como un modo de vender un disciplinamiento a sangre y fuego, para fines propagandísticos que consoliden imágenes de políticas publicas en el plano nacional. Para esas políticas necesitaban el cuerpo muerto de Gómez y el lacerado de Gareca, actualmente en estado vegetativo, mas el de otro trabajador que perdió un ojo.

Algunos que separan los bagayeros o chancheros de las mulas, con miopía política, asimilan estas actividades a las del narcotráfico y es por eso que con su silencio esconden la falta de análisis. ¿Acaso las mujeres u hombres que transportan en su cuerpo capsulas de cocaína no debieran ser considerados victimas de trata de sus patrones? Los sectores progresistas de la política y de la izquierda se deben este debate.

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Fue cuando fueron a buscarlo pensando que estaba herido y había sido asesinado. –
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