Opinión

13/10/2020

Guernica: un cuadro ante la historia

Abogado. Artista. Militante de derechos humanos.

El 26 de abril de 1937, en un apacible día de primavera, una escuadrilla de aviones nazis lanzó un ataque sorpresivo, con bombas de fósforo, sobre la población civil de la ciudad vasca de Guernica. Los vascos estaban a favor de la República española. Los nazis, a las órdenes del golpista Franco.

Durante todo un día bombardearon. Destruyeron, por el fuego, la ciudad entera. A los civiles que corrían por sus vidas, los nazis los ametrallaban desde el aire.

El saldo fue de miles de víctimas. No quedó nada en pie. Salvo el árbol sagrado de los vascos, el Guernika ko arbola.

Años después, el 16 de junio de 1955, un escuadrón semejante, esta vez de la aviación naval argentina, repitió en escala ese ataque cobarde. Bombardeó masivamente la Plaza de Mayo, en Buenos Aires, masacrando a centenares de empleados, niños y ancianos, que murieron en el acto. Al igual que en Guernica, las fotos dan cuenta de la devastación criminal del ataque. Esta vez la excusa fue un golpe contra el gobierno peronista.

En ese mismo año de 1937, cuando aún estaban calientes las cenizas de la barbarie fascista, el artista Pablo Picasso pintó una obra de grandes dimensiones, alusiva a la masacre vasca. La obra se presentó en la Exposición Universal de París, en el pabellón de la República, con el apoyo del entonces agregado cultural español, el surrealista Luis Buñuel. La obra sigue siendo no solo una pieza maestra, sino del nivel de fuerza del cuadro “Los Fusilamientos del 2 de mayo”, del gran pintor Francisco Goya, que reaccionó ante las masacres de las tropas napoleónicas en España.

En Argentina, el pintor Daniel Santoro realizó también un extraordinario cuadro que refleja, con profunda poesía, la devastadora escena del bombardeo de Plaza de Mayo. No caen bombas. Cae nieve.

El arte, a su manera, siempre indirecta, logra reflejar las conmociones de la Historia.

No deja de resultar paradójico que, por estos días, aquellos que se reclaman herederos de las víctimas del bombardeo de la Plaza de Mayo, se encuentren de frente ante su propio Guernica. Dos mil jóvenes mujeres, trabajadores y niños, acuciados por la falta de techo, han tenido la osadía de instalarse en unos terrenos que una intendente dice que quiere usar para un incierto negocio inmobiliario.

¿Y cuál es la conducta de los que se dicen herederos de las víctimas de aquella ignominia? Los herederos han optado por la conducta de los aviadores navales, por la de los brutales hijos de la Luftwaffe. Porque en nombre del pragmatismo y de la ley, al igual que Franco en el 37 y el almirante Rojas en el 55, decidieron que hay que atacar, hay que dar un escarmiento, hay que poner orden.

¿ Pero no es una exageración comparar semejantes actos con estos? Acá no hay bombas de fosforo.

No habrá bombas, pero el teniente coronel Sergio Berni anunció públicamente que prepara tres mil efectivos de la policía bonaerense para atacar el barrio. Confesó que hará uso de la violencia, de los gases y los tiros, junto a las tropas que desaparecieron a Facundo Castro y a tantos más. Admitió que el sigue órdenes: no las de los golpistas carapintadas -como en el pasado- sino las del propio gobernador, Axel Kicillof.

Las órdenes siempre son en nombre de lo que se considera ley.

Pero los cuervos que rondan por estas horas a los pobladores de Guernica, provincia de Buenos Aires, esconden un detalle. La Constitución argentina, luego de la reforma de 1994, obliga al Estado a proveer las viviendas. Es una obligación. Y no hacerlo incumple con los pactos internacionales firmados por Argentina, lo que es ley. Y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a partir del fallo “Lagos del Campo versus Peru” (31/8/2017), establece que las familias necesitadas tienen derecho a ocupar tierras y el Estado a expropiarlas, porque es un derecho que está por encima de la propiedad individual; en este caso, la alegada por los amigos de la intendente. Los fallos de esa Corte son de cumplimiento obligatorio para el Estado argentino. Si un juez no cumple, al igual que los funcionarios, también quedará sujeto a escrutinio por su conducta.

Desde 1983 en adelante, a través de la expropiación por causa de utilidad pública, el Estado se vio impuesto a otorgar los lotes a los ocupantes en necesidad. Así fue con el gobernador radical Armendáriz y con el peronista Cafiero, abuelo del actual primer ministro. Lo hicieron obligados por la pujanza del reclamo y porque la razón del mismo siempre fue justa, como actualmente.

Solo Macri rompió esta conducta de Estado, cuando admitió la violencia en el caso del Parque Indoamericano, impulsada judicialmente, con su tendal de muertos y heridos. Con el escarnio de los niños -cuya Convención también obliga al Estado argentino- traumatizados por los golpes y vejámenes de los destacamentos armados.

Contra toda verborragia, los pretensos herederos de los bombardeos están ahora ante su propia disyuntiva. Aceptar el legítimo reclamo o imponerse por la barbarie. Cumplir con lo que es justo o atacar a una población indefensa con violencia. Que se preparen, en este último caso, para ingresar en el próximo cuadro de la historia.

¡Tierra y libertad para los pobladores de Guernica!