Opinión

30/11/2020

Maradona, el símbolo de los oprimidos

La muerte de Maradona será sin lugar a dudas uno de los pocos si no el único suceso que superará en la memoria colectiva del mundo entero el recuerdo de que en el año 2020 hubo una pandemia que arrasó con el mundo. Es que los medios de todo el planeta dedicaron sus portadas a homenajear a esa persona que para les que no entienden de fútbol fue solo un futbolista, para aquelles que amamos este juego fue otra cosa, como dijo su hermano el Turco a los diez años cuando le preguntaron en televisión si iba a jugar como él: “nunca pensé en llegar a eso, mi hermano es un marciano”.

La desaparición del máximo exponente del deporte más popular de la tierra no podía suceder sin generar reacciones de todo tipo, en su enorme mayoría de un gigantesco dolor por la pérdida de quien fue el héroe del pueblo dentro de las canchas, pero también de repudios de todo tipo. Entre esos repudios está el justificado por las mujeres y diversidades que no pueden concebirlo como un ídolo por sus acciones que reprodujeron en muchos casos la misoginia de este sistema, pero también está el de los sectores más reaccionarios de la sociedad, que aún hoy luego de su muerte, no pueden tolerar lo que su fútbol ha representado, que no es más que los poderosos del mundo cayendo ante un villero de Fiorito.

Maradona nació en el sector más marginal de la clase obrera, salió de la villa y con su fútbol derrotó al imperialismo inglés en una cancha y se puso la camiseta del sur pobre y marginado de Italia para arrodillar al norte rico. Además de lo que hizo en las canchas a lo largo de su vida sin ser ningún revolucionario mostró reflejos de clase como apoyar a la revolución cubana, enfrentarse innumerables veces al poder de la Fifa o criticar a la iglesia por estar llena de oro y hablar de los pobres. Esos hechos deportivos imposibles más los episodios de rebeldía lo convirtieron en un héroe de la clase en la que nació, en un símbolo tan fuerte para los oprimidos como para que un hombre en Siria en medio de las ruinas de la guerra pinte su cara en la única pared que quedó en pie a su alcance. No se puede criticar a Maradona sin primero entender lo que significa para la clase obrera.

Sin embargo, pese a sus irrepetibles hazañas que trascienden lo deportivo, como revolucionarios no lo podemos colocar en un pedestal como lo hace el nacionalismo burgués diciendo que era un D10S y por lo que nos dio todos sus errores deben ser perdonados. Debemos ser críticos de sus acciones pero no desde la crítica individual, sino desde la crítica al sistema capitalista en su conjunto, que fue el que transformó al pibe de la villa que amó como nadie una pelota, en un misógino ligado a la mafia italiana que apoyó a gobiernos como el menemista. Hay que criticar profundamente esas repudiables acciones explicando que es el capitalismo que debemos terminar el que promueve la explotación de la mujer con la prostitución de mujeres que Maradona consumió, y también es el mismo sistema el que organiza y fomenta el narcotráfico que acabó con su vida.

Maradona está en el corazón de la clase obrera que lo ha adoptado como un símbolo propio, una crítica sin comprender eso es una crítica sectaria. Debemos tomar el ejemplo de la descomposición y destrucción de su vida para guiar a la clase obrera en una perspectiva revolucionaria que acabe con las penurias de los oprimidos.

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