Opinión

14/6/2022

A 40 años

Guerra de Malvinas: la histórica jornada del 14 de junio de 1982

Recuerdos inevitables de los días en que tiramos a Galtieri.

Artista, vive en Brasil

Foto de archivo

Estallado el golpe, toda forma de organización parecía casi imposible. Pero como la mayoría de las veces que existe una gran represión se genera un movimiento de resistencia; se fue creando una fuerza oculta volcánica que en silencio fue creciendo hasta que seis años después, en 1982, esta fuerza se hizo realidad y consiguió derribar a Galtieri que parecía imbatible. El periodo de 1981 y 1982 fue uno de los de mayor importancia política en toda la historia de Argentina.

El arte como forma de lucha

En 1981 comenzaron a aparecer algunas fuerzas contrarias a los militares por parte de la sociedad artística. Por ejemplo se creó el movimiento llamado “Teatro Abierto”. Era un proyecto muy importante porque se reunieron actores, productores y dramaturgos para realizar un festival con obras inéditas. Los militares entendieron que aquello sería una amenaza y decidieron poner una bomba en el teatro Picadero, que quedaba en el pasaje Rauch, incendiando el lugar donde se iba a realizar el evento. Los organizadores lejos de acobardarse realizaron el festival en otro teatro y desde julio hasta septiembre el festival ganó una fuerza increíble convirtiéndose en un símbolo de la resistencia. No fue nada fácil, la dictadura amenazaba y mataba a quien se le ponía adelante.

Además del éxito de “Teatro Abierto” este movimiento ayudó a generar “Danza Abierta” y “Encuentros en el Parque”, otros dos eventos que le dieron vida a todos los que no querían quedarse de brazos cruzados frente a la dictadura de Galtieri.

Si por un lado la censura prohibía hasta la exhibición de un desnudo femenino considerándolo como un atentado al pudor y el teatro, la televisión y el cine nacional fueron invadidos de temáticas comerciales y de mal gusto.

Al mismo tiempo, en esa época, Rubén Rada lanzaba el disco “En familia”.

 

Astor Piazzolla grababa junto a Roberto Goyeneche un bellísimo espectáculo en vivo en el teatro Regina.

 

Y Weather Report en su visita a Buenos Aires en 1980 había dejado a todo el mundo impresionado con una sonoridad diferente y con un bajista llamado Jaco Pastorius que influenció a toda un generación de músicos que frecuentaban una cueva maravillosa en San Telmo llamada de Jazz & Pop.

La guerra

La combativa movilización del 30 de marzo de 1982 y la crisis que abrió la ocupación y luego guerra de Malvinas dejaron al país patas para arriba. Estábamos viviendo algo nuevo, situaciones contradictorias. Estábamos con desconfianza, miedo, pero era hora de enfrentar a los milicos. Después de 6 años de clandestinidad ¿se podía salir a la calle y movilizarse sin miedo a ser metido en cana? Una mezcla de entusiasmo exacerbado mezclado con miedo por la guerra y la represión nos hizo despertar de un largo letargo. La situación inspiró algunos juglares.

Charlie García cantaba “No bombardeen Buenos Aires”, mostrando un sentimiento generalizado de temor y desconfianza. La letra decía en su primer verso: “Los pibes de mi barrio se escondieron en los caños espían al cielo”. Y después: “Los gurkas siguen avanzando, los viejos siguen en TV/ Los jefes de los chicos toman whisky con los ricos/Mientras los obreros hacen masa en la Plaza”.

Política Obrera (actual Partido Obrero) se colocó en esta lucha en el campo antiimperialista sin apoyar la dictadura.

La jornada del 14 de junio

En la época los diarios y la televisión desinformaban a la población con noticias triunfalistas hasta que tuvieron que reconocer la derrota. Cuando se supo de la caída de Puerto Argentino el pueblo salió a la calle. Además de los problemas económicos y de la violación de los derechos humanos, la gente estaba completamente indignada con la maniobra de Galtieri en Malvinas que costó la vida de mil jóvenes soldados de apenas 18 años de edad. La respuesta fue inmediata. La marcha hacia Plaza de Mayo contra la dictadura era todo lo que se tenía que hacer. Había que tirar la dictadura.

En esa época no había Whatsapp, no había Messenger, no había celular y pocas personas tenían teléfono en su casa. La comunicación exigía la presencia física.

Nosotros cuando participamos de una actividad de riesgo teníamos que tener lo que se llamaba un “retén”. Retén era una persona que se quedaba en un lugar y vos tenías que pasar por ese lugar durante un determinado periodo de tiempo mostrando que estabas bien.

Nuestro retén estaba en el café Ópera en Callao y Corrientes, teníamos que aparecer después de la marcha para avisar que estábamos sanos y salvos.

La marcha fue una “mezcla de rabia, de dolor, de fe y ausencias” como dice el poeta Enrique Santos Discépolo en la letra del tango “El Choclo”.

Las personas, muchas de ellas de forma individual e independiente, estaban realmente en el límite de su tolerancia. Con los nervios a flor de piel gritaban frases contra Galtieri, los militares y el gobierno todo.

Aquí algunas imágenes de la marcha.

La policía reprimió violentamente y toda la zona de la Plaza de Mayo, la Avenida de Mayo, la calle Corrientes hasta Callao fue un desierto donde se podían ver coches quemados, barricadas, vidrios quebrados por todas partes y mucha represión policial. Heridos y cientos de manifestantes presos, pero la dictadura no tenía más fuerza para seguir gobernando con ese tipo de métodos.

Acabé perdiéndome en la correría, entre en Diagonal Norte volviendo solo por Corrientes viendo cómo la policía arrastraba gente para dentro de los patrulleros hasta que entré en el bar Ópera y el reten me guiñò un ojo e hizo seguramente una cruz sobre mi nombre en una listita mental.

Me senté cerca y le pregunté si estaba todo bien. Me dijo que habían metido en cana a varios compañeros. Le pregunté a cuàles y mencionó a mi amigo Hernán Díaz.

La imagen de Hernán Díaz dentro de una celda me heló la sangre. La policía estaba muy agresiva y tuve miedo que le pasase algo malo a mi amigo.

Esa noche no había taxis, ni ómnibus. La ciudad parecía un campo de batalla. Salí caminando por Corrientes hasta Once y después hasta el barrio de Abasto donde vivía. Estaba preocupado por todo lo que vi esa noche, por mi amigo. Rumiaba mucha rabia contra los militares.

Hoy 40 años después de esa heroica marcha del 14 de junio de 1982 podemos decir que estuvimos presentes, que luchamos junto con toda la población y que conseguimos tumbar al jefe del régimen más asesino que la historia argentina había conocido. Había que poner el cuerpo.

Lo importante era que habíamos acabado con Galtieri y se abría una nueva etapa en la lucha no solo por terminar con la dictadura, sino para enfrentar las maniobras de la Multipartidaria que venía a salvarla del odio popular.

Pero esa es otra historia