Opinión
7/3/2023
Los “rescates” del FMI impulsan las devaluaciones de monedas y el hambre en el mundo
Inflación, suba de tasas y ajuste aceleran el derrumbe económico de los “emergentes”.
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Impulsan la devaluación para fortalecer el dólar y rapiñar las riquezas.
Los bancos centrales de Estados Unidos y Europa están cambiando bruscamente las condiciones financieras, con suba de tasas y menor liquidez financiera. En 2008, para un salvataje de los grandes bancos durante la crisis financiera, redujeron las tasas de interés y los bancos centrales compraron bonos de deuda tanto del Estado como de privados (respaldada por hipotecas) para impulsar la liquidez. El rescate tuvo éxito: salvaron a los bancos y dejaron a millones de deudores hipotecarios sin casa, que fueron desalojados al no poder pagar sus hipotecas. Los trabajadores no tuvieron salvataje.
Las bajas tasas y facilidades de liquidez fueron mantenidas por años como un subsidio al sector financiero y para impulsar la economía. Los grandes bancos se financiaron a tasas reales negativas y luego volcaban ese dinero a la bolsa y los bonos. Con dinero “gratis” obtenido a tasas negativas, impulsaron el endeudamiento de países “emergentes” y periféricos a tasas muy superiores.
El gobierno de Mauricio Macri, luego de pagar a los fondos buitres, endeudó al Estado mediante un festival de emisiones. Entre ellas un bono a 100 años, con tasas de usura. Esto fue presentado como el éxito del regreso a los “mercados” internacionales de crédito. Luego, imposibilitado de pagar el endeudamiento que creó, recurrió al FMI para facilitar una masiva salida de capitales. El endeudamiento del macrismo se producía cuando los grandes bancos y fondos buitres no lograban ubicar dinero a tasas “positivas” en dólares.
Las devaluaciones como condición de los “rescates”
La salida de la pandemia y el reinicio de la actividad económica y el comercio global se toparon con grandes trabas en la cadena de suministros, con subas en los fletes, dificultades en el transporte, impulsaron una espiral inflacionaria. Luego el aumento de la energía y los granos, con el inicio de la guerra en Ucrania, acrecentó la inflación mundial.
Las dificultades se trasladaron al comercio exterior, con escasez de dólares para pagar importaciones de energía, granos e insumos. En este contexto el capital financiero y el FMI impulsan la devaluación de las monedas de los países emergentes, para fortalecer el dólar y rapiñar las riquezas naturales, e imponer condiciones políticas y económicas. Lo revela el apriete de la legisladora cubano-americana sobre la relación de Argentina con China. (La Nación, 2/3).
“La racha de devaluación en los mercados emergentes apenas comienza”. Hay “en marcha una nueva ronda de rescates del FMI, y algunas de las naciones más endeudadas del mundo tendrán que sacrificar sus monedas para conseguirlos”, el FMI impulsa las devaluaciones para “rescatar” a los países endeudados, dice Bloomberg (12/2).
El FMI presiona por devaluaciones de las monedas “emergentes” e implementar planes de ajustes como condición para ofrecer un “rescate” en beneficio del capital financiero, con suba de impuestos, reducción de gasto público y ventas de activos en favor de compras oportunistas de los grandes fondos (en Argentina venta de petróleo, litio, tierras en la Patagonia, etc).
Pakistan es uno de los países asiáticos más poblados (220 millones de habitantes) y con armamento nuclear, se encuentra en una inestabilidad económica creciente por la devaluación de su moneda y la inflación. No tiene dólares para sus importaciones y cumplir con sus deudas. Importantes inundaciones arruinaron el cultivo de trigo y enfrenta la peor escasez de harina; los precios de arroz, trigo, legumbres y sal subieron 50% en un año.
Enfrenta una crisis de su deuda externa, que creció respecto a su producto bruto. Sus principales acreedores son China -que posee 30 mil millones de su deuda total- y 1.100 millones a proveedores de electricidad, el Club de París y el FMI (Financial Times, 5/2).
Egipto sufrió en un año una masiva fuga de capitales que produjo varias devaluaciones de la libra egipcia y llevaron su valor a la mitad frente al dólar. Más de la mitad de los ingresos del Estado se destinan al servicio de sus deudas, que ascienden al 90% del producto bruto. La inflación informada está en un 21%, pero el precio de los alimentos están aumentando más (The Economist, 26/1).
La guerra encareció las importaciones de trigo que venían de Ucrania. El gobierno restringió las importaciones para reducir el déficit comercial y volvió a pedir un préstamo al FMI; las negociaciones están estancadas por pedidos del de ajuste fiscal y venta de empresas que administran las fuerzas armadas. (The Economist, 24/1/).
La creciente presión y descontento se puede medir en la militarización creciente del país y el aumento de la represión ante el menor disenso. Egipto ha regresado a una situación similar de empobrecimiento de la población e inflación respecto de los momentos previos a la Primavera Árabe de 2011, cuando el descontento hizo caer con masivas manifestaciones en 28 días el gobierno de Mubarak, que presidió el país durante 30 años.
Nigeria es la economía más grande y el país más poblado de África (214 millones de habitantes). Se espera que devalúe la naira, después de las elecciones que ganó el candidato del partido en el gobierno. “El riesgo en Nigeria de una devaluación de la moneda es alto”, dice un especialista de deuda, debido al “diferencial entre la tasa oficial y la tasa del mercado negro”, donde el dolar cotiza a 755, mientras el “oficial” en 460. Al igual que Argentina, Nigeria opera múltiples tipos de cambio para diferentes transacciones (Bloomberg, 12/2).
Líbano devaluó el dólar “oficial” por primera vez en 25 años y pasó de 1.500 libras a 15.000, pero en el mercado negro ya cotiza a 77.000 libras por dólar. Rige un “corralito” para retiro de efectivo de los bancos, la mayoría de los ahorristas perdieron sus depósitos. Hay ataques a los bancos de los ahorristas reclamando su dinero. Las estaciones de servicio dejaron de vender combustible (Arabnews, 15/2).
Las “recomendaciones” del FMI son un ajuste para “reestructurar la deuda” mediante “transparencia del marco fiscal”, “reestructurar el sector financiero” que apunta a vender los bancos, y una “unificación de los múltiples tipos de cambio” que implica seguir devaluando (www.imf.org, 1/10/22). Devaluaciones, inflación, falta de agua potable y electricidad producen manifestaciones masivas.
En Bangladesh, con más de 170 millones de habitantes, 100.000 ciudadanos se movilizaron en la capital Dhaka para protestar por el aumento de los combustibles y los productos básicos. Los manifestantes piden la renuncia de la primera ministra Sheikh Hasina (AA, 5/2). De haber sido un “modelo” de crecimiento en Asia, ahora “se está desmoronando, según The Economist (2/3).
En Skri Lanka, un país de 22 millones, luego de devaluaciones, aumento de combustibles y dificultades de importar alimentos básicos, masivas manifestaciones hicieron renunciar al gobierno en agosto pasado. Una intensa ola de agitación política abrió un vacío de poder.
La guerra en Ucrania impulsó el precio de los fertilizantes a niveles imposibles de acceder. “Esta temporada, el gobierno suministró urea a los productores de arroz a un precio reducido, aunque todavía les costó más de 20 veces el precio que pagaban antes…” (New York Times, 31/1). Con inflación superior al 60 por ciento, casi el 30 por ciento del país está experimentando inseguridad alimentaria, según las Naciones Unidas.
En Etiopía el birr cotiza a unos 103 por dólar en el mercado negro, el doble del cambio oficial de 53. Las presiones devaluatorias se acrecientan. El país está dividido en una guerra civil con centenares de miles de víctimas (The Africa Report, 11/1).
Zambia y Ghana ingresan al impago de sus deudas, donde China tiene una porción sustancial de los créditos.
Los pagos al FMI van a financiar la guerra en Ucrania
Ucrania, con una dependencia total del imperialismo que impulsa el conflicto bélico, tuvo con diferencia de días la visita de Joe Biden, luego de la secretaria del Tesoro y finalmente la directora del FMI, Kristalina Georgieva. Todos acordaron el sostén financiero del presupuesto y refinanciar la deuda. (Wall Street Journal, 27/2).
En Argentina, desde Cristina Kirchner hasta Milei muestran en este punto una coincidencia sin grietas. El pago de esta deuda es unánime dentro de los diversos representantes de la burguesía, desde la nacional y popular hasta los comisionistas del capital financiero (como Mauricio Macri, Milei, Espert). Las disputas y debates, por caldeados que sean, encubre que todos están al servicio de defender el pago a los acreedores del Estado.
El pago al FMI y a los acreedores está al servicio del sometimiento económico y político de los pueblos al capital financiero. El “ajuste” exprime a los países “emergentes” para sostener el capital financiero y un sistema de explotación de los pueblos. La lucha contra este endeudamiento impulsado por el capital financiero, y su agente el FMI, es una lucha popular internacional.
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