Opinión

3/11/2021

El sistema financiero global flota en un mar de emisión monetaria de los bancos centrales

La aparición de Bitcoin es inseparable de la crisis del 2008 cuando el sistema financiero dominado por el dólar estuvo cerca del abismo. Surgió como una moneda alternativa, pero lo más llamativo ha sido el crecimiento de sus precios.

Bitcoin ahora es solo el 40% de la capitalización de las criptomonedas que ya alcanzó 2,5 billones de dólares. Además de Ethereum, Ada, etc. hay más de 8.000 que negocian diariamente más de 180 mil millones de dólares; es un negocio financiero en crecimiento, donde empresas crean nuevas criptomonedas y lanzan su cotización, que no requiere autorización de los reguladores financieros.

Además las autoridades financieras en Estados Unidos están autorizando los negocios con Bitcoin en los mercados regulados. Se autorizó el primer fondo de derivados de Bitcoin (Bito) que ya comenzó a cotizar en Wall Street y hay en espera varias solicitudes de nuevos fondos. También ya cotiza una plataforma de negocios de criptomonedas, CoinDesk. Y Bitcoin y Ethereum cotizan desde hace meses en los mercados de derivados de Chicago. En una reciente resolución el Banco de Basilea acaba de aceptar que los bancos tengan criptomonedas en sus carteras, con cobertura de 100%.

La “institucionalización” de Bitcoin y las criptomonedas de los reguladores norteamericanos contrasta con las prohibiciones del gobierno chino a la minería y el comercio de Bitcoin. Es indudable que el interés en hacer “negocios” y cobrar comisiones del comercio de criptomonedas de los bancos e intermediarios ejerce una gran presión en los reguladores de Estados Unidos.

El sistema monetario está suspendido en el aire

Desde la crisis de 2008 los bancos centrales no cesaron la emisión monetaria para sostener el sistema bancario y a los grandes capitalistas.

Al inicio de la pandemia se produjo un abrupto derrumbe de Wall Street que se esparció a todos los mercados, de deuda, materias primas, etc. Las bolsas tuvieron caídas del 50% en pocos días. La bolsa argentina, que viene en descenso desde 2018, también sufrió el derrumbe. Las materias primas no estuvieron exentas y el petróleo, gas, etc. también cayeron. Para hacer frente al derrumbe los bancos centrales liderados por la Reserva Federal de Estados Unidos implementaron reducir las tasas de interés y líneas de créditos “ilimitadas” en los mercados internacionales, dólares en canilla libre para impedir la continuidad del derrumbe.

La calma solo fue lograda con una nueva vuelta de tuerca ahora de manera crónica, como un enfermo terminal conectado con un respirador que dé dólares permanentemente.

La crisis financiera del 2008, la mayor desde 1929, conmovió los cimientos del sistema capitalista. El “eficiente” mercado de Wall Street demostró ser un castillo de naipes. Los precios de las viviendas cayeron y el colapso de Wall Street se propagó a todo el mundo. El día antes de la quiebra de Lehman Brothers su calificación de solvencia era AAA la más alta, las calificadoras resultaron ser una estafa al servicio de los bancos.

Préstamos y compras de los activos desvalorizados en poder de los bancos fue implementado con emisión monetaria. La FED asistió al sistema bancario global, al que se destinaron billones de dólares. El auxilio al sistema bancario contrastó con el abandono de los millones de desalojados que no pudieron refinanciar sus hipotecas y no recibieron ayudas, la “asistencia” fue para los bancos exclusivamente. Mientras que más de 9 millones perdieron su trabajo y 10 millones su casa. En cuatro años 46,5 millones de norteamericanos vivían en la pobreza. La emisión monetaria de la FED estuvo al servicio del sistema bancario, no de la “sociedad”.

Ese mismo plan fue profundizado y mantenido hasta hoy con la pandemia. Fue el campo fértil para la suba de las criptomonedas. En marzo de 2020 el Bitcoin cotizaba a 6.000 dólares, en estos días supera los 60.000. Ethereum, cotizaba en 140 dólares y en estos días supera los 4.450, se multiplicó por 30 veces en menos de dos años.

Las acciones de tecnología que cotizan en Wall Street, en promedio han duplicado su precio. Con las excepciones de las que lideran el pelotón, por caso Tesla de 100 dólares ahora está superando los 1.100.

Las instituciones financieras estuvieron al servicio de mantener el sistema de dominación del capital financiero, impedir una quiebra bancaria, mantener el capitalismo en pie y generar una suba de activos que crea un espejismo de bienestar a una minoría de la población, a costa de millones de desalojos y desocupados sumergidos en la pobreza. La crisis del 2008 y la de 2020 con la pandemia acrecientan la desigualdad social, las subas de la bolsa y las criptomonedas solo favorecen a una porción minoritaria de la población.

Desde la pandemia la creación monetaria supera el crecimiento de la economía, en todo el mundo

El crecimiento de la economía por habitante desde el 2008 en todo el mundo ha sido de 10% y en ese periodo las bolsas han crecido 4 veces (400%), facilitados por los planes de emisión monetaria. La desconexión entre la economía real y los productos financieros se profundiza generando una suba artificial de los activos financieros.

Los bancos centrales, liderados por la FED, emiten monedas que compran la deuda que emite el propio Estado, financiando de esta forma el déficit fiscal. La gran liquidez global reduce las tasas de interés y ahora la mayor parte de la deuda pública tiene rentabilidad negativa ante el aumento de la inflación.

Las empresas compran sus acciones y aumentan la capitalización de las empresas, la suba de las bolsas está divorciada de las ganancias empresarias que están estancadas.

El aumento de la inflación en los países centrales (Estados Unidos, Europa, etc.) está mostrando los efectos de una creación constante de moneda circulante sin un correlato similar en la producción global.

El sistema monetario de los países imperialistas da impulso al sistema financiero que ha creado un capital ficticio que ha roto lazos con la actividad económica y la producción de valor.

Las inversiones en bonos de deuda pública, ahora con el aumento de la inflación, tienen rendimiento negativo. De allí la búsqueda de formas de inversión que mantengan nominalmente los dineros invertidos.

Eso es lo que explica la suba del oro y las criptomonedas. Wall Street tiene un mercado en continuo crecimiento en la búsqueda de rentabilidad al dinero ocioso. Incluso los bancos centrales cuyo principal objetivo sería la preservación del valor de sus monedas, tienen inversiones en acciones, por caso el Banco Nacional Suizo (central) que tiene acciones por más de 160 mil millones de dólares en acciones de Wall Street, entre ellas Apple.

Los llamados fondos soberanos (SWF) de naciones con grandes reservas (Kuwait, Noruega, Arabia Saudita, China, Emiratos Árabes, Singapur, Qatar, etc.) tienen gran parte en inversiones de riesgo como acciones. Los bancos centrales generan liquidez que crea inflación y desvaloriza la fuerza de trabajo.

Dentro de este sistema las criptomonedas están siendo impulsadas por una corriente de liquidez, bajas tasas y apalancamiento que creo valoraciones que no tienen ninguna correspondencia con su utilidad ni rentabilidad.

El sistema financiero para mantener la rentabilidad de los bancos va socavando los fundamentos de la estabilidad que dicen defender. La demostración han sido las crisis del 2008 y más reciente marzo de 2020.

Las criptomonedas son un reflejo del descontrol que los bancos centrales tienen del sistema financiero, con sectores al margen de las regulaciones que deberían controlar y que están creando activos financieros fuera del circuito económico de creación de valor y fuera del sistema financiero de las respectivas monedas nacionales.

La burguesía requiere del Estado que impulse el uso compulsivo de las monedas nacionales, que son la fuente para emitir y financiar el déficit; facilitar el endeudamiento y generar inflación para licuar los salarios. Las criptomonedas demuestran la incapacidad de los Estados de regular y tener el control el sistema financiero, son una demostración de la descomposición del sistema financiero.